lunes, noviembre 21, 2022

Walter Lippmann y la Generación de 1914: explorando la conexión hispano-americana

 

El pasado 17 de noviembre de 2022 la Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid celebró en Getafe (Madrid) el simposio ‘Cien años de Public Opinion: Walter Lippmann y la Generación del 14’, en el que se exploró la conexión entre el pensamiento del legendario periodista americano con el de dos figuras clave de la Generación española de 1914, José Ortega y Gasset y Salvador de Madariaga.


El concepto de opinión pública en Ortega
Para Esmeralda Balaguer, de la Universidad Complutense de Madrid, tanto Ortega como Lippmann dotaban al periodismo de una función pedagógica en la orientación de la opinión pública. A decir de Ortega, la prensa habría reemplazado la función espiritual de la Iglesia, así como la misión rectora del Estado, que estarían ausentes en la nueva sociedad de masas. La opinión pública sería para para Ortega “la neblina que modula las opiniones de una época”, que construye el espíritu dominante. La opinión pública será la opinión latente que se esconde dentro de las opiniones particulares.

Para entender el concepto de opinión pública en Ortega es necesario aludir a las nociones de ‘creencias’ e ‘ideas’, según Balaguer. Las creencias, como la opinión pública, las compartimos con otros sin ser conscientes. En las creencias “se está”. Por el contrario, las ideas “se tienen”, son individuales. Si se tornan colectivas, devienen en creencias.

Los filósofos, las minorías, tendrían como misión construir una opinión pública formada. Para ello, el filósofo debe ir contra la opinión pública. Su misión es la de hacer que los individuos se enfrenten a la para-doxa. El filósofo, a decir de Ortega, tienen que sacar del error a la masa, suscitar una contra-opinión para hacerla reinante, que a su vez podrá ser derribada con una nueva contra-opinión.

Balaguer recuerda que para Ortega el sujeto que emana de la opinión pública es “el todos y nadie”, “la gente”, el “se” impersonal del español: “se cree que”, “es lo que se hace”, “es lo que se dice o se piensa”.

Sobre el papel de las élites en democracia
Rodolfo Gutiérrez Simón, de la Universidad Complutense de Madrid, insistió en que para Ortega y otros pensadores de su generación, elitismo y democracia no son incompatibles. Así como en la ciencia se reconoce la superioridad de ciertos genios sin que el resto de científicos se sientan mal, en democracia habría que enseñar a reconocer las superioridades humanas. Para Ortega la democracia es simplemente un modo de elección de los gobernantes que ha tenido un efecto pernicioso: dado que la democracia nos iguala (una persona, un voto), se cree que ser iguales a la hora de elegir al que manda nos hace iguales en todas las facetas de la vida.

Gutiérrez Simón encuentra tres diferencias entre el pensamiento de Ortega y Lippmann a propósito de las élites y su función en la sociedad:

  • En primer lugar, mientras que para Lippmann las élites son los insiders, los que tienen un acceso privilegiado a la información política, para Ortega las élites son un fenómeno que tiene que ver más con lo moral y lo psicológico (los que se esfuerzan, los que no se dejan llevar) y no se limitan a la esfera política, sino que incluyen otros terrenos, como el arte o la cultura.
  • En segundo lugar, también difieren en su concepción de la opinión pública. Mientras que para Lippmann la opinión pública son las imágenes que los outsiders se forman a partir de los estereotipos creados por los insiders, para Ortega la opinión pública es aquella que es sostenida por todos y por nadie en particular, lo consabido. La opinión pública orteguiana no es tan fácilmente maleable como la lippmanniana, cambiarla requiere mucho más tiempo y esfuerzo. En palabras de Gutiérrez Simón, “las élites orteguianas no están en disposición de manipular la opinión pública de un modo que sí pueden hacer las élites lippmannianas”.
  • La tercera diferencia se refiere a la relación entre los insiders/hombres-egregios y outsiders/hombres-masa. En Lippmann la quiebra entre los dos sectores es total, hasta el punto de que los insiders, como luego denunciaría Christopher Lasch, se han separado del resto de la sociedad. En Ortega, la relación entre hombres-egregios y hombres-masa debe ser dinámica: unos deben dirigir bien, mediante la ejemplaridad, los otros deben dejarse orientar. En Ortega, a decir de Gutiérrez Simón, “no es posible una separación entre los pocos y los muchos”.

Madariaga: del mundialismo al europeísmo
El legendario diplomático Salvador de Madariaga, que al igual que Lippmann estuvo en las bambalinas del poder de su época, fue un auténtico “misionero” del mundialismo. En su charla, el historiador de la Universidade de Vigo José Ramón Rodríguez Lago detalló cómo el triunfo de la URSS obligó a Madariaga a pasar de la fe en el mundialismo a la del europeísmo, de defender el pacifismo ecuménico sin fronteras regionales a apoyar una Europa occidental unida y belicosa frente a la amenaza comunista. En esa transición también quebrará otra fe: la depositada en la opinión pública. Si bien en los años 20 Madariaga lucha por convencer a la opinión pública de la necesidad de un gobierno mundial, a partir de los 30 verá a las masas muy propensas a caer en las manos del fascismo, el nazismo o el comunismo. En Anarquía o jerarquía (1935) recalcará que las democracias no tienen por qué ser liberales, que las decisiones mayoritarias pueden conducir a regímenes totalitarios.

Madariaga, articulista para Chaves Nogales
La gran divulgadora de la obra de Chaves Nogales, la filóloga María Isabel Cintas, glosó algunos de los artículos que Salvador de Madariaga escribió entre 1935 y 1945 para periódicos dirigidos por Manuel Chaves Nogales, fundamentalmente Ahora. La institución que atesora el legado documental de Madariaga, el Instituto José Coornide de Estudios Coruñeses, alberga un centenar de cartas entre el periodista y el diplomático que dan buena muestra del mutuo aprecio que se tenían.

Las ponencias presentadas al seminario están accesibles vía Youtube:

El seminario de la Carlos III es el tercer y, hasta la fecha, último homenaje a Lippmann por el centenario de la publicación de su libro Public Opinion. Antes se celebró la efeméride en Chieti, Italia (Università degli Studi “G. d’Annunzio” di Chieti-Pescara) y en Nueva York (Columbia University).

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