jueves, julio 04, 2019

Por una política feminista


La nueva etapa de Verónica Fumanal al frente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) arrancó con una mesa redonda sobre el carácter femenino del nuevo ciclo político. Adriana Lastra (PSOE), Edurne Uriarte (PP), Melisa Rodríguez (Ciudadanos) y Noelia Vera (Unidas Podemos) coincidieron en denunciar la desigualdad y la discriminación por razones de género, pero la unidad feminista se quebró mediado el debate por el recuerdo del 8-M, avivando el eterno debate sobre la adscripción ideológica del feminismo: ¿se puede ser feminista y de derechas?

Con un 47% de parlamentarias y un Consejo de Ministros paritario, España se sitúa a la vanguardia de la igualdad entre sexos, hasta el punto de que, como señaló la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, en su presentación de la mesa redonda en Madrid el miércoles 3 de julio de 2019, la política es uno de los ámbitos sociales más igualitarios. Un avance que, a decir de Batet, solo se consiguió tras el cambio normativo de 2007 que obliga a los partidos a elaborar listas paritarias.

El poder, sin embargo, sigue siendo masculino, según Edurne Uriarte. Prueba de ello es que “la mayoría de los líderes políticos son hombres”, como se veía de manera elocuente en la foto del G-20 reunido en Osaka esa misma semana. Para Adriana Lastra lo importante no es un liderazgo femenino, sino feminista, a fin de que “no cambie la mujer, sino la política”. “Ser feminista no es ser mujer, sino querer la igualdad”, apostilló Noelia Vera, para quien un liderazgo feminista también lo puede ejercer un hombre. Melisa Rodríguez, por su parte, apostó por combatir las desigualdades en lugar de asumirlas.

El lenguaje sigue siendo uno de los mecanismos de reproducción de esa desigualdad. Ser ambicioso en un hombre es algo positivo, mientras que en una mujer tiene connotaciones negativas. Para Edurne Uriarte, la idea de que el liderazgo femenino implica más diálogo y poca agresividad juega en contra las mujeres con iniciativa: “si una mujer quiere liderar, desea ganar. Y eso implica confrontación, cierta agresividad. Pero cuando las mujeres deseamos ganar y somos agresivas, generamos rechazo”.

La tradicional adscripción de la mujer al ámbito doméstico, reservándose para el hombre el ágora pública, sigue pesando sobre las mujeres en política, porque se les recuerda constantemente que ése no es su lugar, afirma Adriana Lastra. Una manera de empujar a las mujeres a esa esfera privada es la invisibilidad. Noelia Vera señaló cómo tras las comparecencias semanales en rueda de prensa junto a su compañero de partido Pablo Echenique, sus declaraciones quedaban enmascaradas tras las siglas de la formación (“Podemos dice que…”), mientras que las afirmaciones de su colega eran precisamente atribuidas a su persona (“Echenique afirma que…”). Melissa Rodríguez recordó reuniones en las que sus interlocutores masculinos no se dirigían a ella, sino al técnico que se sentaba a su lado.

El consenso que presidió la mesa redonda se rompió cuando Melisa Rodríguez y Edurne Uriarte demandaron una mayor unidad entre las mujeres. Rodríguez denunció los insultos que recibió por querer participar en la manifestación del 8-M, en referencia a la exclusión de las formaciones de derecha en la histórica manifestación de 2018. Uriarte lamentó que no se entienda que en el feminismo hay diferentes opiniones: “hay un feminismo en la derecha”, afirmó, “el reto es dialogar y encontrar puntos de encuentro entre mujeres de distintas ideologías dentro del feminismo”.

Para Noelia Vera el reto pendiente es el que señala como la principal lección del feminismo: que las mujeres siguen sufriendo discriminación “no por mala suerte o por falta de capacidad, sino por el hecho de ser mujeres”.

Diferencias al margen, la presidenta de ACOP cerró el debate animando a las diputadas a que sigan siendo ambiciosas: “os queremos con palabra, porque la palabra es poder”.

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