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jueves, abril 10, 2014

La esfera pública europea, a debate en Texas

El Center for European Studies de la Universidad de Texas en Austin acoge estos días (10-11 de abril de 2014) la celebración de un seminario sobre la esfera pública europea. En él participan destacados investigadores europeos (Claes de Vreese y François Heinderyckx, entre otros, incluyendo al español José María García de Madariaga, de la Universidad Rey Juan Carlos). A continuación reproducimos el programa del encuentro:

European Public Sphere: Understanding the Role of Mass Media and Interpersonal Discussion in Shaping Today's European Citizenship
April 10-11, 2014, Belo Media Center (BMC) 5.102


Thursday, April 10th

9:00 a.m.  Welcome and Introduction
Homero Gil de Zúñiga, University of Texas – Austin, Associate Professor & Director Digital Media Research Program at The Annette Strauss Institute for Civic Life
Glenn Frankel, University of Texas – Austin, G.B. Dealey Regents Professor & Director School of Journalism
Stephen Reese, University of Texas – Austin, Jesse H. Jones Professor & Associate Dean for Academic Affairs

Session 1 (9 a.m. – 12 p.m.)
"Media and Interpersonal Discussion in the European Public Sphere"
9:00 a.m.  
François Heinderyckx, Université Libre de Bruxelles
News media in the EU: Missed Opportunities in Fostering a European Public Sphere
10:00 a.m.  
Karolina Koc-Michalska, SciencesCom & Chris Wells, University of Wisconsin – Madison
Encountering difference in communication events:the occurrence and impact of cross-cutting opinion in talk, mass media, and Web use
11:00 p.m.  
Claes de Vreese, University of Amsterdam
Messages and Talking: Effects of Media and Interpersonal Communication on EU Evaluations
12:00 p.m.
Lunch Break

Session 2 (1 p.m. – 4 p.m.)
"Learning About European Politics in a Comparative Context"
1:00 p.m.
Jörg Matthes, University of Vienna
The Determinants of Political Discussion in Europe: A Six-Country Study
2:00 p.m.              
Carlos Muriel, Salvador Alvídrez, Nilsa Téllez, Alondra Salazar, Ana Sáenz, Daniel Alvarado, and Mary Martínez, Universidad Autónoma de Nuevo Leon
Effects of Digital Media on Citizens’ Opinions: Framing the YPF’s Oil Company Conflict between Spain and Argentina

Friday, April 11th

Session 3 (9 a.m. – 1 p.m.)
"New Approaches to European Citizenship"
9:00 a.m.
Jacob Groshek, Boston University
Anti-austerity in the Eurocrisis: Modeling Protest Movements Through Online-Mobile-Social Media Use and Content
10:00 a.m.
Thomas Johnson1, Rachel Mourao1, Stephanie Geise2, & Joseph Yoo1, University of Texas – Austin1 Universität Erfurt2
Is the EU Suffering a Democratic Deficit? The Interplay between Media Preference, Economic Perception and Support for Democracy in the European Union
11:00 p.m.
José María García de Madariaga, Universidad Rey Juan Carlos
Life Beyond Conventional Means: Promises and Perils of Journalism in Spain
12:00 p.m.
Dhavan Shah1, Alexander Hanna1, Chris Wells1, Peter Maurer2, Lewis Friedland1, & Jörg Matthes2,  University of Wisconsin – Madison1 University of Vienna2
Debates as Moments of National Conversation and Polarization Online: A Computational Approach to Understanding the French and U.S. Presidential Elections

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martes, febrero 18, 2014

Comunicación política en Europa: Primeras reseñas del libro

Agradezco enormemente a los profesores Juan Luis Manfredi Sánchez, Antonio Fernández Vicente y Robin Brown sus recensiones críticas de mi libro Political communication in Europe: The cultural and structural limits of the European public sphere (Palgrave Macmillan, 2013):


Un resumen del libro puede leerse en el blog de la LSE sobre el tratamiento periodístico de la presente crisis europea.

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martes, enero 21, 2014

Cita en París: Las elecciones europeas, en perspectiva comparada




Como ya viene siendo tradición desde las elecciones europeas de 2004, el profesor Philippe J. Maarek convoca a los investigadores en comunicación política para un primer análisis comparativo sobre los próximos comicios continentales (a celebrar del 22 al 25 de mayo de 2014). La cita académica será en París un mes después, del 27 al 28 de junio de 2014, en el Centre d'Etudes Comparées en Communication Politique et Publique (Ceccopop), bajo el título “Political Communication for the 2014 European Parliamentary Elections: Which Europe for the Europeans?

Los interesados en presentar una comunicación deben enviar un resumen de su propuesta (de entre 200 y 500 palabras) y un currículum de una página a maarek@u-pec.fr antes del 22 de febrero de 2014.

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martes, noviembre 26, 2013

Ucrania al rescate de la UE



Mientras escribo estas líneas, hay un lugar en Europa donde los jóvenes enarbolan la bandera de la Unión. Un lugar donde se sale a la calle en masa clamando por una mayor integración con los países vecinos al oeste del continente. Un lugar donde la bandera de las doce estrellas significa progreso, libertad, oportunidad y futuro. No son estudiantes azuzados por un cátedro Jean Monnet. No tienen subvenciones de Bruselas. Tampoco aspiran a entrar en el ‘blue book’ de la Comisión Europea para ser becarios en los laberintos del Berlaymont.

Para los ucranianos que estos días reeditan la revolución naranja con el color azul, la UE de hoy en día representa lo que para los españoles era la CEE en los años 70: un espacio de libertad, el lugar del que uno quiere formar parte para superar las limitaciones y rémoras patrias. Una lástima que, en realidad, la ciudadanía europea a la que quieren acercarse sea, en la práctica, confederal y privada: en primer lugar, la europeidad se alcanza a través de la nacionalidad en un estado miembro y, en segundo lugar, la ciudadanía europea no es una llamada a la vida pública, sino una invitación a una vida privada de negocio, educación y ocio. El sueño europeo se marchita cuando uno se percata de que no existe una carrera política europea como tal (hay que pactar antes con los diablos nacionales, que establecen sus cuotas de poder) y cuando uno pasa del estado de tránsito al estado de residente. Es ahí cuando uno se da cuenta de lo mucho conseguido y lo muchísimo que queda por hacer.

Pero no les quitemos la ilusión a nuestros vecinos ucranianos. Deben ser los únicos que se emocionan al ver la bandera europea. Los únicos que la sacan a la calle sin mediar subvención comunitaria. Los únicos para los que Europa representa algo más que burocracia, tecnocracia y frígida distancia. En su sueño está la realidad a la que todos aspiramos.

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viernes, mayo 31, 2013

Buscando al candidato europeo



Queda menos de un año para las próximas elecciones europeas. Se han adelantado de junio a mayo de 2014 para evitar que coincidan con la celebración del Pentecostés (festivo en algunos países de la Unión) y con las vacaciones playeras. Todo vale para incrementar una participación electoral que ha ido menguando a medida que se le concedían más competencias al Parlamento Europeo, con sedes en Bruselas y Estrasburgo. El proyecto europeo sigue adelante cuando es distante y elitista, y se da de bruces contra el suelo cuando intenta ser cercano y popular. Aún así, el próximo año se quiere poner en práctica un experimento de inducción institucional para favorecer la celebración de unas elecciones auténticamente europeas: los partidos nacionales indicarán su filiación a su homólogo pan-europeo y cada una de las familias (socialdemócratas, cristiano-demócratas, liberales, verdes, etc.) apoyará explícitamente a un candidato pan-europeo que aspirará a ocupar la presidencia de la Comisión Europea.

Los socialdemócratas ya han dejado caer el nombre del alemán Martin Schulz, actual presidente de la Eurocámara, como posible cabeza de su lista. Una lástima que no sea Helle Thorning-Schmidt, primera ministra danesa y una de las pocas razones por las que vale la pena prestar atención a las photo-calls de las soporíferas reuniones del Consejo Europeo.

El pasado mes de abril tuve la oportunidad de dar una clase sobre actualidad europea a los alumnos de un máster en Educación Cívica de la Universidad del Danubio en Krems, cerca de Viena. Les propuse dos ejercicios: dibujar el cartel electoral de ese candidato pan-europeo, y esbozar la portada de una revista pan-europea a la que bautizamos provisionalmente como Der Spiegel Europe. Los resultados fueron muy elocuentes.

Los carteles electorales se dividían en dos categorías: candidatos cosmopolitas y multilingües y candidatos ciborg.

Entre los primeros, mis alumnos austríacos proponían a Maria Vassilakou, concejala de Urbanismo en el Ayuntamiento de Viena. Su origen griego y su exitosa integración en el panorama político austriaco era para ellos la evidencia de que la unión de la Europa del sur y del norte es posible. También salió a la palestra el nombre de Karel Schwarzenberg, ministro de Asuntos Exteriores de la República Checa pero conocidísimo en Austria (donde vivió 40 años) por su pertenencia al linaje de los Habsburgo, antaño cabeza de un imperio multi-nacional.

Los candidatos-ciborg tenían todos algo de Margaret Thatcher, lo que supongo es una reclamación subliminal de los atributos ajenos a todo lo relacionado con EUropa: carisma y capacidad de decisión.

Los contenidos de la revista pan-europea eran casi todos económicos, lo que de nuevo revela otra condición de la Unión Europea: su identificación casi exclusiva con la economía. Mis alumnos no encontraban ninguna figura de un supuesto star-system europeo para aligerar los contenidos de una revista que ni los propios Eurominati serían capaces de leer sin bostezar.

Fue una clase sumamente productiva, porque nos indicó (a ellos y a mí) lo lejos que estamos de una Europa políticamente ‘normal’. No obstante, durante el ejercicio me dí cuenta de un rasgo que compartimos los europeos: llorar y emocionarnos ante la presencia de una bandera no es algo que envidiemos. “No creo que sea bueno ni deseable llegar a sentir lo que sienten los americanos por su bandera”, dijo de uno de los alumnos ante el asentimiento de sus compañeros. Lo que me recordó una de las observaciones del filósofo Bernard-Henri Lévy cuando se dispuso a seguir los pasos de Tocqueville para la revista The Atlantic:

“A thing which impressed me there, at the beginning, was the flood of American flags. Everywhere American flags. On the windows, on the shops, on the jackets, on the bicycles, on the cars. I am coming from a country where you never see a flag. I come from a country where to love the flag, or to feel an emotion in front of the flag, is considered as proof that you are a cuckoo and an idiot. And I arrived in a country where there are flags everywhere. My hypothesis is that it has something to do with the fragility of being a nation in this huge space of fifty states. People come from everywhere. The greatness of America is that being a nation has nothing to do with the evidence of the body. It has nothing to do even with the fact of having common roots in common ground. It has to do with an idea. It has to do with contracts. It is to want to be an American. We are not born American, we become American, and this creates a sort of uncertainness, a sort of fragility. Compensation for that is this extreme exhibition of the flag.”

Las elecciones europeas, como el propio euro, son la superposición de un sueño federal sobre una realidad que es, como mucho, una confederación. La elección ‘popular’ del presidente de la Comisión Europea es el enésimo intento de crear, a través de inducción institucional, a los europeos. También es otra ocasión, quizá de las últimas, para revivir la UE mediante aquello que es tan extraño a su ADN: lo explícito y lo popular.

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viernes, mayo 24, 2013

Kratos sin demos: Daniel Hannan en Madrid

El eurodiputado conservador Daniel Hannan, líder intelectual del euroescepticismo británico, estará en Madrid el viernes 31 de mayo para asistir a un almuerzo-coloquio con los antiguos alumnos de la escuela de negocios INSEAD. Hannan defiende la necesaria conexión entre democracia y nación, y entiende que la Unión Europea tiene poder (kratos) pero no un pueblo (demos) que se identifique con un ‘nosotros’ europeo, haciendo imposible una democracia a escala europea.

El Partido Conservador británico no ha hecho más que seguir la pauta avanzada por este joven político de atractiva oratoria. Para entender el euroescepticismo británico del siglo XXI no hay que escuchar a David Cameron, sino a Daniel Hannan, su verdadero ideólogo. En su libro-manifiesto, A Doomed Marriage: Britain and Europe (Notting Hill Editions, 2012) se opone a la idea de una federación europea y defiende una Europa de las Naciones (queda por saber si dicha Europa incluiría a las pequeñas naciones independizadas –ej. Cataluña o Escocia– o si se establecería un ‘umbral de viabilidad’ ponderando el tamaño de las naciones-estado, como proponían los primeros liberales).

Atrás quedaron los años de los británicos europeístas como el laborista David Marquand, que también publicaba hace poco un tratado de tono elegíaco, The End of the West: The Once and Future Europe (Princeton, 2011). Claro que Hannan no admite que se le defina como anti-europeísta, ya que para él el verdadero europeísmo consiste en la diversidad cultural y en la soberanía nacional.

A un año de las elecciones europeas de 2014, Richard Rose, profesor de la Universidad de Strathclyde en Glasgow, promete una visión equilibrada de las virtudes y fallas del proyecto europeo en su nuevo libro Representing Europeans: A pragmatic approach (Oxford, 2013). Dice que su obra disgustará por igual a federalistas y a euroescépticos. Ya tenemos lectura intelectual para el verano.

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lunes, noviembre 19, 2012

Por unos medios más plurales y transparentes: Cita en Madrid

Este viernes, 23 de noviembre de 2012, se presentarán en Madrid los resultados del proyecto de investigación europeo MEDIADEM, cuyo objetivo es identificar las políticas que pueden favorecer el desarrollo de medios de comunicación libres e independientes en los países del continente. El simposio tendrá lugar en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Plaza de la Marina Española, 9) de 11.30 a 14 horas y se centrará en las siete recomendaciones que los investigadores harán a la Comisión Europea (financiadora a su vez del proyecto a través del Séptimo Programa Marco) para el desarrollo de la libertad de información en España:

  1. La mejora de la calidad del marco legal: mejores instrumentos adaptados a la sociedad digital y más transparencia en el proceso del desarrollo normativo.
  2. La creación de un único órgano de supervisión de las actividades de los medios (desde la economía a la diversidad y la pluralidad).
  3. La profesionalización de la gestión de los medios públicos de comunicación: auténticos órganos profesionales, buen gobierno corporativo e independencia de los servicios informativos.
  4. El incremento de la participación social en los medios públicos y en las instituciones.
  5. El fomento del buen gobierno corporativo en las empresas periodísticas.
  6. El apoyo a la reestructuración industrial del sector y el fomento del periodismo emprendedor.
  7. La promoción de la neutralidad de la red, la liberalización de los servicios digitales y la creación de una oficina de alto nivel en materia de tecnología.

El acto de presentación comenzará a las 11.30hs. con las intervenciones de Emilio Guichot (Universidad de Sevilla) y Ana Azurmendi (Universidad de Navarra), que explicarán la situación del marco legal actual de los medios en España y las posibles vías de desarrollo regulatorio. A continuación, a las 12.30 hs., Guillermo López (Universidad de Valencia) y Aurelio Martín (vicepresidente de FAPE) abordarán la situación profesional del periodista español, indagando en las oportunidades que ofrece el periodismo emprendedor. Finalizará Juan Luis Manfredi, investigador responsable del proyecto MEDIADEM en España, quien presentará a las 13.30hs. las propuestas arriba referidas. Clausurará el acto Susana de la Sierra, actual directora general del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA) y anterior responsable del proyecto de investigación entre 2010 y 2011.

El acto está abierto al público, pero se recomienda registro previo en la dirección juan.manfredi[@]uclm.es para facilitar el acceso al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

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martes, julio 17, 2012

Europa se ve a sí misma con ojos ingleses

Reino Unido es el único país de la Unión Europea en el que hemos visto a clientes de un banco (Northern Rock) formar interminables colas para retirar su dinero de una institución financiera quebrada. La prensa inglesa espera con alegría la posibilidad de un corralito en España como primer paso hacia la implosión del euro, pero es en la Pérfida Albión donde los cajeros de NatWest, RBS y Ulster Bank estuvieron una semana en junio de 2012 sin dar billetes ni permitir transacciones a sus usuarios. Sin embargo, algunos líderes de opinión del continente siguen envidiando la soberanía monetaria del Reino Unido. ¿Por qué?

No cabe duda de que Londres es una ciudad cosmopolita sin parangón, y que las islas británicas son uno de los mercados más abiertos del mundo. De hecho, el Reino Unido ha sido una de las principales fuerzas detrás de la liberalización de mercados europeos y la creación de un mercado único europeo. Pero el Reino Unido no está exento de problemas, y el tono dogmático y doctrinal de su prensa para con el resto del continente no se justifica en la mayoría de las ocasiones. El papel del inglés como lengua franca tiene algo que ver en la incapacidad de los europeos para verse a sí mismos con ojos propios. Europa se ve a sí misma con ojos ingleses. Los europeos más cosmopolitas, los que tendrían un interés mayor en tener una visión de conjunto, dependen de agencias como Reuters o Bloomberg, o de publicaciones como The Economist, The Financial Times, The International Herald Tribune o The Wall Street Journal, para formar su criterio. El único contrapeso lo ofrecen la versión online de la revista alemana Der Spiegel, el agregador de noticias y comentarios Presseurop y la curiosa alianza de seis cabeceras europeas (en la que participa El País) para tratar los asuntos europeos desde una perspectiva continental.

Jörg Asmussen, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, se quejaba recientemente de la excesiva influencia del ‘commentariat’ anglosajón en los mercados y en la opinión pública (y publicada) europea. En su queja hay bastante de auto-justificación (un gobernante siempre desea que la prensa cante sus glorias y oculte sus miserias) pero también parte de razón. Aunque las decisiones de carácter europeo se toman en Bruselas y en Fráncfort, los europeos siguen enterándose de ellas a través de Londres y Nueva York. La lejanía periodística de las instituciones es a veces una distancia higiénica. Verse a uno mismo con ojos de otro es, en ocasiones, terapéutico. Pero verse constantemente a uno mismo con ojos de otro es también alienante. Europa haría bien en seguir el viejo aforismo griego: “Conócete a tí mismo” (γνῶθι σαυτόν). O, por decirlo en inglés, “Know thyself”.

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lunes, junio 25, 2012

La aporía europea

El nacionalismo nos ha legado una visión del mundo engañosa. Al menos en lo que respecta a Europa, un continente que es pre-nacional y cuyas raíces pre-nacionales escapan a los esquemas del estado-nación. La gran virtud del nacionalismo es dotar a una comunidad de una identidad colectiva y una solidaridad que hacen posible la democracia de masas. Su contrapartida es la homogeneidad necesaria para crear esa ilusión de comunidad, homogeneidad que en muchos casos se ha conseguido gracias a genocidios, deportaciones y persecuciones. La historia de la democracia de masas está manchada de sangre, como relata Michael Mann en su reciente pero ya clásico libro The dark side of democracy (Cambridge, 2005).

Para entender la idea contemporánea de Europa es necesario comprender la vocación universalista de la Iglesia Católica. No es casualidad que los padres fundadores de lo que hoy es la Unión Europea fuesen devotos católicos, como tampoco es casualidad que los auténticos europeos hayan sido siempre una élite: ayer era la élite eclesiástica que sabía latín, hoy es la élite de los ‘Eurominati’, los que entienden y saben sacarle partido a la Unión Europea, bien sean sindicalistas, agro-businessmen, abogados o profesores universitarios. La imposibilidad europea de crear una identidad continental tiene mucho que ver con las raíces católicas de la idea contemporánea de Europa: el catolicismo es universal, no particularista; Europa es cosmopolita, no nacionalista.

Cuando allá por el siglo XII Europa occidental opta por dejar de lado la idea de imperio político y convertirse en unión espiritual (léase el injustamente olvidado libro de Donald Matthew The medieval European community, Batsford, 1977), el continente opta por no ser una unión política homogénea y mantener su diversidad. De ahí que Europa case tan mal dentro de los designios del nacionalismo. Sus regiones y ciudades son anteriores a la idea de nación. Y dada la íntima relación entre nacionalismo y democracia de masas, toda unión europea jamás será una unión democrática, porque nunca habrá una nación europea. Esta es la aporía europea, y ésa es la razón por la cual la interdependencia del continente tiene siempre que dilucidarse a través de la tecnocracia o los consensos del llamado ‘directorio europeo’, una curiosa pero no casual resurrección del Concierto Europeo que consiguió afianzar los estados europeos contemporáneos (véase el libro de Jacques-Alain de Sedouy Le concert européen : Aux origines de l'Europe (1814-1914), Fayard, 2009).

Europa casa mal con la idea de nación, y por lo tanto casa mal con su correlato político, la democracia de masas. Sin embargo, Europa casa bien con la idea de universalismo y con su correlato político, el liberalismo. Curiosamente, aunque nacionalismo y liberalismo son teleológicamente divergentes (el primero tiene como fin la comunidad y es particularista, el segundo se ocupa del individuo y es universalista), hubo un momento en que el liberalismo necesitó del nacionalismo para hacer realidad su proyecto político. Para tratar al ciudadano como individuo libre e igual a sus congéneres, el liberalismo hubo de fomentar la idea de una nación que igualase a todos los individuos y los despojase de sus particularlismos de residencia, clase social y género. El trato como ciudadano quedó condicionado a la aceptación de ser español, francés o portugués. Sin embargo, Europa, como la Iglesia Católica, apela al individuo a través de su condición de ser humano o ciudadano del mundo. Para ello, Europa y la Iglesia Católica renuncian a inmiscuirse en la Ciudad del Hombre y apelan al individuo para que piense en sí mismo como integrante de la Ciudad de Dios.

Europa rompe los esquemas. De ahí que sea tan difícil de interpretar a los ojos del nacionalismo, que nos ha legado la mirada con la que hoy vemos el mundo. Pero Europa es más antigua y más rica, también por ello más compleja. Quizá necesitemos una nación Europea para tener una Europa democrática. Pero eso sería lo más anti-europeo. De ahí la aporía europea.

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lunes, febrero 06, 2012

La insoportable levedad del soberano europeo

Michael Ignatieff, el intelectual que algún día pudo presidir Canadá, ha vuelto a su hábitat natural, la academia. Y lo ha hecho con un artículo periodístico de máxima actualidad, tratando de responder a una serie de preguntas acuciantes: ¿Quién es el ‘soberano’ en estos tiempos en los que la máxima autoridad parece ser la mano invisible de los mercados? ¿Acaso esta Gran Recesión no ha puesto en evidencia que los únicos soberanos dotados de legitimidad popular –los Estados– habían aceptado, tácitamente, la idea de la auto-regulación natural de los mercados? ¿No son los rescates de los grandes bancos y aseguradoras –financiados en última instancia por el pagador de impuestos– una irónica reivindicación de un soberano político que, a diferencia de los mercados, está limitado por el territorio y la identidad?

Si hay algún lugar del mundo en el que el soberano está missing es, sin lugar a dudas, Europa. ¿Quién manda? Y, quienquiera que mande, ¿tiene legitimidad popular? El euro ha unido los destinos de un continente que no se ve a sí mismo como una nación, de ahí que el soberano europeo –carente de legitimidad popular– no pueda actuar con autoridad. El estado de Europa es el peor de los estados, a decir de Ignatieff: “soberanía sin poder e integración si legitimidad.”

Por su parte, Charlemagne advierte desde su columna en The Economist de la ausencia de legitimidad popular para aprobar la regla de oro del equilibrio presupuestario inducida por Alemania. Se trata del primer gran paso hacia una especie de constitucionalismo fiscal en Europa, en el que el poder federal (y no sus estados miembros) sería el único con capacidad de endeudarse. De nuevo, la ausencia de una nación europea requiere que las élites nacionales actúen por el bien de los ciudadanos sin los ciudadanos, de ahí la reciente reforma constitucional española, operada con urgencia y nocturnidad.

Europa va más rápido que los europeos. ¿Creará la institución a la nación? ¿Estamos ante la dura batalla por la consolidación del esqueleto que dará consistencia al cuerpo político europeo?

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jueves, enero 26, 2012

El proyecto Europa: ¿Adiós al inglés?

 
Esto es un español, un polaco, un francés, un italiano, un alemán y un británico que se juntan y… Podría ser el comienzo de un chiste sobre estereotipos nacionales europeos, pero es en realidad un proyecto de seis periódicos líderes en sus respectivos mercados para publicar un suplemento de opinión y reportajes sobre asuntos europeos (en el que, curiosamente, se incluye un reportaje sobre los estereotipos nacionales). “Europa”, un cuaderno de 24 páginas, se publicaba hoy adjunto a El País, Gazeta Wyborcza, Le Monde, La Stampa, Süddeutsche Zeitung y The Guardian, sin anunciar claramente su periodicidad: ¿mensual? ¿ocasional? Es, en cualquier caso, lo más parecido a la operacionalización de una esfera pública europea. Y, curiosamente, es una apuesta multilingüe, lo que representa una alternativa a la sección en inglés que iniciarion (exclusivamente online) Der Spiegel (semanario alemán), NRC Handelsblad (diario holandés, reemplazado por el agregador Presseurop.eu tras cerrar en junio de 2010 su servicio internacional), Politiken (diario danés) y Corriere de la Sera (diario italiano).

En una columna sobre la red paneuropea capitaneada por Der Spiegel, Charlemagne, el articulista de asuntos europeos de The Economist, sostenía que la penetración del inglés entre los jóvenes europeos (un 60% de ellos lo hablaría “bien o muy bien”, según este autor) permitiría una esfera pública europea online angloparlante. Sin hacerle ascos a la red, el nuevo proyecto Europa nace en formato impreso y deja a un lado el inglés como lengua franca para apostar por la traducción, que según el filósofo francés Étienne Balibar es el verdadero idioma de Europa. Quizá porque, como dice el semiólogo Umberto Eco en el propio suplemento, “Europa no será nunca los Estados Unidos de Europa, un solo país con una sola lengua como los Estados Unidos de América. Aquí tenemos demasiadas lenguas y culturas. Este suplemento es meritorio precisamente porque un periódico único europeo, por ahora, es una utopía”.

A continuación reproducimos las portadas de los diarios participantes en el suplemento.








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viernes, junio 10, 2011

Comunicación política en Europa: Encuentro en Forcarei (Pontevedra)

La sede en Galicia de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) organiza un encuentro sobre comunicación política en Europa que tendrá lugar en el Monasterio de Aciveiro, en la localidad pontevedresa de Forcarei, los días 13, 14 y 15 de octubre de 2011. Titulado “Imagen pública y comunicación política en la Europa actual” y dirigido por los profesores Xosé López García y Francisco Campos Freire, de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), el seminario contará con la participación de destacados investigadores como Manuel Palacio (Carlos III), María José Canel (Complutense), Xosé Luis Barreiro Rivas (USC), Víctor Sampedro (Rey Juan Carlos), y Enrique Bustamante (Complutense), entre otros. A continuación reproducimos el programa del simposio, tomado de la web de la UIMP.

Imagen pública y comunicación política en la Europa actual
13, 14 y 15 de octubre de 2011
Monasterio de Aciveiro, Forcarei (Pontevedra)


Jueves, 13 Octubre 2011

09:00 h. Presentación
  • Xosé López García. Catedrático de Periodismo. U. Santiago de Compostela
  • Francisco Campos Freire. Profesor periodismo. U. de Santiago de Compostela
  • María Esther Regueiro Fernández. Adjunta al Director UIMP
  • Alfonso Cabaleiro. Secretario General de Medios de la Xunta de Galicia.

10:00 h. De la teoría de la imagen a las políticas de comunicación e investigación en la Europa actual
  • Manuel Palacio Arranz. Catedrático de Comunicación Audiovisual. U. Carlos III de Madrid

12:00 h. La teoría y la práctica de la comunicación política en la Europa actual
  • Manuel Villoria Mendieta. Catedrático de Ciencia Política y de la Administración. U. Rey Juan Carlos

16:30 h. La imagen y la comunicación política de las instituciones europeas
  • María José Canel Crespo. Catedrática de Comunicación Política de la U. Complutense de Madrid

18:30 h. Políticas de información, comunicación e investigación en el espacio europeo actual
  • Mercedes Caridad Simón. Catedrática de Documentación de la U. Carlos III de Madrid

Viernes, 14 Octubre 2011

10:00 h. La transparencia, las filtraciones y el periodismo del siglo XXI
  • Víctor Sampedro Blanco. Catedrático de Comunicación Política.U.Rey Juan Carlos

12:00 h. Pensamiento político, estrategias políticas y medios de comunicación
  • Xosé Luis Barreiro Rivas. Director de la UIMP en Galicia. Catedrático Ciencía Política. U. de Santiago de Compostela

16:30 h. Los desafíos de los nuevos medios digitales y de las políticas de comunicación en una Europa en cambio.
  • Enrique Bustamante Ramírez. Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad Universidad Complutense de Madrid

18:30 h. La agenda de la opinión pública ante el ecosistema actual de medios.
  • José Ignacio Aguaded Gómez. Catedrático de Comunicación y Educación.U.de Huelva

19:30 h. Investigado/Investigando: Teoría de la imagen e investigación en curso sobre las Ciencias de la Comunicación.

Sábado, 15 Octubre 2011

10:00 h. Investigado/Investigando: Teoría de la imagen e investigación en curso sobre las Ciencias Políticas y Sociales

12:00 h. Los retos de la educación, de la investigación y la innovación en la Europa actual
  • Pilar del Castillo Vera. Eurodiputada coordinadora de la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo y presidenta de European Internet Foundation

13:30 h. Conclusiones
  • Francisco Campos Freire
  • Xosé López García

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miércoles, junio 09, 2010

“Join, or die”


La que se considera como la primera viñeta de la historia de los Estados Unidos de América es aquella en la que se muestra una serpiente cortada en trocitos bajo el título “Join, or die”. Publicado por el mismísimo Benjamin Franklin en su Pennsylvania Gazette en 1754, el dibujo ha sido utilizado con varios motivos desde su primera aparición, siendo su intención original la de azuzar a las colonias americanas para que se unieran contra los franceses y los indios. Con el tiempo, la viñeta ha acompañado las llamadas a la unidad federal de los Estados Unidos, frente a las veleidades confederales que abogaban por una mayor diferenciación entre sus estados. La actual crisis europea hace pertinente su aplicación a nuestro viejo continente.

Europa no es una nación, sino un racimo de naciones, decía el famoso europeísta Salvador de Madariaga. He ahí el drama de Europa, que tanto preocupaba al padre fundador Altiero Spinelli: un continente que necesita estar unido para ser competitivo en el mundo global, pero que todavía no tiene una identidad colectiva lo suficientemente sólida como para formar un gobierno dependiente del pueblo (una democracia). La actual crisis es una prueba de fuego para Europa: si los griegos y españoles son capaces de aceptar reformas inducidas por una dama de hierro germana, la idea de un presidente europeo elegido por sufragio universal será un poco menos imposible.

Los comentaristas de los medios anglosajones como James Surowiecki o Niall Ferguson lo tienen claro: España o Grecia no están mucho peor que California o Michigan. Pero estos últimos estados pertenecen a una federación que hace transferencias financieras allí donde es necesario, y cuentan con una Reserva Federal que puede comprar deuda pública, a diferencia del Banco Central Europeo, atenazado por una cláusula del Tratado de Lisboa que le impide explícitamente socorrer a un estado miembro.

El proyecto europeo siempre ha sido indirecto, frío y gris. Como si Monnet y Schuman supiesen que la unidad europea jamás se conseguiría con llamadas a la implicación popular (el modelo Spinelli), sino por la cooptación de élites nacionales y por la famosa integración funcional (lenta, por sectores económicos) en lugar de una clara división competencial legible en una constitución.

La complejidad es la consecuencia inevitable de la diversidad, se suele afirmar. El ideal europeo defiende la compatibilidad de lo pequeño (de las casi trescientas regiones o naciones del continente europeo) con lo grande (un mercado común de 500 millones de personas, el más amplio del mundo). ¿Es posible sostener tal equilibrio?

En un reciente e interesantísimo libro (Euro-clash: The EU, European identity, and the future of Europe, Oxford, 2008), el sociólogo Neil Fligstein defiende la idea de que Europa está divida entre una nueva y emergente clase netamente europea (la mujer de negocios que viaja casi a diario en el Eurostar y acumula tres números de Seguridad Social de otros tantos países europeos, o el estudiante Erasmus que se queda a trabajar en el país de destino) y otra clase social de europeos (quizá la mayoritaria) que sólo conciben su vida dentro de los confines del viejo estado-nación, al que siguen pidiendo protección en medio de la tormenta financiera que nos asola. Los primeros estarían preparados para un mercado europeo en el que un holandés les pueda arrebatar una plaza de profesor universitario, porque saben que ellos podrán hacer lo mismo en Rotterdam. Los segundos ven en esa nueva Europa una ilusión fútil, el caballo de Troya del temido neo-liberalismo, o una reedición de las conquistas hitlerianas o napoleónicas al mando de una burocracia sin rostro.

¿Están los europeos preparados para revivir el viejo sueño de los Estados Unidos de Europa? ¿O prefieren que una tecnocracia no-electa revise las cuentas de los estados antes de que éstos las ratifiquen en sus parlamentos, con tal de mantener la ficción administrativa de que nada ha cambiado? El debate entre las dos Europas (la dinámica que pide libertad y movilidad frente a la reaccionaria que pide protección y seguridad) fascina a los americanos (Fligstein es profesor en California-Berkeley), pero parece eludir a los propios europeos. ¿Hasta cuándo?

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