sábado, septiembre 12, 2009

Un discurso para cambiar la historia

“You smile, and then the spell is cast.” (Sonríes, y el hechizo está echado). La letra de la canción At Last, que Beyoncé cantó al matrimonio Obama en la gala de su inauguración presidencial, estaba escrita mucho antes de que la figura del antiguo Senador de Illinois alcanzase el estrellato, pero parece cobrar pleno sentido aplicada a Obama. En su esperado discurso sobre la reforma sanitaria ante el Congreso, el presidente ha conseguido calmar los ánimos y meterse en el bote a los moderados de ambos partidos. Quizá no en las dos cámaras parlamentarias, pero sí en la calle, a decir de las encuestas posteriores a su alocución.

Estudiar el impacto en la opinión pública de las acciones de comunicación política (discursos, protestas, anuncios, campañas…) es la principal ocupación de muchos académicos. Se dice que hay discursos que cambian la historia, como si un puñado de palabras (variable independiente) fuesen capaces de modificar conductas y opiniones (las variables dependientes). Obama parece confiar en el poder de su palabra. Sus elaborados discursos (cuya sencillez esconde horas de trabajo) han sido, en efecto, desequilibrantes en momentos clave. Ocurrió con su discurso en Berlín, que afianzó su status internacional, y con su discurso sobre la raza, que calmó animosidades internas. Con su discurso ante el Congreso el 9 de septiembre de 2009, Obama ha embridado a la desbocada bestia del partidismo y los grupos de interés de manera magistral. Descomponemos a continuación el texto su discurso:

1.- Introducción: Obama explica las razones de la ineficiencia del actual modelo sanitario norteamericano, y encuadra su reforma en el contexto de sucesivos intentos en la historia del país. Sitúa a la clase media, y no a los americanos más pobres (los denostados vividores del welfare), como los principales perjudicados por el actual sistema y, en consecuencia, como los mayores beneficiarios de la reforma. Obama ilustra con casos individuales el drama de muchos americanos medios que ven cómo sus compañías de seguros deciden retirar su cobertura en los momentos más difíciles, aludiendo a enfermedades no declaradas como principal argumento para justificar dichos cambios. La principal función de esta introducción es la de justificar la reforma sanitaria, la de hacer entender a la audiencia que un cambio es necesario, imprescindible. “Estos son los hechos”, dice Obama. “Nadie los disputa. Sabemos que debemos reformar el sistema. La cuestión es cómo.”

2.- Obama explica el espíritu de la reforma y sus puntos básicos, y aprovecha deshacer malentendidos y despejar temores. Tres son los pilares de su reforma: 1) Proteger a los consumidores (en Europa jamás llamaríamos a los usuarios del sistema de salud “consumidores”) garantizando que jamás se les negará cobertura sanitaria por enfermedades previas; 2) Ofrecer un mercado de seguros sanitarios asequibles y de calidad para aquellos que cambian de trabajo (cabe recordar que en Estados Unidos son los empleadores quienes suelen pagar --y negociar-- el seguro médico de sus asalariados); 3) Obligar a aquellos que pueden permitirse pagar un seguro sanitario suscribir una póliza básica de bajo coste, lo quieran o no (como ocurre con los seguros de automóvil, que son obligatorios en muchos estados). Obama quiso afrontar los mitos que rodean a su reforma: Tachó de mentira los “paneles de la muerte” que denunciara Sarah Palin (fue de las pocas ocasiones en que Obama no refutó acusaciones con argumentos); prometió que su reforma no daría cobertura los inmigrantes ilegales; y dijo que no habría financiación federal para los abortos.

3.- Menos gobierno y más libertad de mercado. Obama parece dar por descartada una opción pública de financiación federal, y propone en su lugar la existencia de compañías privadas sin ánimo de lucro que entren a competir en el mercado para forzar los precios de los seguros a la baja, sobre todo en el segmento de mercado de los más desfavorecidos. “Mi principio guía es, y ha sido siempre, que los consumidores salen beneficiados cuando se les ofrece elección y competencia”, declaró solemne Obama, defraudando a sus seguidores más izquierdistas. Aquí está la clave para entender el golpe maestro del presidente: Ha enmarcado su reforma como una iniciativa de libertad negativa. Queridos americanos, no les ofrezco un seguro médico gubernamental, sino que trataré de evitar monopolios y garantizar la cobertura de las clases bajas mediante la ley. No les ofrezco la solución prediseñada por el gobierno, sino que creo el marco legal propicio para que un mercado justo (con competencia leal y unas garantías mínimas) ofrezca la solución por sí mismo. Obama volverá a insistir en este punto en la clausura del discurso, donde intenta calificar su reforma como netamente americana. Es decir, no como una intervención gubernamental, sino como una ley para garantizar una justa competencia.

4.- Financiación del plan. Un político debe dar cifras para cuantificar sus planes, por más que los cálculos tengan pocos visos de realidad. Obama cifró el coste de su reforma en 900 billiones de dólares, pero se apresuró a decir que el nuevo plan sanitario no se financiará con una subida de impuestos sino con un gasto más eficiente de los recursos actualmente empleados en el sistema sanitario ahora vigente. Apuntilló que el coste de la reforma era menor que el de las guerras de Irak y Afganistan, o que la rebaja de impuestos a los americanos más pudientes. Era otra manera de decir que el déficit presupuestario se debe a Bush y no a la reforma sanitaria.

5.- Conclusión enérgica: Nueva llamada a la necesidad de reforma, apelación emotiva (con referencia al recientemente finado Ted Kennedy) y defensa del americanismo de su plan. Obama recapitula incidiendo una vez más en la justificación de sus planes: La reforma es necesaria, inaplazable. El status quo es imperdonable. El presidente eleva aquí el tono religioso su discurso, diciendo que sus medidas responden a “una llamada” y, más que una acción política, son “una cuestión moral.” De nuevo introduce historias individuales en su discurso, las de miles de americanos que le han escrito contando sus problemas y clamando por una reforma. Obama hace un homenaje a Ted Kennedy, figura controvertida y quasi-comunista para muchos americanos, pero el presidente desactiva el sambenito de radical de Costa Este que pesa sobre el difunto para calificarlo como un ser humano que dedicó su vida a la reforma sanitaria por razones personales (dos de sus hijos padecían cáncer). Esa preocupación por el otro, esa capacidad de empatía, el ser “my sister’s keeper”, como dijo en campaña, son a juicio de Obama cualidades netamente americanas. En el fondo, el presidente se presenta de nuevo como la promesa del (incumplido) sueño americano. En un contexto de crisis económica sin precedentes, el trabajo duro ya no garantiza prosperidad ni seguridad. La reforma de Obama no es una muestra más de intervencionismo estatal, sino el toque de corrección que garantiza un mercado justo. Frente a la mano invisible del mercado, Obama habló explícitamente de una “leavening hand of wise policy”, la mano elevadora de las políticas hechas con sabiduría. Sin esa mano (que no controla, sino que corrige abusos), “los mercados pueden quebrarse, los monopolios pueden paralizar la competencia, y los vulnerables pueden ser explotados.”

En definitiva, frente a los que lo acusaban de socialista, Obama se presentó como el hombre de ley que combate la anarquía para garantizar una competencia justa en un mercado libre. Obama no ofreció una libertad positiva (una solución cerrada, financiada por el gobierno, para la opción pública de cobertura sanitaria) sino una libertad negativa (poner límites a los abusos del mercado, dejando que sea la propia competencia la que ofrezca soluciones).

Y concluyó, claro está, con una de las máximas poéticas que tanto gusta de utilizar en sus discursos: “No hemos venido aquí para temer al futuro. Hemos venido para darle forma.”

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Estimado Paco,

agradezco muchos de tus post, especialmente este de resumen del discurso de Obama. Es una labor de síntesis que vienen genial a aquellos que nos gustaría leer más estos discursos pero no tenemos tiempo. Y felicidades por el blog.

Por si os interesa, yo puse en marcha hace unos meses. Se fija más en la práctica que el de Paco. http://ruizmateos.wordpress.com

Saludos y seguimos en contacto

Francisco Seoane Pérez dijo...

Estimado Carlos,

Muchas gracias por la lectura y el comentario.