El Centro para la Investigación en Comunicación y Cultura de la Universidad Católica de Lisboa acaba de abrir el período de presentación de candidaturas para la segunda edición de su escuela de primavera (‘spring school’). Durante una semana (del 2 al 6 de abril de 2013) una veintena de estudiantes de máster y doctorado podrán presentar, en inglés, sus proyectos de tesis ante expertos en distintas metodologías de investigación. El seminario se organizará en las siguientes sesiones temáticas:
2 de abril: The Impact of the Internet and Global Recession on Media Systems, Rasmus Kleis Nielsen (Oxford University).
3 de abril: Western Media Systems, Jonathan Hardy (University of East London).
4 de abril: Transnational Media Corporations in China and Asia, Anthony Fung (Chinese University of Hong Kong).
5 de abril: Media Systems in Latin America, Silvio Waisbord (George Washington University).
6 de abril: The Lusophone Media Systems: Alterations following the 2008 World Economic Crisis, Rita Figueiras and Nelson Ribeiro (Catholic University of Portugal).
Los estudiantes que deseen participar en los talleres tienen hasta el 31 de enero de 2013 para enviar un resumen de su proyecto de investigación (7.000 caracteres como máximo, incluyendo referencias), además de su currículum vítae y una carta de motivación. Estos documentos deberán remitirse a Sonia Pereira (sonia.pereira[@]fch.lisboa.ucp.pt).
Para más información, consúltese la Call for Applicants en la web de la escuela.
La Universidad de Manchester (Reino Unido) busca un becario de investigación postdoctoral para analizar la cobertura del Islam en las televisiones del Reino Unido, Francia y Rusia. La duración del trabajo sería de 12 meses, a contar a partir del 28 de febrero de 2013. El proyecto está financiado por el Arts and Humanities Research Council (AHRC) británico. La fecha límite para el envío de candidaturas es el 14 de diciembre de 2012. Más información en la web de la Universidad de Manchester.
Mas Consulting y George Washington University organizan la décima edición del Seminario International en Comunicación Política, que tendrá lugar en Madrid el 14 de diciembre de 2012, en apenas un par de semanas. La jornada contará con la presencia de consultores de los partidos Demócrata y Republicano, además de expertos y periodistas españoles. A continuación reproducimos el programa del encuentro, disponible en la web de Mas Consulting:
10º Seminario Internacional de Comunicación Política
Viernes, 14 de diciembre de 2012
Aula Magna de la Universidad Pontifica Comillas (ICADE), C/Alberto Aguilera, 23, 28015, Madrid.
Programa
8:30 - 9:15 Acreditación.
9:15 - 9:30 Bienvenida y presentación.
9:30 - 10:30 Comunicación en tiempos de crisis política: claves del liderazgo político actual.
Peter Fenn, profesor de The George Washington University y consultor del Partido Demócrata.
10:30 - 11:00 Pausa.
11:00 - 12:30 Lecciones de la campaña de Barack Obama.
Jim Margolis, presidente de GMMB, la agencia de publicidad principal de las campañas de Obama en 2008 y 2012.
12:30 - 14:00 Lecciones de la campaña de Mitt Romney.
César Martínez, asesor de la campaña de Romney-Ryan 2012.
16:00 - 17:30 ¿Y después de la era Obama qué? ¿Hacia dónde va el futuro de la comunicación política?
Andoni Aldekoa, Director delegado de Alcaldía del Ayuntamiento de Bilbao.
Antoni Gutiérrez Rubí, Consultor de comunicación.
Daniel Ureña, Socio-Director de MAS Consulting.
17:30 - 19:00 Periodistas y políticos: claves para una buena relación.
Helena Resano, presentadora de informativos de La Sexta.
Sonia Sánchez, Jefa de Política de la Cadena SER.
Vicente Vallés, Antena 3, presentador de informativos de Antena 3.
19:00 Clausura y entrega de certificados.
Observaciones:
Se ofrecerá servicio de traducción al español para las sesiones dictadas en inglés.
Todos los participantes recibirán el Certificado Académico de The George Washington University.
En su reciente libro Magazine journalism (Sage, 2012), Tim Holmes y Liz Nice aseguran que las revistas son el formato periodístico más exitoso de la historia. Quizá los responsables de Newsweek, el histórico semanario norteamericano que acaba de anunciar su cierre (al menos en versión impresa) para finales de año, no coincidan con semejante afirmación. El caso es que las revistas siempre han estado a la vanguardia del diseño en prensa y han jugado un papel infraestimado en la historia del periodismo y la democracia. ¿Qué sería de la Transición española sin Cambio 16, Cuadernos para el Diálogo o Triunfo?
Mientras la industria de las revistas ha puesto sus esperanzas en la web y, sobre todo, en las tabletas, los quioscos han sido testigos de la inusitada revitalización de otro clásico, Businessweek, tras su compra por parte de Bloomberg hace un par de años. Curiosamente, la clave de la renovación de Businessweek no ha sido su versión online, sino la propia revista en papel. De hecho, Richard Turley, su joven resideñador, en lugar de imitar los menús de navegación en la red, ha querido sacarle el máximo partido a la experiencia de leer en papel. Sus portadas recuerdan el desenfado de George Lois en Esquire, y sus trabajadísimos infográficos y originales composiciones de página hacen que, en efecto, se disfrute de la lectura en formato impreso. Turley, por cierto, estará este viernes 23 de noviembre en Madrid, en el marco de un congreso sobre diseño en prensa en la Universidad San Pablo CEU.
El diseño de las publicaciones tiene más importancia de lo que parece para la comunicación política. En su ya clásico The form of news (Guilford, 2001), Kevin Barnhurst y John Nerone hacen una clasificación de las funciones de los periódicos en democracia a partir de su aspecto visual. Así, la prensa habría pasado de ser una especie de gran bazar (con múltiples noticias por página y escasa interpretación) a un actor político más decisivo, con la voluntad de marcar la agenda diaria mediante una tematización más selectiva.
Quizá lo peor de todo es que muy pocos llorarán la muerte de Newsweek (o, por extensión, la de Time, otrora base del imperio forjado por el carismático editor Henry Luce). Tal vez se eche de menos el giro cosmopolita que hace unos años le dio Fareed Zakaria, las columnas del politólogo Andrew Moravcisk sobre la actualidad europea o los audaces comentarios del historiador Niall Ferguson. Pero poco más. No sabemos si Bloomberg Businessweek será capaz de invertir el curso del Amazonas. Pero, a diferencia de Newsweek, es un producto por el que vale la pena morir en el intento.
Este viernes, 23 de noviembre de 2012, se presentarán en Madrid los resultados del proyecto de investigación europeo MEDIADEM, cuyo objetivo es identificar las políticas que pueden favorecer el desarrollo de medios de comunicación libres e independientes en los países del continente. El simposio tendrá lugar en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Plaza de la Marina Española, 9) de 11.30 a 14 horas y se centrará en las siete recomendaciones que los investigadores harán a la Comisión Europea (financiadora a su vez del proyecto a través del Séptimo Programa Marco) para el desarrollo de la libertad de información en España:
La mejora de la calidad del marco legal: mejores instrumentos adaptados a la sociedad digital y más transparencia en el proceso del desarrollo normativo.
La creación de un único órgano de supervisión de las actividades de los medios (desde la economía a la diversidad y la pluralidad).
La profesionalización de la gestión de los medios públicos de comunicación: auténticos órganos profesionales, buen gobierno corporativo e independencia de los servicios informativos.
El incremento de la participación social en los medios públicos y en las instituciones.
El fomento del buen gobierno corporativo en las empresas periodísticas.
El apoyo a la reestructuración industrial del sector y el fomento del periodismo emprendedor.
La promoción de la neutralidad de la red, la liberalización de los servicios digitales y la creación de una oficina de alto nivel en materia de tecnología.
El acto de presentación comenzará a las 11.30hs. con las intervenciones de Emilio Guichot (Universidad de Sevilla) y Ana Azurmendi (Universidad de Navarra), que explicarán la situación del marco legal actual de los medios en España y las posibles vías de desarrollo regulatorio. A continuación, a las 12.30 hs., Guillermo López (Universidad de Valencia) y Aurelio Martín (vicepresidente de FAPE) abordarán la situación profesional del periodista español, indagando en las oportunidades que ofrece el periodismo emprendedor. Finalizará Juan Luis Manfredi, investigador responsable del proyecto MEDIADEM en España, quien presentará a las 13.30hs. las propuestas arriba referidas. Clausurará el acto Susana de la Sierra, actual directora general del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA) y anterior responsable del proyecto de investigación entre 2010 y 2011.
El acto está abierto al público, pero se recomienda registro previo en la dirección juan.manfredi[@]uclm.es para facilitar el acceso al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
El Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) iniciaba ayer con el profesor James Curran un ciclo de conferencias sobre “Ciudadanía, Internet y democracia”. Entre los próximos invitados figura Evgeny Morozov, autor del ya famoso libro The net delusion (que, por cierto, tuvo un claro precedente en otro libro menos conocido, Open networks, closed regimes). Reproducimos a continuación el programa, recordando que las conferencias pueden verse en directo desde la propia web del CCCB:
Lunes, 12 de noviembre, a las 19.30 hs. «Malentendidos en torno a internet y la democracia»
James Curran, director del Goldsmiths Leverhulme Media Research Centre y catedrático de Comunicación en el Goldsmiths College, de la Universitat de Londres. Presenta Vicent Partal, periodista, director de VilaWeb.
Lunes, 19 de noviembre, a las 19.30 hs. «Crítica de Facebook y medios sociales alternativos»
Geert Lovink, profesor de la Escuela de Medios Interactivos de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam y director del Institute of Network Cultures. Presenta Karma Peirò, periodista especializada en Internet y profesora de la Facultad de Comunicación Blanquerna-Universidad Ramon Llull.
Martes, 27 de noviembre, a las 19.30 hs. «Aquí hay algo que ver: Contravisualidad, nuevos medios y el movimiento "Occupy"»
Nicholas Mirzoeff, profesor de Medios, Cultura y Comunicación en la Universidad de Nueva York. Presenta Anna Maria Guasch, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona y crítica de arte.
Viernes, 30 de noviembre, a las 19.30 hs. «Reflexiones sobre la Primavera Árabe: ¿Qué habéis hecho con la #libertad?»
Mesa redonda con Samuel Aranda, fotoperiodista, y Leila Nachawati, activista en favor de los derechos humanosy profesora de Comunicación de la Universidad Carlos III de Madrid. Modera Mayte Carrasco, reportera de guerra independiente, especialista en revoluciones árabes y novelista. En el marco de la exposición Samuel Aranda #Después de la primavera.
Martes, 4 de diciembre, a las 19.30 hs. «¿Cómo controlar a los nuevos intermediarios digitales?»
Evgeny Morozov, periodista, experto en Internet y nuevas tecnologías. Presenta Albert Sáez, director adjunto de El Periódico y profesor de la Facultad de Comunicación Blanquerna-Universidad Ramon Llull.
El Comité de Investigación en Comunicación Política de la International Political Science Association (IPSA) celebrará su conferencia anual en la Masaryk University de Brno (República Checa) los días 8 y 9 de noviembre de 2012. El programa, que puede descargarse en PDF, incluye ponencias a cargo de investigadores de universidades españolas:
"Spanish TV portray of terrorism during the 2008 campaign: An example of polarised pluralism?", Óscar G. Luengo & Javier G. Marín (Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad de Granada).
"The communication strategy in the government of Rajoy", Rubén Tamboleo García (Complutense Institute of Management Science, Universidad Complutense de Madrid).
¿Cómo hacer digeribles las medidas de austeridad? ¿Cómo apaciguar los ánimos populares cuando el ambiente callejero invita a la rebelión? ¿Cómo ganarse el apoyo de un electorado cada vez más desafecto con la clase política? El Center for Public Leadership and Government del IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa) celebrará este miércoles, 31 de octubre de 2012, una sesión extraordinaria sobre la comunicación política de la crisis en la que intervendrán Andoni Aldekoa, director de gabinete del alcalde de Bilbao, y Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública. Actuará como moderadora la profesora María José Canel (Universidad Complutense de Madrid) y presentarán la jornada José Ramón Pin y Pablo García-Manzano, director académico y director ejecutivo, respectivamente, del Center for Public Leadership and Government. La cita será en el auditorio del IESE en Madrid, de 19.30 a 21.00 horas. Colaboran la Fundación Rafael del Pino y la Asociación de Comunicación Política (ACOP).
Siendo la crisis económica el tema central de la conferencia, las ponencias sobre el movimiento de los indignados no podían faltar. Entre ellas destacan las siguientes:
Marina Prentoulis (University of East Anglia) y Lasse Thomassen (Queen Mary, University of London), Autonomy and Hegemony in the Squares: The 2011 Protests in Greece and Spain.
Ruth Sanz Sabido (De Montfort University), Indignados and Social Networking Sites: Defending Democracy and the Right to Protest.
Francisco Sierra Caballero, Javier Moreno Gálvez, David Montero, Tommaso Gravante (Universidad de Sevilla), Internet Activism and Emerging Political Practices. A Bottom-Up Study of the ‘15M’ Movement in Spain.
El programa del congreso y los resúmenes de las presentaciones están disponibles en PDF.
La concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea es, como reza el editorial de Le Monde del 13 de octubre, “ampliamente merecida”. Pero la paz vino a cambio de la despolitización. La Unión Europea nos libró de la guerra, pero a cambio nos libró también de la política. De hecho, la famosa declaración Schuman no fue un acto constituyente fruto de una revolución popular, sino todo lo contrario: la declaración de intenciones de un proyecto de despotismo ilustrado, fundamentado en la paulatina y supuestamente inevitable integración funcional de sectores económicos. No podía ser de otra manera, pues ésa era la mejor solución para la aporía europea: la de integrar a un continente que no es (al menos todavía) un pueblo.
Tienen razón los que dicen que la Unión Europea es un proyecto único, sin precedentes en la historia. Es, de hecho, el ensayo de una federación mundial, imposible de realizar mientras el mundo humano sea político (fundamentado en identidades y en conflicto), o mientras el mundo sea un pluriverso y no un universo. Esta es la razón por la cual la Unión Europea no es ni será jamás popular, porque no apela al colectivo sino al individuo. En este sentido, es un proyecto puramente liberal: tiene por objetivo crear un espacio de libre comercio y vida privada. La UE tiene dificultades para levantar pasiones porque no se define como colectivo (¿por qué no integrar a Turquía? ¿e Israel? Y ya puestos, ¿por qué no a Japón?). Al no saber lo que es, tampoco es capaz de definir al otro, al enemigo. Se niega, porque no quiere adherirse a las categorías de un mundo dividido por identidades colectivas. La Unión Europea es el proyecto del individuo en cuanto a ser humano, no en cuanto a nacional europeo. La UE es la cristalización política del cosmopolitismo, con todos sus correlatos: belleza etérea y frígida. Amar a la UE es querer a la novia mecánica.
Durante décadas, los europeístas se han empeñado en decir que la Unión adolece de un problema de comunicación. Si los periodistas informasen más y mejor, y si los líderes nacionales ejerciesen una labor pedagógica sobre lo que es la UE, las gentes de Europa sabrían apreciar la Unión y participarían más. Diagnóstico equivocado. El problema de la UE no es de comunicación, sino cultural y estructural. Los europeístas deben asumir, o por lo menos debatir, las siguientes provocaciones:
1.- La democracia de masas está íntimamente ligada al nacionalismo. Para que los europeos aceptemos decisiones redistributivas sin que chirríe el sistema, necesitamos una identidad común. De lo contrario, ocurrirá lo que estamos viendo: los periféricos tildarán a Merkel de nazi, y los alemanes querrán cerrarle el grifo a los vagos del sur. El nacionalismo tiene un doble filo: por una parte, se fundamenta en una ficción de homogeneidad, que a menudo se consigue mediante guerras, deportaciones y genocidios. Por la otra, permite la democracia de masas al crear una comunidad de solidaridad. La creación de esa homogeneidad es un proceso muy sucio (véase Turquía), pero una vez conseguida se puede establecer una democracia de masas. No hay nada más anti-nacionalista y, por lo tanto, anti-democrático (en el sentido de un pueblo, demos, que detentaría el poder, el kratos) que la UE. Y no es ningún escándalo que así sea: no hay otra solución para integrar tal diversidad. Mientras no exista nación europea, es peligroso jugar a la democracia a escala europea. Intuitivamente, los padres fundadores lo sabían, de ahí que optasen por un programa funcionalista, de integración sectorial. Como el gobierno de élites carecía de legitimidad popular, a mediados de los 60 los gobiernos nacionales entraron 'a saco' en las Comunidades Europeas, dando forma a la confederación que tenemos hoy en día, con el Consejo Europeo al frente de la nave. La creación de un Parlamento Europeo calmó a los federalistas, pero debido a ese déficit cultural (Europa no es una nación), todavía carecemos de una misma normativa electoral para las elecciones europeas, no existen partidos europeos (salvo en el papel) y las elecciones europeas no determinan un cambio de gobierno (¿estaríamos dispuestos a elegir entre un candidato conservador de Estonia y uno socialista de Rumanía?). La baja participación electoral en las europeas no es fruto de la ignorancia de los europeos, sino una actitud plenamente racional.
2.- El interés europeo se defiende mejor en secreto. Al no existir una identidad europea, la tan lamentada falta de transparencia de las instituciones europeas es, paradójicamente, la mejor manera de defender un interés europeo. Mientras no exista una opinión pública europea, airear las concesiones que unos gobiernos hacen para obtener una ventaja en una futura negociación no tendría sentido, ya que paralizaría la maquinaria institucional. Los gobiernos nacionales necesitan el secreto para poder traicionar temporalmente a su propio pueblo, que se verá beneficiado por una futura concesión que no se puede revelar en el momento de la aparente traición. Existe, por lo tanto, un interés poco confesable para mantener el secreto en el gobierno de la UE. Hay otras dos fuentes extra de secreto además de la proveniente del equilibrio de los intereses nacionales: la planificación tecnocrática y la ‘gobernanza’ corporativa. La planificación tecnocrática de la Comisión Europea podría definirse, a grandes rasgos, como una benigna conspiración. Si no fuese por el despotismo ilustrado europeo, España jamás disfrutaría de la legislación ambiental actual. De hecho, muchos gobiernos locales solo acceden a construir depuradoras de residuos ante la amenaza de una multa europea. Sin embargo, el aislamiento del control popular ha devenido en un exceso de gasto en infraestructuras, sobre todo en los países del sur europeo, como España. Los gastos están perfectamente auditados, pero nadie se pregunta por qué o quién decidió tal gasto. Y, gracias al principio de subsidiaridad, no tenemos a ningún representante europeo cortando las cintas de las inauguraciones financiadas a un 80% por los fondos FEDER. La ‘gobernanza’ es el sinónimo amable del viejo ‘corporativismo’, mediante el cual la sociedad civil organizada co-legisla con el gobierno. En el caso europeo, como no tenemos un pueblo europeo detrás, la Unión Europea llega a la sociedad civil organizada, pero no a la sociedad en general, inorgánica, sin línea directa con Bruselas.
Estas reflexiones no deberían conducir a la rasgadura de vestiduras. Europa es anterior al concepto de nación y a la democracia de masas. De ahí que se dotase de unas instituciones sui géneris, como pedía el insigne diplomático Salvador de Madariaga. Por cierto: aunque su busto adorna la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, Madariaga no creía en un Parlamento Europeo porque no creía en la idea de una nación europea.
No hay nada malo, todo lo contrario, en desear una democracia a escala europea. Los ‘Eurominati’, los que están conectados de alguna manera a la maquinaria EUropea, junto con los estudiantes Erasmus, son los primeros en poseer lo más parecido a una identidad europea que haría esa democracia continental posible. Pero deben afinar en el diagnóstico, deben ser conscientes de los condicionantes estructurales y culturales de la UE, en lugar de echarle la culpa a los periodistas o a los líderes nacionales. Europa no necesita una artillería propagandística mejor organizada, sino reflexionar sobre la íntima relación entre democracia de masas y nacionalismo. También necesita reconocer los incentivos anti-populares de las propias instituciones europeas. Allí donde no hay una identidad que apoye decisiones redistributivas, el secreto y la tecnocracia son necesarios, imprescindibles para el gobierno de una comunidad que no es una nación. Suena feo… pero es así. ¿O no?
Se cumple estos días medio siglo de la publicación de uno de los libros más influyentes en la historia de las ciencias sociales: Strukturwandel der Öffentlichkeit. Untersuchungen zu einer Kategorie der bürgerlichen Gesellschaft, de Jürgen Habermas, traducida al español como Historia y crítica de la opinión pública: La transformación estructural de la vida pública en 1981 (Barcelona, Gustavo Gili). El libro está rodeado de una leyenda no muy conocida que es necesario recordar: así como a Michael Jordan no lo aceptaron en el equipo de baloncesto de su colegio, y así como a los Beatles les negaron su primer contrato en Decca, Jürgen Habermas tuvo que mudarse de universidad (de Frankfurt a Marburg) porque el mismísimo Horkheimer no gustaba de su tesis de habilitación, que irónicamente acabaría por convertirse en uno de los libros más citados en todo el mundo.
El éxito del libro no fue inmediato. Empezó a ser popular tras su traducción al inglés en 1989, esto es, 27 años después de su publicación original. El desfase temporal tuvo sus consecuencias: el volumen pasó a ser una especie de Santo Grial, recién descubierto, en el que se prefiguraban muchas de las consideraciones contemporáneas sobre la democracia deliberativa, concepto muy en boga en la década de los 90 que el libro de Habermas ayudaría a dotar de pedigrí. Sin embargo, esta tardía traducción hizo que el libro se entendiese fuera de su contexto, la Alemania de Konrad Adenauer, y que se pasase por alto la crítica de Habermas al neo-corporativismo de los grandes sindicatos, el gobierno y los empresarios. De hecho, el libro de Habermas puede entenderse como otra prefiguración: la advertencia del reverso tenebroso de la llamada democracia asociativa, en la que la sociedad civil organizada acaba reemplazando a la ciudadanía inorgánica. Curiosamente, este último fenómeno es una de las características definitorias de la Unión Europea, pero el propio espíritu europeísta de Habermas hace que el genio alemán no vea en el nivel supranacional lo que tan evidente le resultaba en su propio país en los años 60.
Conviene destacar que las reflexiones de Habermas sobre la visibilidad del poder están inspiradas en los escritos del controvertido jurista pro-nazi Carl Schmitt (1888-1985), al que el propio Habermas cita en las primeras páginas del libro. Habermas está más cerca del derecho positivo (el derecho creado por los hombres) que del derecho natural (de inspiración inmanente o divina), pero no puede escapar de la larga sombra de Schmitt, a quien vuelve de nuevo a criticar en una de sus últimas aportaciones: “‘The Political’: The Rational Meaning of a Questionable Inheritance of Political Theology”, en Eduardo Mendieta y Jonathan VanAntwerpen (eds.), The Power of Religion in the Public Sphere(Columbia University Press, 2011).
Con motivo de las bodas de plata entre el libro de Habermas y la comunidad académica, las universidades de Copenhague y Aalborg preparan un seminario doctoral que tendrá lugar en Copenhague del 3 al 5 de diciembre de 2012, y para el que se aceptan propuestas de ponencias por parte de doctorandos. El seminario contará también con la intervención de consolidados académicos: Jostein Gripsrud (Bergen University), Hans-Jörg Trenz (University of Copenhagen), Rasmus Helles (University of Copenhagen), Mikkel Fugl Eskjær (University of Aalborg) y Stig Hjarvard (University of Copenhagen).
La traducción del término alemán “Öffentlichkeit” sigue siendo debatida. Parece que el equivalente más fidedigno sería “publicidad”, en el sentido de “lo público”, pero por influencia del inglés triunfó una metáfora geométrica, “la esfera pública”. El libro de Habermas es, en todo caso, más citado que leído. Es de esperar que el 50 aniversario sirva para releer y comprender, en lugar de hablar de oídas, el clásico del Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales de 2003. El presidente del jurado de aquel premio, por cierto, era el influyente político gallego Manuel Fraga (1922-2012), que llegó a ser amigo personal del mismísimo Carl Schmitt, la bestia negra de Habermas. Fraga consultaba a Schmitt cuando hacía su tesis doctoral sobre Luis de Molina (1535-1600), teólogo jesuita de origen conquense, defensor del libre albedrío.
A los tradicionales ingredientes que hacen de un acontecimiento algo noticiable (novedad, conflicto, proximidad, interés humano, etc.) hay que añadir, en la era de Twitter, el de viralidad. Así parece deducirse de la práctica periodística de Buzzfeed, la nueva sensación en Estados Unidos. Su ensalada de contenidos no difiere mucho de las frivolidades con las que Yahoo y otros proveedores de correo regalan a sus usuarios: lista de los famosos mejor pagados, fotos de 'freaks' disfrazados de zombies, filtraciones sobre el iPhone 5… Lo importante para el periodismo es que Buzzfeed ha convertido su nueva sección de política en un referente de la campaña presidencial norteamericana. ¿Por qué? Porque Twitter es muy popular entre los usuarios más politizados, y porque los contenidos de Buzzfeed (apenas un titular, un subtítulo y una foto llamativa) están pensados para ser retuiteados. Eso sí, sus gestores, entrevistados en un reportaje para The New Republic, presumen de crear contenidos originales. Al frente de la sección de política está Ben Smith, conocido por sus exclusivas en Politico. Los críticos señalan que Buzzfeed no ayuda a entender la actualidad, sino que simplemente trata de sacarle punta a los gazapos de los políticos. Según David Weigel, de Slate, las mayoría de las noticias electorales que uno puede leer en Twitter son "espumosas" y "olvidables". Quizá Buzzfeed sea precisamente eso, periodismo espumoso.
Cuando este domingo leía el perfil que el Washington Post hacía sobre Paul Ryan, el candidato republicano a la vicepresidencia de EE.UU., había una cosa que no me cuadraba: su catolicismo. Recordemos que lo que más molestaba al politólogo Samuel Huntington de los latinos en EE.UU. era la presunta relación entre catolicismo y ‘fatalismo’, la creencia de que el ser humano tiene poco en su mano para cambiar su destino. Toda una afrenta al credo protestante y al ethos norteamericano, que pone toda la responsabilidad en el individuo. Pero el perfil religioso que sobre el congresista de Wisconsin ha publicado el Pew Forum on Religion & Public Life me ha hecho encajar las piezas. El principio católico que guía la praxis política de Ryan es el de la subsidiariedad, que defiende la idea de que las entidades administrativas superiores no deben ocuparse de aquellas tareas que puedan realizar las entidades administrativas inferiores. Una doctrina de autonomía local que legitima una mayor independencia de los Estados frente a las ambiciones centralizadoras del poder federal. Curiosamente, el principio de subsidiariedad, de raigambre católica aunque con réplicas en el mundo protestante, es una de las claves de bóveda de la Unión Europea. Con un matiz: la UE no es una federación ni una nación (no hay edificios ‘federales’ de la UE en cada Estado miembro, y el poder supranacional de la Comisión Europea es intencionadamente tecnocrático, independiente de las voluntades populares) por lo que el principio de subsidiariedad contribuye a hacer más invisible (si cabe) al poder supranacional europeo.
Aclarada la paradoja católica, el resto de fuentes intelectuales de Ryan son más predecibles. El libro de cabecera de su adolescencia fue Atlas Shrugged (La rebelión de Atlas, 1957), de Ayn Rand, musa libertaria que era un auténtico personaje de novela. Tal era su aversión al Estado y a lo colectivo que Federico Jiménez Losantos, líder del commentariat libertario español, la considera más anarquista que liberal. Los libros de Rand siguen siendo long-sellers en EE.UU., quizá porque es la autora que mejor expresa el deseo de los líderes de despojarse de las ataduras de los comités que les hacen producir camellos cuando quieren diseñar caballos. Rand ensalza la libertad del creador individual frente al conservadurismo y la incomprensión de las masas. Su credo se resume en el famoso discurso del arquitecto Howard Roark en la novela The Fountainhead (El Manantial, 1943), llevada al cine por King Vidor en 1949. Rand es un éxito entre los adolescentes norteamericanos, talvez porque es en esa edad cuando el joven quiere separarse de su entorno y encontrarse a sí mismo en su sacrosanta individualidad. Por no hablar de la maravillosa bondad de ajuste entre el espíritu libertario de Rand y la (muy americana) idea de que hacerse rico no es algo moralmente reprobable, sino encomiable.
Cuenta el Post que cuando Ryan era el chico de los recados del senador Robert Kasten a principios de la década de los 90, leyó dos de los libros que han sustentado el credo neoliberal: The Way the World Works(1978), de Jude Wanninski, del que Reagan reconoció haber copiado su modelo económico, y Wealth and Poverty (1981), de George Gilder, en el que se defiende la superioridad del mercado sobre la economía planificada de los gobiernos.
Y si es cierto que las compañías nos sirven para definir a las personas, podemos conocer a Ryan a través de dos de sus amigos en el mundo periodístico: Paul Gigot, editorialista del Wall Street Journal, y William Kristol, el director de la revista conservadora Weekly Standard.
Es Paul Ryan, y no su compañero Mitt Romney, la auténtica némesis de Obama. A falta de una autobiografía como Dreams From My Father, nos quedamos con un manifiesto intelectual que sabe a programa de gobierno: A Roadmap for America’s Future (2008).
Cuando a un político británico se le recrimina un desvío de su programa electoral, suele traer a colación a Edmund Burke, vieja gloria del conservadurismo isleño y autor de la teoría de la representación como mandato de confianza (trustee model of representation). Frente a la idea de representación como delegación (o delegate model of representation, en el que el diputado llega al Parlamento para trasmitir las preferencias del electorado), la representación como mandato de confianza deja libre al diputado para ejercer su juicio individual considerando la información que maneja una vez llega a una posición de responsabilidad. En otras palabras: según Burke, para ser buen gobernante hay ocasiones en las que hay que traicionar al electorado. Esta es, en parte, la esencia de la democracia representativa frente a la democracia directa.
El recurso a Burke es tan común entre los políticos británicos que allí suena a excusa fácil. Sin embargo, dado que Burke no es tan familiar en España (pese a la existencia de una fundación que lleva su nombre), resulta sorprendente que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, no lo haya sacado de la chistera para justificar las decisiones que contradicen su programa electoral. La teoría del representante independiente la expuso Burke en su famoso “Discurso a los electores de Bristol” (1774). Lectura breve e intensa, como las propias vacaciones del presidente.
Lo dejó escrito, a modo de testamento, en 1904. En un artículo publicado en The North American Review (hay versión en castellano, editada en forma de libro en 2011 por Gallo Nero Ediciones), Joseph Pulitzer pedía la creación de una escuela universitaria para periodistas. La salud de la democracia en Estados Unidos dependía, a su parecer, de la profesionalización de los reporteros. Su sueño se hizo realidad en 1912, un año después de su muerte, con la creación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 1917 se instituirían los famosos premios Pulitzer.
El centenario de la escuela de Columbia, que estos días se celebra en el legendario campus de Harlem, no podía coincidir con un momento más sombrío para la profesión periodística. Internet ha laminado la capacidad de intermediación comercial de los medios convencionales (anunciantes y público pueden conectar ahora directamente) y el periodismo vive una renovada época de partidismo y polarización, algo así como una regresión al siglo XIX, precisamente el estado de cosas que Pulitzer quería enmendar con la profesionalización del periodismo.
En su recensión del libro After broadcast news, de Bruce A. Williams y Michael X. Delli Carpini (Cambridge, 2012), el polígrafo Todd Gitlin (autor de uno de las obras más influyentes sobre el tratamiento comunicativo de los movimientos sociales, The whole world is watching, University of California Press, 1980) concuerda con los autores del volumen en que la ‘era profesional’ del periodismo que va de los años 30 a los 80 del siglo pasado ayudó bien poco a la creación de una ciudadanía más informada. Ese viejo régimen está, además, caduco: “la edad media de un espectador de noticias televisivas en cadenas convencionales supera los sesenta años. Llevamos más de dos décadas inmersos en un régimen en el que la autoridad [del periodismo] es más fluída y multiforme y, al parecer, menos autorizada”. La ironía reside en que Gitlin es profesor en la escuela que Pulitzer contribuyó a fundar. Quizá sea éste el único buen síntoma que experimenta una profesión en fase terminal: la crítica más ácida hacia el periodismo contemporáneo proviene de Columbia, la máxima autoridad en la formación de periodistas.
Del 24 al 27 de octubre de 2012, la European Communication Research and Education Association (ECREA) celebrará su conferencia internacional en Estambul. El programa del encuentro ya está online. A continuación destacamos las ponencias presentadas por investigadores de universidades españolas a la sección temática de Comunicación Política:
Ilaria Di Bonito (Universitat Pompeu Fabra): The Catalan electoral campaign of 2010 and the Internet: Innovations and lost chances.
Karen Arriaza Ibarra (Universidad Complutense de Madrid): Management and organization of five public service media companies: From stratified order to disruptional strategic actions.
María José Canel (Universidad Complutense de Madrid) y Karen Donders (Universidad San Pablo CEU, Madrid): The question of professionalization: Looking at government communication across 13 countries.
Reino Unido es el único país de la Unión Europea en el que hemos visto a clientes de un banco (Northern Rock) formar interminables colas para retirar su dinero de una institución financiera quebrada. La prensa inglesa espera con alegría la posibilidad de un corralito en España como primer paso hacia la implosión del euro, pero es en la Pérfida Albión donde los cajeros de NatWest, RBS y Ulster Bank estuvieron una semana en junio de 2012 sin dar billetes ni permitir transacciones a sus usuarios. Sin embargo, algunos líderes de opinión del continente siguen envidiando la soberanía monetaria del Reino Unido. ¿Por qué?
No cabe duda de que Londres es una ciudad cosmopolita sin parangón, y que las islas británicas son uno de los mercados más abiertos del mundo. De hecho, el Reino Unido ha sido una de las principales fuerzas detrás de la liberalización de mercados europeos y la creación de un mercado único europeo. Pero el Reino Unido no está exento de problemas, y el tono dogmático y doctrinal de su prensa para con el resto del continente no se justifica en la mayoría de las ocasiones. El papel del inglés como lengua franca tiene algo que ver en la incapacidad de los europeos para verse a sí mismos con ojos propios. Europa se ve a sí misma con ojos ingleses. Los europeos más cosmopolitas, los que tendrían un interés mayor en tener una visión de conjunto, dependen de agencias como Reuters o Bloomberg, o de publicaciones como The Economist, The Financial Times, The International Herald Tribune o The Wall Street Journal, para formar su criterio. El único contrapeso lo ofrecen la versión online de la revista alemana Der Spiegel, el agregador de noticias y comentarios Presseurop y la curiosa alianza de seis cabeceras europeas (en la que participa El País) para tratar los asuntos europeos desde una perspectiva continental.
Jörg Asmussen, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, se quejaba recientemente de la excesiva influencia del ‘commentariat’ anglosajón en los mercados y en la opinión pública (y publicada) europea. En su queja hay bastante de auto-justificación (un gobernante siempre desea que la prensa cante sus glorias y oculte sus miserias) pero también parte de razón. Aunque las decisiones de carácter europeo se toman en Bruselas y en Fráncfort, los europeos siguen enterándose de ellas a través de Londres y Nueva York. La lejanía periodística de las instituciones es a veces una distancia higiénica. Verse a uno mismo con ojos de otro es, en ocasiones, terapéutico. Pero verse constantemente a uno mismo con ojos de otro es también alienante. Europa haría bien en seguir el viejo aforismo griego: “Conócete a tí mismo” (γνῶθι σαυτόν). O, por decirlo en inglés, “Know thyself”.
Su web tiene unos 67 millones de visitantes únicos al mes, pero pierde 126.000 euros al día y sus dueños no creen que pueda sostenerse más de tres años. Fue el periódico que reveló el escándalo de los teléfonos pinchados en Reino Unido (el famoso ‘hackgate’), socavando el imperio del magnate de la comunicación Rupert Murdock. Publicó los cables de Wikileaks y mereció aclamación mundial por su cobertura de las revueltas londinenses el verano pasado. Su web, con 20 millones de visitantes mensuales en Estados Unidos, es ya una referencia para la izquierda norteamericana. De poco le ha servido. El consultor de medios Juan Señor cree que su versión en papel sobrevivirá como semanario, pero no como diario. Hablamos de The Guardian, insigne periódico inglés cuya difusión en papel ha descendido un 46% desde 2005, situándose en marzo de 2012 en los 217.000 ejemplares. El diario londinense (con raíces en Manchester) epitomiza la imposibilidad de monetizar el éxito de lectores online que podría acabar con las empresas periodísticas tradicionales.
El periodista Tom de Lisle analiza en la revista Intelligent Life la paradoja de The Guardian: se muere de éxito. Los gurús de la empresa periodística recomiendan al diario propiedad del Scott Trust que adopte el modelo freemium (combinación de ‘free’ y ‘premium’), también conocido como ‘porous paywall’ (muro de pago poroso), mediante el cual la versión web se mantiene en abierto para los visitantes ocasionales pero se vuelve de pago para aquellos que la visitan un cierto número de veces al mes. El muro poroso es el modelo que siguen The New York Times, The Economist y The Financial Times. Se cree que este sistema permite monetizar visitas, cobrándole al lector fiel sin que se pierdan las referencias al periódico en la redes sociales, que se ha demostrado bajan considerablemente cuando una web periodística se vuelve exclusivamente de pago. No obstante, el director de The Guardian, Alan Rusbridger, se resiste a cobrar por el acceso a contenidos y se ha erigido en principal defensor de lo que él define como “periodismo abierto” (‘open journalism’), un periodismo que, lejos de luchar por mantenerse al margen del discurso en las redes sociales, trata de engancharse al mismo.
Según Rusbridger, en la era de Internet un periódico no puede competir con la información disponible gratis en la red. Tiene que aliarse con lo mejor del discurso en las redes sociales para seguir “el flujo de la historia”. Lo explica refiriéndose a la campaña publicitaria que The Guardian lanzó en febrero de 2012, ilustrando de qué manera el periódico se engarzaba con las redes sociales para narrar la auténtica historia detrás del aparente asesinato del lobo por parte de los tres cerditos (véase el vídeo arriba).
En el reportaje de de Lisle se cita al consultor barcelonés Juan Señor, socio del Innovation Media Consulting Group, quien advierte de que el muro de pago completamente cerrado (al estilo del Times londinense) es una posición tan extrema como la barra libre de The Guardian. Ambos modelos tienen la misma consecuencia: ninguno es rentable.
Mientras tanto, The Guardian sigue preguntándose cómo traducir su popularidad en éxito económico. Según parece, no le queda mucho tiempo para encontrar la respuesta.
El nacionalismo nos ha legado una visión del mundo engañosa. Al menos en lo que respecta a Europa, un continente que es pre-nacional y cuyas raíces pre-nacionales escapan a los esquemas del estado-nación. La gran virtud del nacionalismo es dotar a una comunidad de una identidad colectiva y una solidaridad que hacen posible la democracia de masas. Su contrapartida es la homogeneidad necesaria para crear esa ilusión de comunidad, homogeneidad que en muchos casos se ha conseguido gracias a genocidios, deportaciones y persecuciones. La historia de la democracia de masas está manchada de sangre, como relata Michael Mann en su reciente pero ya clásico libro The dark side of democracy (Cambridge, 2005).
Para entender la idea contemporánea de Europa es necesario comprender la vocación universalista de la Iglesia Católica. No es casualidad que los padres fundadores de lo que hoy es la Unión Europea fuesen devotos católicos, como tampoco es casualidad que los auténticos europeos hayan sido siempre una élite: ayer era la élite eclesiástica que sabía latín, hoy es la élite de los ‘Eurominati’, los que entienden y saben sacarle partido a la Unión Europea, bien sean sindicalistas, agro-businessmen, abogados o profesores universitarios. La imposibilidad europea de crear una identidad continental tiene mucho que ver con las raíces católicas de la idea contemporánea de Europa: el catolicismo es universal, no particularista; Europa es cosmopolita, no nacionalista.
Cuando allá por el siglo XII Europa occidental opta por dejar de lado la idea de imperio político y convertirse en unión espiritual (léase el injustamente olvidado libro de Donald Matthew The medieval European community, Batsford, 1977), el continente opta por no ser una unión política homogénea y mantener su diversidad. De ahí que Europa case tan mal dentro de los designios del nacionalismo. Sus regiones y ciudades son anteriores a la idea de nación. Y dada la íntima relación entre nacionalismo y democracia de masas, toda unión europea jamás será una unión democrática, porque nunca habrá una nación europea. Esta es la aporía europea, y ésa es la razón por la cual la interdependencia del continente tiene siempre que dilucidarse a través de la tecnocracia o los consensos del llamado ‘directorio europeo’, una curiosa pero no casual resurrección del Concierto Europeo que consiguió afianzar los estados europeos contemporáneos (véase el libro de Jacques-Alain de Sedouy Le concert européen : Aux origines de l'Europe (1814-1914), Fayard, 2009).
Europa casa mal con la idea de nación, y por lo tanto casa mal con su correlato político, la democracia de masas. Sin embargo, Europa casa bien con la idea de universalismo y con su correlato político, el liberalismo. Curiosamente, aunque nacionalismo y liberalismo son teleológicamente divergentes (el primero tiene como fin la comunidad y es particularista, el segundo se ocupa del individuo y es universalista), hubo un momento en que el liberalismo necesitó del nacionalismo para hacer realidad su proyecto político. Para tratar al ciudadano como individuo libre e igual a sus congéneres, el liberalismo hubo de fomentar la idea de una nación que igualase a todos los individuos y los despojase de sus particularlismos de residencia, clase social y género. El trato como ciudadano quedó condicionado a la aceptación de ser español, francés o portugués. Sin embargo, Europa, como la Iglesia Católica, apela al individuo a través de su condición de ser humano o ciudadano del mundo. Para ello, Europa y la Iglesia Católica renuncian a inmiscuirse en la Ciudad del Hombre y apelan al individuo para que piense en sí mismo como integrante de la Ciudad de Dios.
Europa rompe los esquemas. De ahí que sea tan difícil de interpretar a los ojos del nacionalismo, que nos ha legado la mirada con la que hoy vemos el mundo. Pero Europa es más antigua y más rica, también por ello más compleja. Quizá necesitemos una nación Europea para tener una Europa democrática. Pero eso sería lo más anti-europeo. De ahí la aporía europea.
Entre los consejos más provocadores del breviario destaca el de hacer promesas electorales aún a sabiendas de que no se podrán cumplir. Según Quinto Tulio Cicerón (hermano menor del famoso Marco Tulio Cicerón), mejor prometer lo imposible que no prometer nada:
“Las consecuencias de incumplir una promesa no son claras y el número de personas afectadas será en todo caso pequeño. Pero si te niegas a hacer una promesa, las consecuencias serán obvias y enfadarás a un número importante de votantes. La mayoría de los que te piden ayuda jamás la necesitarán en realidad. Así que es mejor tener a unas pocas personas descontentas en el Foro cuando los decepcionas que tener a una turba a la entrada de tu casa cuando te niegas a prometerles lo que quieren…” (Foreign Affairs, Mayo/Junio 2012, pág. 25).
Curiosamente, la cínica intuición de Quinto Tulio Cicerón se ha confirmado en estudios empíricos. El pasado sábado el diario El Mundo publicaba una entrevista con el psicólogo Daniel Kahneman, profesor emérito en la Universidad de Princeton y ganador del Premio Nobel de Economía en 2002 por demostrar que nuestras decisiones económicas son a menudo más emocionales que racionales. Dice Kahneman que “a los ciudadanos no les gustan los políticos que tardan en decidir (…) el atractivo de lo inmediato es irresistible. Es imposible que un gobernante logre un rédito electoral por evitar un desastre lejano en el tiempo” (El Mundo, 9 de junio de 2012, pág. 24).
El actual contexto de crisis europea, con medidas impopulares cuyas consecuencias se prolongarán durante décadas, es una prueba de fuego para los gobernantes y electorados del continente. Y todo un reto para los consultores políticos.
Una de las sesiones más interesantes es la pre-conferencia que se celebrará el 24 de mayo, bajo el título “Comunicación política en el mundo online: Innovación en la teoría y en los diseños de investigación”. El encuentro tiene dos objetivos: determinar la influencia de la web 2.0 en el cambio político y dar a conocer nuevas metodologías para entender la recepción e interacción de los ciudadanos con la información política disponible en la red. Entre los ponentes destacan Patrick Rössler (de Erfurt, Alemania, que es a su vez uno de los organizadores del simposio), varios investigadores norteamericanos como David Tewksbury (Illinois), Bruce Bimber (UC Santa Bárbara), Michael Xenos (Wisconsin-Madison), y Hajo Boombgaarden (Amterdam) como principal representante de la escuela holandesa. La presencia española en esta pre-conferencia vendrá de la mano de Magdalena Wojcieszak (IE University), que presentará un paper junto a Hernando Rojas (Wisconsin-Madison). Clausurará el encuentro Dietram Scheufele (Wisconsin-Madison).
Según el programa de la conferencia, entre los investigadores de universidades españolas que participarán en el certamen de Phoenix figuran, además de Wojcieszak, Vincent Doyle (IE University), Mariano Emmanuel Navarro (Navarra), Rosa Berganza (Rey Juan Carlos), Sergio Roses, Pedro Farias y Francisco Paniagua (Universidad de Málaga), María José Canel, Nuria Villagra, Ubaldo Cuesta, Sandra Gaspar y Tania Menéndez (Complutense), Karen Sanders y Francisco Díaz (San Pablo CEU), Belén López (ESIC), María Luengo (Carlos III), Bengonya Enguix (Oberta de Catalunya), María Luna (Autónoma de Barcelona), Eva Campos y Miguel Vicente (Universidad de Valladolid) y Mario Gurrionero (ACOP).
Entre las sesiones plenarias, sobresale la ponencia de Lance Bennett (University of Washington-Seattle), que promete desvelar un nuevo modelo teórico para entender lo que denomina “acción conectiva”, una vuelta de tuerca al clásico concepto de “acción colectiva”, acuñado en los 60 por el economista y sociólogo Mancur Olson.
“Había legalidad, pero no había legitimidad”, dijo la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, para justificar la expropiación de la petrolera YPF. Nadie ha logrado resumir en tan pocas palabras el populismo como hipertrofia de la democracia, y nadie ha conseguido cerciorarnos tanto de que Argentina puede ser una democracia, pero no una democracia liberal, en la que el principio mayoritario se contrapesa con la separación de poderes, la independencia judicial y el respeto al pluralismo político y a las minorías. Con inusitada oportunidad, la revista Letras Libres publica en su número de abril un dossier sobre el populismo, en el que se recogen tres de las ponencias presentadas durante un seminario celebrado el pasado mes de febrero en la Universidad de Princeton bajo la coordinación del profesor Jan-Werner Müller: “En torno al populismo”, por Enrique Krauze; “Reflexiones sobre un concepto y su uso”, por Cas Mudde; y “Sobre la distinción entre democracia y populismo”, por John P. McCormick. Permítasenos destacar la explicación de Cas Mudde sobre el populismo como hipertrofia de la democracia (y como reacción contra la democracia liberal):
“Teóricamente, el populismo no es antidemocrático; acepta la soberanía popular y el gobierno de la mayoría. Es, sin embargo, contrario a la democracia liberal: el hecho de que muchos autores empleen la palabra democracia para hablar de la democracia liberal puede explicar el predominio de las evaluaciones negativas del populismo. El populismo es esencialmente contrario a la democracia liberal porque se opone al principio del pluralismo y a la práctica de la concesión. Es una ideología monista, que considera “el pueblo” y “la élite” algo homogéneo y carente de divisiones. Por eso, se opone fundamentalmente al pluralismo y percibe los derechos de las minorías como “intereses especiales” de “la élite” que (en un mundo que funciona como un juego de suma cero) se imponen a expensas del “pueblo”. Por eso, también rechaza la política de la concesión: cree que existe una voluntad general de (todo) el pueblo, y defiende que la política puede y debería beneficiar a todo el pueblo. Además, como se basa esencialmente en una divisoria moral, dentro del populismo las concesiones significan que “los puros” son manchados por “los corruptos”, lo que produce la corrupción de “los puros”.
En la práctica, los populistas han fortalecido el sistema democrático en su país (como Morales en Bolivia) y también lo han destruido (como Fujimori en Perú). En línea con la relación teórica, los populistas tienden a apoyar y fortalecer aspectos de la soberanía popular y el gobierno de la mayoría: por ejemplo incluyendo a grupos previamente excluidos o marginalizados y apoyando o empleando instrumentos políticos plebiscitarios como referendos o iniciativas populares. Al mismo tiempo, tienden a tener dificultades a la hora de proteger a las minorías o de crear contrapesos a los poderes del ejecutivo: se acusa a esos contrapesos de socavar la voluntad de la mayoría (o “voluntad general”). Desde Berlusconi en Italia hasta Chávez en Venezuela, los populistas han atacado los tribunales cada vez que estos se oponían a sus medidas, reprochándoles ser voces de una élite corrupta y opuesta a la vox populi (la voz del pueblo): es decir, a los populistas. Pero, aunque pueden impulsar una extrema forma de gobierno de la mayoría organizado en torno a un ejecutivo dominante, pocas veces han buscado el fin de la democracia como tal (es decir, de la soberanía popular y el gobierno de la mayoría).”
Las utopías que alentó Internet desde la década de los 90 no se han cumplido. El ciberespacio no es un lugar tolerante, accesible a todos y libre de prejuicios. El mundo real ha penetrado el ciberespacio, contaminándolo con todas sus limitaciones. Así lo sostuvo James Curran, profesor del Goldsmiths College de la Universidad de Londres, durante la sesión inaugural de la conferencia “Identity, Culture & Communication”, que reunió del 19 al 21 de abril a investigadores de la comunicación y la cultura en el campus madrileño de la Saint Louis University.
A juicio de Curran, son siete las limitaciones que impiden a la Red alcanzar el calificativo de global:
Solo el 30 por ciento de la población mundial tiene acceso a Internet.
Más de dos tercios de las páginas web están en inglés, pero solo una cuarta parte de la humanidad habla este idioma de manera fluida.
Como consecuencia de lo anterior, aquellos que no sean capaces de comunicarse en inglés tienen pocas posibilidades para hacerse oír en la Red.
El mundo sigue dividido por valores culturales y morales. Internet no ha servido para erradicar las discriminaciones por sexo, raza o religión sino que, paradójicamente, también ha servido para promoverlas.
Pese al teórico alcance global de Internet, el consumo de noticias sigue siendo fundamentalmente nacional y local. En los países en que más noticias internacionales se difunden, la proporción de éstas sobre el total de noticias no pasa del 30 por ciento.
Los gobiernos nacionales y los regímenes autoritarios han conseguido controlar Internet. Lo hacen mediante múltiples mecanismos, desde el límite de licencias a los proveedores de acceso a la Red a la censura de contenidos.
Los internautas que participan en política no son representativos de la población general. Los políticamente activos suelen tener un nivel educativo y de renta muy superior al de la población en general.
Internet ha afectado a una de las líneas de flotación de la prensa escrita (la publicidad), pero ello no quiere decir que las empresas de comunicación hayan perdido poder con la llegada de la Red. Según Curran, en 2009 la televisión era todavía la principal vía de recepción de noticias y, en 2010, el 80 por ciento del tráfico de noticias se concentraba en un reducido grupo de webs que representaban el 7% del total de los sitios de Internet. Dichas webs eran propiedad de empresas tradicionales de comunicación.
Curran también desmitificó el papel de Internet en la Primavera Árabe, afirmando que el índice de penetración de Internet en los países autoritarios no está relacionado con la proliferación de revoluciones anti-gubernamentales. Incluso el caso más paradigmático del llamado periodismo ciudadano, el portal coreano OhMyNews, tiene más que ver con una protesta generacional contra la corrupción que con el medio en sí, ya que la web perdió fuelle en cuanto cambió el gobierno.
Curran terminó su intervención estableciendo un paralelismo entre la promesa utópica de los periódicos e Internet. Al parecer, en el siglo XIX se pensaba que los periódicos contribuirían a fomentar una sociedad más educada y racional. En aquel momento, como ocurre ahora con Internet, los “periódicos” se escribían con letra mayúscula (“Newspaper Press”). Quizá sea hora, sugiere Curran, de escribir Internet con minúscula (“internet”).
Todas estas reflexiones están contenidas en el reciente libro Misunderstanding the Internet, escrito por Curran en colaboración con Natalie Fenton y Des Freedman (Routledge, 2012).
Con la voluntad de borrar las fronteras entre profesión y academia, alimentando una fertilización mutua entre ambas esferas, nace el nuevo Máster en Comunicación, Cultura y Ciudadanía Digitales, un título oficial de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) dirigido por el profesor y catedrático de comunicación política Víctor Sampedro. La maestría se presentará durante unas jornadas, a celebrar este martes y miércoles (17 y 18 de abril) en el Medialab-Prado de Madrid (Plaza de las Letras, c/ Alameda, 15), donde se desarrollarán buena parte de las actividades de la titulación.
"Shifting Contours in Political Communication Research", by Patricia Moy, Bruce Bimber, Andrew Rojecki, Michael A. Xenos, Shanto Iyengar. [PDF]
"On the Dichotomies of Political Communication", by Patricia Moy, Gianpietro Mazzoleni, Hernando Rojas. [PDF]
"Theorizing and Conducting Research of Glocal Phenomena", by Hernando Rojas, Yariv Tsfati, Marina Popescu, Marcus Maurer, Carsten Reinemann, Shanto Iyengar. [PDF]
"New ICTs and the Study of Political Communication", by R. Kelly Garrett, Bruce Bimber, Homero Gil de Zúñiga, François Heinderyckx, John Kelly, Marc Smith. [PDF]
La Escuela Internacional de Verano “Comunicación Política y Comportamiento Electoral”, que este año celebrará su tercera edición en Milán del 16 al 20 de julio de 2012, tendrá como ponente inaugural a Denis McQuail, pionero de la investigación en comunicación política y autor de uno de los manuales de referencia sobre teorías de la comunicación.
La escuela internacional está abierta a la participación de 30 estudiantes de posgrado (máster y doctorado) o investigadores noveles, que tendrán la oportunidad de compartir sus proyectos con grandes figuras de la investigación en comunicación política como Shanto Iyengar, Barbara Pfetsch, Stephen Coleman, Patricia Moy, Kees Brants, Jacques Tomassen, Russell Dalton, Marco Maraffi y Oddbjørn Knutsen. Oficiará como maestro de ceremonias Gianpietro Mazzoleni.
En una entrevista concedida a Mario Gurrionero para el boletín de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), el profesor de la George Washington University Robert Entman pone en cuarentena la presunta fuerza democratizadora de Internet y las redes sociales. Afirma que los movimientos pro-derechos civiles y contra la guerra de Vietnam, a pesar de no contar con la ayuda de Internet, influyeron más en las elites y en la opinión pública norteamericana que el activismo contra la guerra de Irak, que sí contó con el apoyo de la red. A su juicio, las nuevas tecnologías han cambiado la política, pero no han nivelado totalmente el terreno de juego.
En el ámbito académico, Entman sostiene que los investigadores en comunicación política están influyendo en otros campos como el derecho o la salud pública, ya que estas disciplinas han adaptado para sus propósitos perspectivas clásicas en los estudios de comunicación, como el análisis de los marcos interpretativos (frame analysis).
La directora del Annenberg Public Policy Center de la Universidad de Pensilvania, Kathleen Hall Jamieson, reflexiona en voz alta sobre las consecuencias de las campañas negativas para la democracia estadounidense durante una conversación con el periodista Bill Moyers para la televisión pública de norteamericana. En la mayoría de los casos, son los PACs (Political Action Committees) y no los candidatos los que firman algunos de los anuncios más torticeros. La web del programa proporciona una transcripción completa de la entrevista.
En el segundo número de su nueva etapa, la revista Teknokultura analiza el papel de la tecnología digital en las recientes movilizaciones sociales en España y Reino Unido. Reproducimos a continuación su índice de contenidos y recordamos la disponibilidad de la revista para recibir originales que traten sobre la intersección de la tecnología y lo social.
Teknokultura, Vol. 8, No. 2
Tabla de contenidos
Editorial
Participaciones aumentadas – Presentación, por Teknokultura - Cibersomosaguas (Universidad Complutense de Madrid)
Karpeta
Activismo político en Red: del Movimiento por la Vivienda Digna al 15M, por Carmen Haro Barba y Víctor Sampedro Blanco.
El 15M y la quintacolumna digital; comentarios para un laboratorio estratégico, por Andoni Alonso e Iñaki Arzoz
Asamblea Popular del 15M en Plaza Dalí: trabajamos en la Plaza de El Corte Inglés, trabajamos en los intersticios, por Almudena Cabezas
A des/propósito de...
Ladrones del mundo, uníos, por Slavoj Žižek
‘Manchester calling’ ¿Por qué?, por Ian Parker
Entre-vistas
Entre/vista a Langdon Winner, por Andrés Lomeña
Activismo y Movimentos sociales
En-clave de Sol, por Louis Manfield
15M - Internet y la movilización global, por Manje Manje
Pantallas
Raul Minchinela en el CCCB: Lemas y consignas del movimiento 15M, por Raul Minchinela
La Facultad de Humanidades de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en Albacete acogerá durante los meses de febrero y marzo la celebración de las VIII Jornadas sobre Franquismo y Transición, que en esta ocasión llevan por título “El cuarto poder y la construcción de la democracia en España”. Organizadas por el Seminario de Estudios de Franquismo y Transición de la UCLM, las charlas se inaugurarán el próximo lunes, 13 de febrero de 2012, con una conferencia del periodista Iñaki Gabilondo. A continuación reproducimos el programa completo las jornadas:
VIII Jornadas sobre Franquismo y Transición: El cuarto poder y la construcción de la democracia en España
Todas las sesiones se celebrarán en el Salón de Grados de la Facultad de Humanidades de la UCLM, Campus de Albacete, a las 11.00 horas.
Lunes, 13 de febrero de 2012
Iñaki Gabilondo (Cadena SER), La radio en la Transición.
Martes, 21 de febrero de 2012
Diego Carcedo (Asociación de Periodistas Europeos), Televisión y Transición.
José Reig Cruañes (Universidad de Castilla-La Mancha), Opinión pública y comunicación política en la Transición.
Miércoles, 29 de febrero de 2012
Ricardo Martín de la Guardia (Universidad de Valladolid), La prensa del Movimiento en la Transición.
Antonio Laguna Platero (Universidad de Castilla-La Mancha), De la dictadura al mercado: la Transición en los medios de comunicación.
Martes, 6 de marzo 2012
Eduardo San Martín (diario ABC), De aquellos polvos…estos lodos.
Alfonso González Calero (periodista y editor), La prensa regional.
Miércoles, 14 de marzo 2012
Bonifacio de la Cuadra (diario El País), El papel de la prensa en la Transición.
José Luis Gutiérrez (ex director de Diario 16), Medios de comunicación y consolidación de la democracia.
Organización: Seminario de Estudios de Franquismo y Transición (SEFT) de la UCLM. Director: Manuel Ortiz Heras. Subdirector y Secretario: Damián A. González Madrid. Colaboran: Facultad de Periodismo UCLM (Cuenca), Cadena SER Albacete.
Matrícula: 2 créditos. Inscripciones en la Secretaría de la Facultad de Humanidades de Albacete (Edificio Benjamín Palencia). Los matriculados recibirán como obsequio un libro del SEFT.
Michael Ignatieff, el intelectual que algún día pudo presidir Canadá, ha vuelto a su hábitat natural, la academia. Y lo ha hecho con un artículo periodístico de máxima actualidad, tratando de responder a una serie de preguntas acuciantes: ¿Quién es el ‘soberano’ en estos tiempos en los que la máxima autoridad parece ser la mano invisible de los mercados? ¿Acaso esta Gran Recesión no ha puesto en evidencia que los únicos soberanos dotados de legitimidad popular –los Estados– habían aceptado, tácitamente, la idea de la auto-regulación natural de los mercados? ¿No son los rescates de los grandes bancos y aseguradoras –financiados en última instancia por el pagador de impuestos– una irónica reivindicación de un soberano político que, a diferencia de los mercados, está limitado por el territorio y la identidad?
Si hay algún lugar del mundo en el que el soberano está missing es, sin lugar a dudas, Europa. ¿Quién manda? Y, quienquiera que mande, ¿tiene legitimidad popular? El euro ha unido los destinos de un continente que no se ve a sí mismo como una nación, de ahí que el soberano europeo –carente de legitimidad popular– no pueda actuar con autoridad. El estado de Europa es el peor de los estados, a decir de Ignatieff: “soberanía sin poder e integración si legitimidad.”
Por su parte, Charlemagne advierte desde su columna en The Economist de la ausencia de legitimidad popular para aprobar la regla de oro del equilibrio presupuestario inducida por Alemania. Se trata del primer gran paso hacia una especie de constitucionalismo fiscal en Europa, en el que el poder federal (y no sus estados miembros) sería el único con capacidad de endeudarse. De nuevo, la ausencia de una nación europea requiere que las élites nacionales actúen por el bien de los ciudadanos sin los ciudadanos, de ahí la reciente reforma constitucional española, operada con urgencia y nocturnidad.
Europa va más rápido que los europeos. ¿Creará la institución a la nación? ¿Estamos ante la dura batalla por la consolidación del esqueleto que dará consistencia al cuerpo político europeo?
El Centro para la Investigación en Comunicación y Cultura de la Universidad Católica de Lisboa acaba de abrir el período de presentación de candidaturas para una escuela de primavera (‘spring school’) de una semana (del 10 al 14 de abril de 2012) en la que estudiantes de máster y doctorado podrán presentar, en inglés, sus proyectos de tesis ante expertos en distintas metodologías de investigación. El seminario se organizará en las siguientes sesiones temáticas:
New Communication Theory – Ciro Marcondes Filho (University of São Paulo, Brazil)
Bridging boundaries: “old methodologies”, new insights – Álvaro Pires (University of Ottawa, Canada)
Visual Methodologies – Gillian Rose (The Open University, United Kingdom)
Understanding Media as Practice – Nick Couldry (Goldsmiths, University of London, United Kingdom)
Social Media Network Analysis – to be designated
Qualitative materials: rediscovering categorical analysis – Rosalina Costa (University of Évora, Portugal)
Los estudiantes que deseen participar en los talleres tienen hasta el 29 de febrero de 2012 para enviar un resumen de su proyecto de investigación (7.000 caracteres como máximo, incluyendo referencias), además de su currículum vítae y una carta de motivación. Estos documentos deberán remitirse a Sonia Pereira (sonia.pereira[@]fch.lisboa.ucp.pt).
Esto es un español, un polaco, un francés, un italiano, un alemán y un británico que se juntan y… Podría ser el comienzo de un chiste sobre estereotipos nacionales europeos, pero es en realidad un proyecto de seis periódicos líderes en sus respectivos mercados para publicar un suplemento de opinión y reportajes sobre asuntos europeos (en el que, curiosamente, se incluye un reportaje sobre los estereotipos nacionales). “Europa”, un cuaderno de 24 páginas, se publicaba hoy adjunto a El País, Gazeta Wyborcza, Le Monde, La Stampa, Süddeutsche Zeitung y The Guardian, sin anunciar claramente su periodicidad: ¿mensual? ¿ocasional? Es, en cualquier caso, lo más parecido a la operacionalización de una esfera pública europea. Y, curiosamente, es una apuesta multilingüe, lo que representa una alternativa a la sección en inglés que iniciarion (exclusivamente online) Der Spiegel (semanario alemán), NRC Handelsblad(diario holandés, reemplazado por el agregador Presseurop.eu tras cerrar en junio de 2010 su servicio internacional), Politiken(diario danés) y Corriere de la Sera (diario italiano).
En una columna sobre la red paneuropea capitaneada por Der Spiegel, Charlemagne, el articulista de asuntos europeos de The Economist, sostenía que la penetración del inglés entre los jóvenes europeos (un 60% de ellos lo hablaría “bien o muy bien”, según este autor) permitiría una esfera pública europea online angloparlante. Sin hacerle ascos a la red, el nuevo proyecto Europa nace en formato impreso y deja a un lado el inglés como lengua franca para apostar por la traducción, que según el filósofo francés Étienne Balibar es el verdadero idioma de Europa. Quizá porque, como dice el semiólogo Umberto Eco en el propio suplemento, “Europa no será nunca los Estados Unidos de Europa, un solo país con una sola lengua como los Estados Unidos de América. Aquí tenemos demasiadas lenguas y culturas. Este suplemento es meritorio precisamente porque un periódico único europeo, por ahora, es una utopía”.
A continuación reproducimos las portadas de los diarios participantes en el suplemento.