lunes, diciembre 23, 2019

Investigación en comunicación política: los 10 conceptos clave de 2019

Artículo publicado en el número 44 (Etapa 2) de la La Revista de ACOP (diciembre de 2019)

 

Para la elaboración de la lista de conceptos clave de este año he consultado con los colegas del Comité Académico de ACOP. La preocupación por las noticias falsas y el discurso del odio se mantiene, pero se unen otras cuestiones que, si bien no son todas radicalmente nuevas, han resurgido al hilo de la actualidad en los últimos meses.

1.- Explosiones sociales. El año 2019 será recordado por el malestar social y las impresionantes protestas ciudadanas en las calles de medio mundo, desde las manifestaciones contra la ley de extradición en Hong Kong a los chalecos amarillos franceses, pasando por la mecha de descontento que prendió en toda América Latina, con especial virulencia en Chile y Bolivia, o el desencanto con la sentencia del procés en Cataluña, canalizada a través del Tsunami Democràtic. Adriana Amado (Universidad Argentina de la Empresa) nos recuerda que el sociólogo Manuel Castells ha acuñado el término ‘explosiones sociales’ para encapsular las diferentes manifestaciones de este zeitgeist surgido del descontento con la clase política. A decir de Castells, cuando el sistema no sirve para canalizar la frustración ciudadana, la última vía de canalización del malestar es la calle. Toni Aira (Universitat Pompeu Fabra) destaca que el Tsunami Democràtic es horizontal y aparentemente acéfalo, a diferencia de lo que era habitual en el movimiento independentista catalán, cuidadosamente dirigido por las élites nacionalistas. En su primer vídeo difundido vía Telegram, se veía un cazo con agua al fuego que empieza a hervir. Una buena metáfora visual para ilustrar cómo llega un momento en el que el malestar social alcanza un punto de ebullición.

2.- La confianza, en mínimos. Esas ‘explosiones sociales’ podrían explicarse en gran medida por la notoria falta de confianza de los ciudadanos en los políticos. Como señala Paloma Piqueiras (Universidad Complutense de Madrid), los políticos son la segunda mayor preocupación para los españoles tras el paro, seguidos de la economía y la corrupción. “El malestar con la clase política aumenta cada año desde hace más de una década, pero su impopularidad ha alcanzado récords históricos en los últimos tiempos”, advierte Piqueiras. La repetición electoral no ayudó: “entre los meses de abril y octubre de 2019 los encuestados que percibían a los políticos como un problema han aumentado del 33% al 53%”. La desconfianza ciudadana mina la legitimidad de las instituciones, por lo que la gestión de estos ‘intangibles’ se antoja como una de las prioridades para los responsables públicos. La desconfianza se extiende también al periodismo. Según el Digital News Report, el porcentaje de la población española online que confía en lo que dicen los medios de comunicación convencionales se limita al 43%.

3.- Polarización afectiva. Aunque no es un concepto nuevo (el conocido politólogo Shanto Iyengar, de Stanford, fue uno de sus primeros estudiosos) ha resurgido en tiempos recientes al manifestarse en encuestas un odio visceral entre demócratas y republicanos que llevaría a unos y otros a considerar un verdadero disgusto que sus hijos se casaran con partidarios del bando contrario. La polarización afectiva sostiene que la identidad y no la ideología la que explica el partidismo. Es decir, que los votantes son propensos a seguir aquello que defienda su partido, sin pararse a pensar en las bondades o defectos de las políticas que el partido apoya. Las emociones nublan la razón. Pero la comunidad académica está lejos de llegar a un consenso al respecto, con politólogos como Alan Abramowitz (Emory University) liderando el bando de los que defienden que la polarización tiene una raigambre fundamentalmente ideológica y no identitaria.

4.- Hiperpartidismo informativo. Nuestra compañera Lidia Valera-Ordaz (Universidad de Valencia) llama la atención sobre el hecho de que la facilidad para auto-exponerse a información congruente con nuestras ideas “ofrece incentivos a los medios para satisfacer esas preferencias partidistas, sobre todo cuando aumenta la oferta mediática y, con ella, la competencia”. De ahí que canales como Fox News hayan aumentado seguidores, mientras que cadenas teóricamente neutrales como CNN se hayan estancado. Lo mismo podría estar ocurriendo en sistemas mediáticos como el español, caracterizado por su histórico partidismo, que ofrecen un terreno particularmente fértil para la segregación ideológica de las audiencias, no sólo según el eje izquierda y derecha, sino también según el cleavage centro-periferia, como sucede en Cataluña. Se abona así el terreno para el periodismo partisano, que regresaría del siglo XIX para imponerse sobre el periodismo objetivista del siglo pasado. El mercado no parece pedir moderación o imparcialidad, sino una trinchera amigable en tiempo de guerra. De ahí que, según recuerda Valera-Ordaz, los académicos Matthew Barnidge y Cynthia Peacock, de la Universidad de Alabama, hablen ya de “hyperpartisan news”.

5.- Consumo incidental. El best-seller del activista Eli Pariser, The filter bubble (2011) venía a actualizar a la era de las redes sociales la idea de las “cámaras de resonancia” expuesta por el jurista Cass Sunstein una década atrás en Republic.com (2001). Internet nos habría invitado a ignorar el otro lado, donde residen los que no piensan como nosotros. Viviríamos en nuestra propia burbuja, inflada por los algoritmos de las plataformas digitales como Facebook. Pues bien: la investigación más reciente cuestiona frontalmente la impermeabilidad de esas echo chambers. La idea del consumo incidental, destacada por nuestros colegas Jordi Rodríguez-Virgili (Universidad de Navarra), Lidia Valera-Ordaz y Silvia Majó-Vázquez (Universidad de Oxford), defiende las dos bondades del consumo informativo a través de Internet: 1) nos encontramos con noticias aunque nuestra primera voluntad sea la del mero entretenimiento, y 2) el uso de redes sociales como principal fuente informativa, lejos de encerrarnos en una burbuja, nos expone a noticias emitidas por medios, conocidos y amigos que jamás consultaríamos de motu proprio, lo que garantiza cierto umbral de encuentro con la otredad.  

6.- Whatsapp quiere ser el rey
. No es casualidad que Facebook haya comprado Whatsapp: la aplicación de mensajería instantánea está creciendo como fuente de información política, mientras Facebook sigue a la baja, nos recuerda Silvia Majó-Vázquez. Que la información circule a través de estos canales tiene sus ventajas (las apps como Telegram son una preciosa arma revolucionaria) y desventajas (son el medio ideal para la circulación de bulos).

7.- Desigualdad de acceso a la información política
. El amable lector habrá comprobado que la moda de los muros de pago vuelve a estar en boga y que leer las ediciones digitales de medios de referencia como el New York Times o El Mundo requiere pasar por caja. Si bien este movimiento se entiende por la necesidad de mantener la salud financiera de las empresas periodísticas, “la implantación de plataformas de pago y suscripción en las webs de noticias incrementa las desigualdades en el acceso y consumo de información política”, advierte Silvia Majó-Vázquez.

8.- Regulación de los medios sociales. La retransmisión en directo de la masacre de Christchurch en Nueva Zelanda vía Facebook (marzo de 2019), así como la creciente evidencia de que el algoritmo que sugiere nuevos vídeos en Youtube da cabida a contenidos extremistas, ha puesto en la diana a las plataformas sociales. Son las grandes mediadoras entre las audiencias y los contenidos de los medios periodísticos. Sin embargo, su auto-consideración como meras transportadoras de contenido ajeno las exime de las exigencias éticas de un editor tradicional. Hasta ahora. La ley alemana de 2017, que impone cuantiosas multas si no se eliminan contenidos ilegales (discurso del odio), ha obligado a estas plataformas a afinar sus filtros automáticos y a contratar más humanos como content curators. El ejemplo alemán ha cundido (hasta 13 países han aprobado leyes similares) con el riesgo de que en contextos autoritarios o semi-autoritarios se ejerce la censura de la legítima crítica bajo el pretexto de la lucha contra los discursos extremistas.

9.- Limitaciones a la publicidad electoral en plataformas digitales. Las redes sociales son también grandes vehículos de propaganda política. Los riesgos de la propaganda computacional destinada a favorecer ciertas candidaturas han movido a Twitter a prohibir desde noviembre de 2019 los anuncios políticos en su plataforma, mientras que Facebook se ha decidido a mantenerla. La publicidad electoral es vital para la compañía de Mark Zuckerberg debido a su gran capacidad de segmentación. Ha hecho pública una biblioteca de anuncios políticos pagados en la que se identifica el anunciante, pero no se preocupa de la veracidad de los anuncios. Para demostrarlo, la candidata a las primarias presidenciales demócratas Elizabeth Warren pagó en octubre de 2012 por difundir un anuncio en el que se daba por cierta una falsedad: que el propio Zuckerberg había apoyado la candidatura presidencial de Trump. Facebook publicó el anuncio, lo que para Warren evidencia que esta red social prioriza los beneficios sobre la protección de la democracia. Zuckerberg respondió vía portavoz para aclarar que no está en su mano hacer un fact-checking de los anuncios políticos. Por su parte, Google ha reducido las posibilidades de micro-segmentación de las campañas. Permitirá publicar anuncios segmentados por edad, sexo y hábitat, pero no por el patrón de preferencias políticas o el estatus como votante registrado.

10.- ¿Adiós al periodismo local? Fue en 2009 cuando el sociólogo Paul Starr advirtió en la revista The New Republic cómo la desaparición de periódicos locales estaba dejando sin control periodístico (y por ende ciudadano) a los gobiernos municipales y estatales, lo que podría dar lugar a una nueva era de corrupción. El capítulo americano de la asociación de escritores PEN Internacional acaba de editar el informe Losing the news: The decimation of local news and the search for solutions, en el que urge acción filantrópica y pública al nivel local para mantener el periodismo de proximidad. La perspectiva de una ecología de la información local (local news ecology) sin periodismo es aterradora y está a la espera soluciones audaces. Sorprendentemente, en EE.UU. ciudades en crecimiento como Denver, en Colorado, tienen consideración de news deserts tras el cierre de la histórica cabecera Rocky Mountain News. La falta de un modelo de negocio viable para el periodismo empieza ya a afectar negativamente a la vitalidad cívica y democrática de las ciudades.

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miércoles, octubre 30, 2019

Perder un debate, ganar las elecciones


La preparación de debates electorales como el del próximo 4 de noviembre en España consume las energías del equipo de campaña. Es una oportunidad única para lanzar un mensaje a un electorado que estará más atento que nunca a lo que digan los candidatos. La audiencia de estos certámenes se sitúa habitualmente entre los 9 y los 11 millones de espectadores. Sin embargo, a decir de Jorge Rábago, uno de los expertos convocados por la Asociación de Comunicación Política (ACOP) este martes 29 de octubre en Madrid a una mesa redonda sobre los debates electorales, los candidatos tienen muy poco que ganar y mucho que perder. De hecho, según Rábago, una de las principales funciones de un asesor es la de proteger a los candidatos para que no cometan un error irreparable.

Aquí yace una de las principales paradojas en torno a los debates electorales: son la ocasión ideal para contrastar ideas con un dramatismo que engancha incluso a los no politizados, pero son tan impredecibles que los candidatos los rehuyen salvo que los necesiten (si van por detrás en las encuestas) o que exista una gran tradición que los haga ineludibles. “Si los políticos pueden evitar el debate, lo evitan”, reconoce el periodista Manuel Campo Vidal, presidente emérito de la Academia de la Televisión, la organizadora de la mayoría de debates entre candidatos españoles, “Felipe González lo aceptó en 1993 porque lo necesitaba, pero no lo hubo en 1996 ni en 2000 porque José María Aznar iba bien en las encuestas”.

Recuperar los debates electorales en 2008 tras 15 años de parón no fue fácil, según Campo Vidal. Hubo que trazar alianzas con las cadenas de televisión y generar confianza en el moderador, en la realización (los planos de escucha son muy importantes y han de cuidarse al máximo) y en la organización (a cargo de la Academia de Televisión, que juega un papel similar al de la Comisión de Debates Presidenciales que convoca los cara a cara entre candidatos en EE.UU.). Aunque a día de hoy los debates en España no están regulados por ley, la idea de que son un derecho de la ciudadanía ha hecho que candidatos que no los necesitaban (Zapatero en 2008 y Rajoy en 2011) accedieran a su celebración.

Por más que concentre la atención de los periodistas y el esfuerzo de los candidatos, el debate no ha de considerarse como un elemento desconectado del resto de la campaña electoral, advierte Rábago. Hasta tal punto que un debate perdido a juicio de los analistas, puede servir para atraer el voto de segmentos del electorado que decanten la elección a favor del teórico derrotado. Así ocurrió con el primer debate que enfrentó a Trump y Clinton en 2016, según el catedrático de comunicación política José Miguel Contreras. Trump arrancó su intervención haciendo alusión al cierre de una fábrica de aparatos de aire acondicionado en Indianápolis, que habría trasladado sus instalaciones a México dejando en el paro a algo más de un millar de estadounidenses. Lo que parecía una alusión a un tema menor, le sirvió a Trump para ganar tres estados por una diferencia de apenas setenta mil votos. Los periodistas dieron por ganadora indiscutible del debate a Hillary, pero ésta acabó perdiendo las elecciones.

En un debate electoral no es tan importante saber quién perdió o ganó, sino si los candidatos cumplieron su objetivo. Trump se ganó a los desempleados de las industrias afectadas por la globalización. Perdió el debate, pero ganó las elecciones.

El debate de los debates, moderado por la investigadora Miljana Micovic y presentado por la presidenta de ACOP, Verónica Fumanal, se celebró en la Casa de América ante una sala abarrotada. Los participantes en la mesa redonda insistieron en que el porcentaje de voto que puede mover un debate se sitúa, como máximo, en unos dos puntos. Aún así, un debate puede contribuir, según Campo Vidal, a reforzar el liderazgo de un candidato o, en último término, a favorecer una mayor participación electoral. A juicio de José Miguel Contreras, el debate del 10N será más importante para aquellos candidatos que se disputan la tercera plaza en el orden de preferencias de los electores.

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La inestabilidad es la nueva normalidad


España afronta el 10 de noviembre de 2019 unas nuevas elecciones generales marcadas por el hartazgo de los votantes, que han visto cómo los partidos de izquierda y de centro han sido incapaces de formar un gobierno de coalición. Para los politólogos Verónica Fumanal y Pablo Simón, convocados por el periodista y profesor Fernando Varela para participar en una mesa redonda en la Universidad Carlos III de Madrid este martes 29 de octubre, no hay que descartar la posibilidad de unas terceras elecciones. “No creo que vayamos a salir fácilmente de este bucle”, lamenta Pablo Simón, “la inestabilidad es la nueva normalidad”.

El contexto político actual está marcado por la polarización, la fragmentación y la desintermediación. “Las pautas de competición tras la crisis no están asentadas”, advierte Simón. Al igual que ocurre en otras democracias de nuestro entorno, la decisión de voto se retrasa cada vez más: en las pasadas elecciones generales del 28 de abril, 1,8 millones de españoles decidieron su opción política en el propio colegio electoral. Este panorama de incertidumbre hace que, según Fumanal, los partidos se olviden de la planificación a largo plazo, la estrategia, y se concentren en el cortoplacismo de la táctica.

Las continuas convocatorias electorales no dejan margen a los gobiernos para tomar iniciativas impopulares, o para ejercer cierta pedagogía sobre el electorado. Fumanal pone el ejemplo de la aprobación del matrimonio homosexual en tiempos de Zapatero. “Era una medida sobre la que no había consenso, y sin embargo hoy, tras el paso del tiempo, está plenamente aceptada”. Una medida así sería poco probable por el riesgo de que pudiera ser castigada en las urnas antes de que acabara siendo asumida por la población.

Ante este carácter episódico de la política, parece como si la comunicación política hubiera tomado las riendas de la estrategia de los partidos, que vivirían a golpe de jugada maestra, como la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. El triunfo de la comunicación sobre la política se ejemplificaría con el ascenso de un experto en marketing electoral, Iván Redondo, al puesto de jefe de gabinete de Pedro Sánchez.

Para Verónica Fumanal, “los asesores han sido el chivo expiatorio sobre el que se carga la responsabilidad de la repetición electoral, pero su labor no es tomar decisiones, sino darles un marco interpretativo favorable a las mismas”. Pablo Simón abunda al decir que “los directores de comunicación no son los responsables, sino el político que toma las decisiones”. Pero en tiempos de zozobra, apunta, “los césares quieren augures, coaches emocionales”.

¿Estamos condenados, pues, al marasmo de continuas repeticiones electorales? Eso parece. Según Simón, “los partidos no están interesados en construir puentes. Aunque sus programas electorales son compatibles, extreman comunicativamente las diferencias para que el elector no se vaya al partido de al lado”. Tampoco ayuda que las formaciones de la nueva política estén dominadas por hiperliderazgos verticales. Cuando la imposibilidad de un pacto se debe a las rencillas emocionales y a las personalidades de los líderes, “ahí la ciencia política tiene pocas respuestas”, lamenta Simón, “entramos en el terreno de la psicología”.

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sábado, octubre 05, 2019

Berta Barbet: información y opinión pública en tiempos de crisis política


En la formación de la opinión pública hay constantes que se mantienen desde hace décadas, mientras otros elementos, como la creciente desafección ciudadana o el espacio que para el extremismo ofrecen las redes sociales, han irrumpido en el paisaje político en tiempos recientes. La politóloga Berta Barbet, investigadora postdoctoral en la Autónoma de Barcelona, ofreció estas claves en la lección inaugural de la jornada ‘La nueva opinión pública’, auspiciada por la Fundación Giménez Abad en colaboración con la Asociación de Comunicación Política y celebrada en Zaragoza el 3 de octubre de 2019.

A decir de Barbet, la opinión pública se compone de tres elementos. En primer lugar, los objetos políticos sobre los que esperamos que los ciudadanos tengan opiniones (los candidatos, las instituciones, la situación del país, las políticas públicas…). En segundo lugar, los principios y valores de los ciudadanos, que suelen ser constantes. Y, por último, la información que conecta los objetos políticos y los valores ciudadanos.

La ciencia política ofrece dos modelos para explicar la formación de los juicios del votante: el ‘running-tally’ o ‘hot cognition’, mediante el cual el ciudadano tiene una opinión formada a la que adapta cualquier nuevo estímulo, o el modelo RAS (Receive-Accept-Sample) de John Zaller, en el que la opinión del ciudadano no está formada y cambia con el ambiente comunicativo.

El estudio de la opinión pública tiene al menos 70 años de historia. En perspectiva, Barbet considera que hay elementos que permanecen desde esos orígenes, mientras que otras cuestiones son nuevas, propias de nuestra época.

Entre las cosas que no han cambiado, Barbet señaló:
  • Los ciudadanos están desinformados sobre la política.
  • Los ciudadanos buscan heurísticos, atajos para saber a qué candidato apoyar.
  • Las emociones son muy importantes para formar la opinión, lo que explica en gran medida el éxito de las noticias falsas.
  • Los menos proclives a cambiar de opinión son los ciudadanos políticamente más sofisticados.

Entre las cosas que sí han cambiado:
  • Hay más desafección política en España: la desconfianza en los políticos ha subido.
  • Las herramientas que los ciudadanos utilizaban para navegar el mundo político han cambiado: ya nadie se fía de los partidos, de los sindicatos…
  • Con las redes sociales, los extremistas tienen una facilidad enorme para conectarse entre sí.
  • La comunicación política en los medios ha cambiado: se da un mayor énfasis al espectáculo, parece que el que grita más tiene más razón.

Ante tal panorama, pareciera que estamos inevitablemente abocados a un mundo trumpista. Como antídoto, Barbet sugirió algunas medidas:
  • La comunicación debe orientarse al entendimiento.
  • Hay que atajar la sensación social de que el sistema ha abandonado a la gente.
  • El diálogo no va de tener razón, sino de intentar entenderse.
  • Debemos procurar que el conflicto político sea comprensible para el ciudadano.

Para que las medidas arriba señaladas surtan efecto, Barbet apunta que los medios de comunicación deberían entenderse como un servicio público y no como un negocio.

A la lección magistral de Barbet siguieron dos mesas redondas que tuve el honor de moderar. La primera con académicos (Carlos Arcila, Toni Aira y Paloma Piqueiras), la segunda con consultores (Verónica Fumanal, Nacho Corredor y Xavier Peytibi). La coordinación de la jornada corrió a cargo de Rafael Rubio, profesor titular y director del grupo de investigación sobre participación y nuevas tecnologías de la Universidad Complutense de Madrid.

El vídeo completo de la jornada puede verse en la Mediateca online de las Cortes de Aragón.

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martes, septiembre 24, 2019

Escuela de Métodos ACOP en Barcelona: Introducción a R

La Asociación de Comunicación Política (ACOP), con la colaboración del Departamento de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, dedica la segunda edición de su Escuela de Métodos de Investigación en Comunicación Política a un curso monográfico sobre el paquete estadístico R, de creciente uso entre los investigadores en ciencias sociales.

El curso se organiza en torno a seis talleres de tres horas cada uno, impartidos en tres días consecutivos, precedidos de una lección inaugural. Los talleres están especialmente dirigidos a estudiantes de máster y doctorado, investigadores universitarios y consultores de marketing político.

El curso ofrece la posibilidad de iniciarse en el paquete estadístico R sin necesidad de conocimientos previos, ilustrando sus posibilidades con ejemplos aplicables a la investigación en comunicación política (análisis de regresión a partir de datos de encuestas de opinión, sentiment analysis en Twitter, etc.)

Información e inscripciones (35 plazas):
https://compolitica.com/llega-a-barcelona-la-ii-edicion-de-la-escuela-acop-de-metodos-de-investigacion/

Programa

Fechas de celebración: del 13 al 16 de noviembre de 2019
Lugar de celebración: Universitat Pompeu Fabra, Campus del Poblenou, Barcelona

Miércoles, 13 de noviembre de 2019

19:30hs.-  Lección inaugural (abierta al público):
‘Informarse por Facebook, ¿malo para la democracia?’
> Ana Sofía Cardenal
(Universitat Oberta de Catalunya)
21:00hs.-Cena de recepción a los participantes.

Jueves, 14 de noviembre de 2019

Taller 1.- Qué es R y para qué sirve
> Basilio Moreno Peralta
(Universitat Pompeu Fabra)
9:00-10:30hs.- Taller 1 (Teoría)
10:30-10:45hs.- Pausa café
10:45-12:15hs.- Taller 1 (Práctica)

12:15-13:00hs.- Pausa almuerzo

Taller 2.- Operaciones básicas con R
> Basilio Moreno Peralta
(Universitat Pompeu Fabra)
13:00-14:30hs.- Taller 2 (Teoría)
14:30-14:45hs.- Pausa café
14:45-16:15hs.- Taller 2 (Práctica)

16:30-17:30hs.- Mentoring: Resuelve las dudas de tu proyecto con los profesores

18:00hs.- Programa social 1.- Visita guiada

Viernes, 15 de noviembre de 2019

Taller 3.- Visualización de datos con R
> Alberto Muñoz García
(Universidad Carlos III de Madrid)
9:00-10:30hs.- Taller 3 (Teoría)
10:30-10:45hs.- Pausa café
10:45-12:15hs.- Taller 3 (Práctica)
12:15-13:00hs.- Pausa almuerzo

Taller 4.- Análisis de regresión con R
> Alberto Muñoz García
(Universidad Carlos III de Madrid)
13:00-14:30hs.- Taller 4 (Teoría)
14:30-14:45hs.- Pausa café
14:45-16:15hs.- Taller 4 (Práctica)

16:30-17:30hs.- Mentoring: Resuelve las dudas de tu proyecto con los profesores

18:00Hs.- Programa social 2.- Visita guiada

Sábado, 16 de noviembre de 2019

Taller 5.- Análisis de redes sociales (SNA) con R
> Modesto Escobar
(Universidad de Salamanca)
9:00-10:30hs.- Taller 5 (Teoría)
10:30-10:45hs.- Pausa café
10:45-12:15hs.- Taller 5 (Práctica)

12:15-13:00hs.- Pausa almuerzo

Taller 6.- Análisis de opinión en Twitter con R
> Carlos Arcila Calderón
(Universidad de Salamanca)
13:00-14:30hs.- Taller 6 (Teoría)
14:30-14:45hs.- Pausa café
14:45-16:15hs.- Taller 6 (Práctica)

16:15-17:30hs.- Cóctel de despedida y entrega de diplomas.

NÚMERO DE PLAZAS:
35 alumnos


 
PRECIO DE LA MATRÍCULA:

150 euros (socios ACOP)
350 euros (no socios)

INSCRIPCIONES:
https://compolitica.com/llega-a-barcelona-la-ii-edicion-de-la-escuela-acop-de-metodos-de-investigacion/

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martes, julio 23, 2019

Premio ACOP a la mejor tesis en comunicación política

La Asociación de Comunicación Política (ACOP) convoca un premio a la mejor tesis doctoral en este campo. La fecha límite para postularse al galardón, dotado con mil euros, es el 1 de septiembre de 2019.

Podrán presentarse al premio las personas que hayan defendido una tesis doctoral (redactada en castellano, inglés o portugués) en cualquier universidad pública o privada del mundo, entre el 1 de septiembre de 2017 y el 1 de septiembre de 2019 y cuyo contenido esté relacionado con alguna temática del ámbito de la comunicación política.

Más información en el siguiente enlace: https://compolitica.com/premioacopmejortesisdoctoral/

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lunes, julio 15, 2019

Kurt Lang (1924-2019): el último representante de la Escuela de Chicago



Kurt Lang en una imagen del documental The Long Road to Decatur, de Glenda Balas (2007)


[Publicado en La Revista de ACOP, Nº 40, Etapa 2, julio de 2019]


El pasado 1 de mayo de 2019 fallecía en Cambridge (Massachusetts) el sociólogo Kurt Lang, que junto a su esposa Gladys Engel, fallecida en 2016, era el último representante de la Escuela de Sociología de Chicago. En la misma universidad donde Robert E. Park empezó sus estudios sobre el papel de la prensa en la integración de los inmigrantes, Lang llegó en los 50 como veterano de guerra y en seis años completó todos sus estudios universitarios hasta el doctorado. Allí conoció a la que sería su esposa y pareja profesional, con la que firmaría la mayoría de sus trabajos.

Kurt Lang huyó junto a su familia de la Alemania nazi y recaló en Nueva York con 12 años. Cuando en 1943 el ejército americano quiso reclutarlo para la Segunda Guerra Mundial, todavía no era ciudadano estadounidense, así que lo naturalizaron al instante y lo enviaron al frente europeo, a su propia Alemania natal. Pronto descubrieron los oficiales que alguien cuya lengua materna era el alemán les sería más útil como agente especial en las Counter Intelligence Corps. Haciéndose pasar por un alemán más, el Ejército americano contó con Lang para el proceso de desnazificación tras la guerra: indentificó a líderes locales, elaboró un catálogo con los rumores que circulaban entre la población y recabó la opinión de los alemanes sobre las tropas americanas. Fue entonces cuando descubrió su verdadera vocación y regresó a Estados Unidos para estudiar sociología.

Aún siendo todavía alumnos de posgrado, Kurt y Gladys consiguieron convencer a unos cuantos voluntarios para llevar a cabo el trabajo de campo del estudio que les haría famosos: la recepción al general McArthur en Chicago. A fin de comprender mejor los efectos de la televisión en la opinión pública, los Lang comandaron a un grupo de investigadores que siguió la llegada del general por televisión y a pie de calle, entre la multitud en varios puntos a lo largo de todo el recorrido. La televisión creó su propia realidad, dando la impresión de que el desfile era triunfal, cuando sobre el terreno el ambiente era más bien desangelado. Frente al televisor los espectadores recibían pasivamente el mensaje interesado, mientras que en las aceras el público vertía críticas y cuestionaba toda la parafernalia.

Fue quizá esta primera experiencia con lo que hoy en día resumiríamos con el lema “televisión, manipulación” lo que convirtió a los Lang en los primeros escépticos del paradigma de los efectos limitados, acuñado por otro refugiado de la Alemania nazi afincado en EE.UU., el vienés Paul F. Lazarsfeld. El triunfo de su idea de que los medios no son en realidad tan poderosos acabaría por desincentivar el estudio sociológico de la influencia masiva de los medios en la opinión pública, lamentaban los Lang.

El matrimonio de Chicago se mantendría activo durante décadas, ofreciendo a los estudiosos de la comunicación política dos valiosos volúmenes: uno sobre política y televisión, incluyendo un estudio empírico sobre los famosos debates presidenciales entre Nixon y Kennedy (Television and Politics, 1968) y otro sobre la opinión pública sobre el escándalo Watergate (The Battle for Public Opinion, 1983), que explica cómo en cuestión de meses los estadounidenses pasaron de reelegir a Nixon a repudiarlo.

Los Lang recibieron un merecidísimo homenaje de sus colegas investigadores en Seattle en 2014, durante la celebración del congreso anual de la International Communication Association. Allí, un Kurt Lang eufórico animó a las nuevas generaciones a seguir su ejemplo: investigaciones multi-método muy imaginativas, ya que, como recordó, “nosotros no teníamos dinero, así que no nos quedaba más remedio que pensar”.

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jueves, julio 04, 2019

Por una política feminista


La nueva etapa de Verónica Fumanal al frente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) arrancó con una mesa redonda sobre el carácter femenino del nuevo ciclo político. Adriana Lastra (PSOE), Edurne Uriarte (PP), Melisa Rodríguez (Ciudadanos) y Noelia Vera (Unidas Podemos) coincidieron en denunciar la desigualdad y la discriminación por razones de género, pero la unidad feminista se quebró mediado el debate por el recuerdo del 8-M, avivando el eterno debate sobre la adscripción ideológica del feminismo: ¿se puede ser feminista y de derechas?

Con un 47% de parlamentarias y un Consejo de Ministros paritario, España se sitúa a la vanguardia de la igualdad entre sexos, hasta el punto de que, como señaló la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, en su presentación de la mesa redonda en Madrid el miércoles 3 de julio de 2019, la política es uno de los ámbitos sociales más igualitarios. Un avance que, a decir de Batet, solo se consiguió tras el cambio normativo de 2007 que obliga a los partidos a elaborar listas paritarias.

El poder, sin embargo, sigue siendo masculino, según Edurne Uriarte. Prueba de ello es que “la mayoría de los líderes políticos son hombres”, como se veía de manera elocuente en la foto del G-20 reunido en Osaka esa misma semana. Para Adriana Lastra lo importante no es un liderazgo femenino, sino feminista, a fin de que “no cambie la mujer, sino la política”. “Ser feminista no es ser mujer, sino querer la igualdad”, apostilló Noelia Vera, para quien un liderazgo feminista también lo puede ejercer un hombre. Melisa Rodríguez, por su parte, apostó por combatir las desigualdades en lugar de asumirlas.

El lenguaje sigue siendo uno de los mecanismos de reproducción de esa desigualdad. Ser ambicioso en un hombre es algo positivo, mientras que en una mujer tiene connotaciones negativas. Para Edurne Uriarte, la idea de que el liderazgo femenino implica más diálogo y poca agresividad juega en contra las mujeres con iniciativa: “si una mujer quiere liderar, desea ganar. Y eso implica confrontación, cierta agresividad. Pero cuando las mujeres deseamos ganar y somos agresivas, generamos rechazo”.

La tradicional adscripción de la mujer al ámbito doméstico, reservándose para el hombre el ágora pública, sigue pesando sobre las mujeres en política, porque se les recuerda constantemente que ése no es su lugar, afirma Adriana Lastra. Una manera de empujar a las mujeres a esa esfera privada es la invisibilidad. Noelia Vera señaló cómo tras las comparecencias semanales en rueda de prensa junto a su compañero de partido Pablo Echenique, sus declaraciones quedaban enmascaradas tras las siglas de la formación (“Podemos dice que…”), mientras que las afirmaciones de su colega eran precisamente atribuidas a su persona (“Echenique afirma que…”). Melissa Rodríguez recordó reuniones en las que sus interlocutores masculinos no se dirigían a ella, sino al técnico que se sentaba a su lado.

El consenso que presidió la mesa redonda se rompió cuando Melisa Rodríguez y Edurne Uriarte demandaron una mayor unidad entre las mujeres. Rodríguez denunció los insultos que recibió por querer participar en la manifestación del 8-M, en referencia a la exclusión de las formaciones de derecha en la histórica manifestación de 2018. Uriarte lamentó que no se entienda que en el feminismo hay diferentes opiniones: “hay un feminismo en la derecha”, afirmó, “el reto es dialogar y encontrar puntos de encuentro entre mujeres de distintas ideologías dentro del feminismo”.

Para Noelia Vera el reto pendiente es el que señala como la principal lección del feminismo: que las mujeres siguen sufriendo discriminación “no por mala suerte o por falta de capacidad, sino por el hecho de ser mujeres”.

Diferencias al margen, la presidenta de ACOP cerró el debate animando a las diputadas a que sigan siendo ambiciosas: “os queremos con palabra, porque la palabra es poder”.

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jueves, abril 11, 2019

Garicano: el populismo es una reacción a la automatización



“Vivimos tiempos muy extraños: a pesar de que la humanidad está objetivamente mejor que nunca, estamos asistiendo al ascenso de líderes populistas por todas partes”, afirmó este jueves el economista Luis Garicano, cabeza de lista de Ciudadanos a las elecciones europeas del próximo 26 de mayo, en su visita al campus de Getafe de la Universidad Carlos III de Madrid.

Preguntados por cómo ven el futuro, los europeos responden: ‘incierto’, ‘atemorizado’ o ‘ansioso’. No es para menos. Según Garicano, la nueva revolución del cambio en el empleo ya no se limita a sustituir trabajos manuales por intelectuales, sino que la tecnología también empieza a reemplazar a estos últimos.

Si la inteligencia artificial ya es capaz de hacer diagnósticos médicos con tanta o mayor precisión que un profesional de la sanidad, ¿qué no ocurrirá con los conductores de camiones, trenes, autobuses y taxis? Detrás del malestar de las clases medias está, según el cerebro económico de Ciudadanos, la ansiedad ante un futuro que se antoja como letal para todos aquellos que se dediquen a tareas rutinarias susceptibles de ser automatizadas.

De hecho, según recuerda Garicano, la variable que mejor explica la victoria de Trump en las presidenciales norteamericanas de 2016 es el porcentaje de trabajo rutinario en cada condado. El propio lema de campaña del magnate inmobiliario, ‘Make America Great Again’, llamaba a recuperar un pasado idealizado. Algo parecido pedían los Brexiters, reapropiarse del control que supuestamente tenían antes (‘Take Back Control’).

La Unión Europea, identificada socialmente con las ideas de mercado único y libre circulación, es una amenaza para los que quieren volver al pasado de las fronteras. De ahí que Europa esté, a decir del ex profesor de la LSE y la Universidad de Chicago, en el punto de mira de los populismos. Una Europa que “no conduce, sino que es mera pasajera del coche de la nueva revolución industrial”, según el economista.

Para hacer frente a la competencia desleal de China, que no respeta la propiedad intelectual, Garicano propone una nueva Organización Mundial del Comercio en la que se respeten las reglas del juego. Al mismo tiempo, para hacer de Europa una realidad más tangible, el cabeza de lista de Ciudadanos sugiere un ‘Erasmus de mayores’, una especie de Imserso de talla continental que favorezca el intercambio de destinos vacacionales entre los jubilados europeos.

Sobre el Brexit, Garicano cree que Reino Unido está cada día más arrepentido de la decisión de salir de la UE. A las instituciones europeas tampoco les interesa un Brexit duro que acabe por certificar la entrada en recesión del continente. Si la salida de la UE es problemática, mucho más lo sería una hipotética independencia de Cataluña, sugiere. La negativa de Ciudadanos a pactar con el PSOE de Sánchez vendría condicionada por la temeridad del socialista, que habría supeditado su acceso al poder a cambio de ir cediendo parcelas de soberanía a los secesionistas catalanes.

Garicano, que acaba de publicar un libro-manifiesto titulado El contraataque liberal (Península, 2019), confiesa que le cuesta hacer la transición de profesor a político. “El científico siempre duda”, es consciente de la falsibilidad de su conocimiento. Sin embargo, “el político siempre tiene que responder a todo, no puede mostrar dudas”.

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viernes, marzo 15, 2019

Otra manera de contar



El éxito editorial de Fariña (Libros del KO, 2015), de Nacho Carretero, cogió a muchos periodistas gallegos por sorpresa. “Eso ya se sabía”, “¿a qué viene tanto revuelo?”, se preguntaban en las redacciones de la costa atlántica. El libro sobre la historia del narcotráfico gallego llegó a ser secuestrado judicialmente tras la denuncia de uno de los aludidos y se convirtió en una serie de ficción televisiva de gran audiencia. El volumen sigue traduciéndose a varios idiomas y la serie se ha convertido en un fenómeno mundial gracias a su distribución por Netflix.

En una mesa redonda sobre periodismo local organizada el viernes 15 de marzo de 2019 por el profesor y periodista Fernando Varela en la Universidad Carlos III de Madrid, Nacho Carretero, en compañía de Xosé Hermida, redactor jefe de política de El País, afirmó que una de sus principales motivaciones era, precisamente, la de escribir un libro que él echaba de menos en su propia estantería. A imitación de lo que ocurre en Italia, donde Roberto Saviano hizo mundialmente famosa la miseria de la camorra napolitana en Gomorra (2006), en Galicia faltaba alguien que se atreviera con un libro periodístico sobre la miseria local, la del narcotráfico. Y ese alguien fue un joven periodista, tan joven que era un niño cuando la mayor parte de los hechos que cuenta tenían lugar. Quizá ayudado por la distancia del tiempo y la relativa lejanía geográfica de su trabajo en Madrid, Carretero rescató de la hemeroteca nombres y apellidos que todavía despiertan escalofríos y, sobre todo, mucho silencio.

Carretero reconoce que Fariña no contiene ninguna exclusiva informativa, pero su principal innovación reside en la manera de narrar, de construir una adictiva historia a partir de las crónicas periodísticas y de las entrevistas que mantuvo con sus autores y sus protagonistas. Los episodios estaban ahí, sepultados en la hojarasca de la prensa diaria, faltaba el libro que los hiciera inmortales. Carretero pasó el narcotráfico gallego por el tamiz del periodismo narrativo y, de repente, lo local se hizo universal. El clan de los Charlines, las voluntades políticas compradas, los silencios cómplices y la ruina vital de muchos jóvenes y sus familias se manifestaron como un material novelable, digno de película. Como un cúmulo de ejemplos y anécdotas de esa categoría humana, la corrupción.

El recurrente comentario de “eso lo sabe todo el mundo” es, para Xosé Hermida, una de las inercias contra las que debe luchar diariamente el periodista. Fariña llama la atención desde el diseño de su propia portada. El fardo de cocaína se deshace para el lector y el recuento agregado de todas esas historias, su memoria, se convierte en revolucionario: de repente, lo que se daba por cotidiano (casi no hay banquete de primera comunión en la Galicia de los 80 que no contara con tabaco de contrabando para los invitados) se torna extraño y vergonzoso. Los propios gallegos no eran plenamente conscientes de que la cocaína llegó a Europa a través de sus costas. Que los silencios napolitanos tenían una fidelísima réplica en Vilagarcía.

Si bien la distancia geográfica y temporal benefició a Carretero en Fariña, su siguiente libro, En el corredor de la muerte (Espasa, 2018), sobre el español Pablo Ibar, descendiente de vascos condenado por asesinato en Florida, le ha supuesto más conflictos éticos. La historia está viva y la cercanía emocional con el protagonista es mayor. Un dilema moral no muy lejano al que experimentó Truman Capote durante la documentación de su legendaria novela de no-ficción, A sangre fría (1966). Otra historia híper-local, de la América profunda, que pasó desapercibida en la prensa diaria y se hizo universal tras su reinvención en forma de libro.

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