viernes, noviembre 07, 2008

Rahm Emanuel, fontanero mayor

Es lo más parecido a Karl Rove que tiene la izquierda estadounidense. Rahm Emanuel, que acaba de aceptar el puesto de jefe de Gabinete en la Casa Blanca, es un veterano de la era Clinton. Se le considera el gran artífice de la mayoría demócrata en las elecciones legislativas de 2006. Las fotos de aquella noche electoral, claro precedente de la nueva mayoría de Obama, muestran a un Emanuel eufórico junto a Nancy Pelosi, la portavoz demócrata en el Congreso.

Apodado “Rahmbo” por su atlético físico (iba para bailarín profesional) y por sus finos modales (“Esto es importante: No la jodas”, le espetó al mismísimo Tony Blair antes de que el Premier británico defendiese públicamente a Clinton en medio del escándalo Lewinsky), Emanuel es un personaje de película. De hecho, su trasunto televisivo, el Josh Lyman de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca, lo ha precedido en popularidad. Una vez más, la naturaleza imita al arte.

Con esta elección Obama defraudará al bando más izquierdista de su partido. Emanuel es el epítome del insider capitolino, la bestia negra para los seguidores de Howard Dean. Congresista electo por uno de los distritos urbanos de Chicago, Emanuel simboliza mejor que nadie el pragmatismo de Obama. Si el vicepresidente Biden aporta al nuevo presidente el pedigrí internacional del que carece, Rahmbo asumirá encantado el papel de poli malo, el de dóberman que ataca sin piedad a quien osa desafiar a su amo.

Emanuel es, en teoría, un fiel Clintoniano. Se cuenta que él y Hillary estuvieron detrás del lanzamiento de los “Fighting Democrats” (abreviados Fighting Dems), unos 60 veteranos de guerra que concurrieron a las legislativas del 2006 bajo el sello demócrata. El objetivo era subir el perfil guerrero de la izquierda americana frente a los Republicanos, que monopolizaban el repertorio de hazañas bélicas.

Para los interesados en conocer a fondo las tácticas del Karl Rove demócrata, recomendamos la lectura del libro The Thumpin': How Rahm Emanuel and the Democrats Learned to Be Ruthless and Ended the Republican Revolution (2007), de Naftali Bendavid, periodista del Chicago Tribune. En el momento de escribir estas líneas el libro está “temporalmente agotado” en Amazon.

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miércoles, noviembre 05, 2008

Obama, el nuevo Reagan

Obama quiere ser el nuevo Reagan. Lo dijo él mismo en un polémico vídeo que su equipo de campaña consiguió neutralizar hábilmente. Quiere ser un presidente transformador, como lo fue el difunto actor de Hollywood, quien a pesar de ser un destacado gobernador en California, nació en Illinois, el estado que eligió a Obama senador. El amanecer americano (morning in America) de Reagan quedó sutilmente cristalizado en el logotipo de Obama, con una enorme O anunciando un nuevo horizonte.

El senador de Illinois ha sorprendido en muchos aspectos. En contra de todo augurio, no se desinfló durante la campaña, sino que se creció y respondió ante cada desafío. Su retórica tiene mucho de predicador (la emoción nubla la razón) pero en varios discursos (entre ellos el famoso speech sobre la raza) y en la notable, casi sobresaliente, prosa de sus dos best-sellers (Dreams from my father y The audacity of hope) nos hemos encontrado a un líder articulado, con capacidad para pensar, analizar y comunicar. Sus propuestas para sacar a América de la crisis no han sido mucho más explícitas que las de McCain, pero al menos sabemos que estará rodeado de un buen equipo de asesores.

Obama, por su propia condición de hombre mestizo y cosmopolita, representa mejor la América del siglo XXI que McCain. El veterano de Vietnam apuntaba al pasado: Su metáfora era la de la fortaleza -“our country first” fue su lema electoral- y su vicepresidenta Palin era un guiño a la América más conservadora e insular, la América del small-town living.

Obama, como Reagan, es optimista y pragmático. Le achacan falta de experiencia, pero su conocimiento de la política en Chicago, menos violenta que en los años 20 pero igual de sucia, será el mejor entrenamiento para sus futuros tira y afloja con Irán, Rusia, y demás adversarios en la política internacional.

En cuestión de comunicación política, Obama tendrá que dar nuevos incentivos a sus seguidores a fin de no dejar morir la extraordinaria red de apoyo que ha creado. Hay quien se pregunta si Obama será no sólo el candidato-red, sino el gobernante-red, creando nuevas herramientas de interacción entre gobierno y ciudadanos. Lo veremos. Por ahora, Obama tiene enormes desafíos ante sí, entre ellos el de sobrevivir a su propio mito.

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