miércoles, noviembre 21, 2012
¿Tienen futuro las revistas?
En su reciente libro Magazine journalism (Sage, 2012), Tim Holmes y Liz Nice aseguran que las revistas son el formato periodístico más exitoso de la historia. Quizá los responsables de Newsweek, el histórico semanario norteamericano que acaba de anunciar su cierre (al menos en versión impresa) para finales de año, no coincidan con semejante afirmación. El caso es que las revistas siempre han estado a la vanguardia del diseño en prensa y han jugado un papel infraestimado en la historia del periodismo y la democracia. ¿Qué sería de la Transición española sin Cambio 16, Cuadernos para el Diálogo o Triunfo?
Mientras la industria de las revistas ha puesto sus esperanzas en la web y, sobre todo, en las tabletas, los quioscos han sido testigos de la inusitada revitalización de otro clásico, Businessweek, tras su compra por parte de Bloomberg hace un par de años. Curiosamente, la clave de la renovación de Businessweek no ha sido su versión online, sino la propia revista en papel. De hecho, Richard Turley, su joven resideñador, en lugar de imitar los menús de navegación en la red, ha querido sacarle el máximo partido a la experiencia de leer en papel. Sus portadas recuerdan el desenfado de George Lois en Esquire, y sus trabajadísimos infográficos y originales composiciones de página hacen que, en efecto, se disfrute de la lectura en formato impreso. Turley, por cierto, estará este viernes 23 de noviembre en Madrid, en el marco de un congreso sobre diseño en prensa en la Universidad San Pablo CEU.
El diseño de las publicaciones tiene más importancia de lo que parece para la comunicación política. En su ya clásico The form of news (Guilford, 2001), Kevin Barnhurst y John Nerone hacen una clasificación de las funciones de los periódicos en democracia a partir de su aspecto visual. Así, la prensa habría pasado de ser una especie de gran bazar (con múltiples noticias por página y escasa interpretación) a un actor político más decisivo, con la voluntad de marcar la agenda diaria mediante una tematización más selectiva.
Quizá lo peor de todo es que muy pocos llorarán la muerte de Newsweek (o, por extensión, la de Time, otrora base del imperio forjado por el carismático editor Henry Luce). Tal vez se eche de menos el giro cosmopolita que hace unos años le dio Fareed Zakaria, las columnas del politólogo Andrew Moravcisk sobre la actualidad europea o los audaces comentarios del historiador Niall Ferguson. Pero poco más. No sabemos si Bloomberg Businessweek será capaz de invertir el curso del Amazonas. Pero, a diferencia de Newsweek, es un producto por el que vale la pena morir en el intento.
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