jueves, octubre 06, 2016

Clinton vs. Trump: ¿tal para cual?


¿Cómo es posible que un candidato tan caricaturesco como Trump esté tan igualado en las encuestas con una candidata tan experimentada como Hillary Clinton? Esta pregunta estaba en la mente de los asistentes a la mesa redonda que enfrentó el jueves 6 de octubre de 2016 a Bettina Inclán y Eduardo Soto, asesores del Partido Republicano y del Partido Demócrata, respectivamente, en el Aula Magna de la Universidad Carlos III de Madrid en su campus de Getafe.

Clinton y Trump están tan igualados porque son los únicos que se pueden destruir mutuamente, según los ponentes. Si hubiera un candidato más convencional en cualquiera de los dos bandos, a estas alturas estaría por delante en las encuestas. ¿Incluso si Jeb Bush, hermano del celebérrimo George W., estuviese al frente de los Republicanos? Sí, se comería a Clinton, reconoce incluso el asesor demócrata, ya que a diferencia de ésta el ex gobernador de Florida puede hablar directamente en español a los más de 40 millones de latinos en EE.UU. Y si desde el bando demócrata se presentase Joe Biden, el vicepresidente saliente, ganaría de calle a Trump, admite Inclán. “Es una elección única”, sostiene la asesora republicana, “los candidatos han estado en el ojo público desde hace 30 años”. Tan alto grado de conocimiento, sin embargo, no equivale a confianza. “Las encuestas revelan que muy pocos votantes los invitarían a cenar”, según Soto.

Trump se ha centrado en la economía y en los damnificados por la globalización. Pero debe gran parte de su apoyo, según Inclán, al rechazo que genera Clinton. El escándalo de sus correos electrónicos, la gestión de la crisis de Bengazi como secretaria de Estado, y la controversia de los negocios de su Fundación hacen a muchos votantes inclinarse por la antigua estrella del reality The Apprentice. Con todo, Trump no lo tiene fácil. Su misoginia le hace perder entre las mujeres, un público en el que Clinton le saca la friolera de 20 puntos de diferencia porcentual.

La estrategia electoral de Clinton en 2016 es diferente a la de 2008, según Soto. Cuando se enfrentó a Obama, Hillary se vendió a sí misma como una alternativa pendular a Bush, mientras que Obama se presentó como el candidato del consenso. Curiosamente, ahora Clinton ha adoptado ese papel conciliador, mientras que Trump sería el candidato rupturista, deseoso de llegar a Washington, D.C. para ‘resetear’ el Gobierno federal. “Esta elección es para muchos una elección contra Washington”, según Inclán.

¿Cómo afectará la candidatura de Trump al futuro del Partido Republicano? La asesora del Grand Old Party admitió que es una pregunta que le hacen a menudo en los últimos meses. Pero Trump, más que como republicano, es visto “como una marca en sí mismo”, ajena a las filiaciones ideológicas tradicionales, a decir de Inclán. También dejó entrever que se rumorea que un Trump perdedor trataría enseguida de volver a la televisión, aprovechando el momento bajo que vive Fox News a raíz del escándalo de abusos sexuales de su antiguo CEO Roger Ailes.

Seguramente que más de un republicano deseará que Trump escuche pronto aquella famosa frase que con tanto orgullo profería en The Apprentice: “You’re fired!”

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miércoles, octubre 05, 2016

La UE tras el Brexit: esperando un respiro


Publicado en: La Revista de ACOP, Nº 9 (segunda etapa), octubre de 2016, pp. 26-27.

Cuenta Paulo Rangel, vicepresidente del grupo popular en el Parlamento Europeo, que en sus siete años de eurodiputado nunca se había encontrado con una agenda tan apretada a la vuelta de vacaciones: Brexit, reunión de líderes europeos en Bratislava, sanciones a España y Portugal por incumplimiento del déficit, crisis de los refugiados, relaciones con Turquía… El proyecto europeo ha sufrido muchos baches a lo largo de sus casi 60 años, pero ninguno tan impactante como el de la previsible salida del Reino Unido tras el ajustado referéndum del pasado mayo. Por primera vez, la ‘ever closer union’ de los tratados da marcha atrás y la desintegración es ya una hipótesis posible.

El Reino Unido, no obstante, se hace el remolón. Para el eurodiputado laborista Richard Corbett, conocido europeísta además de notable académico, la renuencia del Gobierno británico a activar el Artículo 50 para dejar la Unión es comprensible. Desde el momento en que se invoque dicho artículo, Gran Bretaña tendrá solo dos años para negociar, y antes tiene que tener clara su posición respecto a un dilema irrenunciable: dejar el Mercado Común Europeo y tener de nuevo una barrera arancelaria con el continente, o permanecer en el Mercado sin posibilidad de influir en su legislación, como hace Noruega.

Deshacer los lazos con la UE no será fácil: Reino Unido tendrá que replantearse su relación con los programas de investigación europeos (Horizonte 2020), la colaboración policial (Europol), el intercambio de estudiantes (Erasmus) y, paradójicamente, tendrá que pensar si recrea a escala nacional la parte de la burocracia técnica que ya estaba comunitarizada, como la vigilancia de la aplicación de regulaciones sobre productos químicos que hasta ahora lleva la European Chemicals Agency. “Lo normal es que un referéndum cese el debate sobre la cuestión en juego, pero en este caso no ha sido así”, afirma Corbett. “Irlanda del Norte y Escocia votaron por quedarse y la web de peticiones del Parlamento ha recibido un número récord de solicitudes para la celebración de un segundo referéndum”. Quizá si los ciudadanos comunitarios residentes en Reino Unido hubiesen tenido derecho a votar en la consulta (derecho que sí tuvieron mozambiqueños o cameruneses por su condición de ciudadanos de la Commonwealth), el resultado habría sido diferente.

Por si fuera poco, el inicio curso político europeo, marcado por el discurso sobre el estado de la Unión pronunciado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo a mediados de septiembre, ha coincidido con la gira de presentación del libro El euro: cómo la moneda común amenaza el futuro de Europa (Taurus, 2016), del premio Nobel de economía Joseph Stiglitz. Incluso eurodiputados europeístas como el popular Pablo Zalba admiten que el euro no es sostenible en su actual condición, aunque no aventuran, como Stiglitz, su posible partición en dos, con un euro norteño y otro sureño.

A la fractura norte-sur se suma la división este-oeste, con los países de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) manifestando una oposición furibunda a las cuotas de refugiados sugeridas por la Comisión Europea, que ya no serán obligatorias sino voluntarias para no fracturar todavía más la Unión. Mientras tanto, Alemania y Suecia asumen más refugiados que nadie en Europa, si bien son los países en vías de desarrollo los que acogen al 85% de aquellos que buscan asilo fuera de su país, según la eurodiputada liberal sueca Cecilia Wikström.

La primera sesión parlamentaria de septiembre en Estrasburgo se celebró bajo unas temperaturas inusualmente altas para la época del año. Pero no hablemos del cambio climático, porque necesitamos, como la propia Unión, un respiro.

Nota: el autor desea agradecer a la Representación en España de la Comisión Europea su invitación para asistir al debate sobre el estado de la Unión en Estrasburgo, celebrado el 14 de septiembre de 2016.