Se cumple estos días medio siglo de la publicación de uno de los libros más influyentes en la historia de las ciencias sociales: Strukturwandel der Öffentlichkeit. Untersuchungen zu einer Kategorie der bürgerlichen Gesellschaft, de Jürgen Habermas, traducida al español como Historia y crítica de la opinión pública: La transformación estructural de la vida pública en 1981 (Barcelona, Gustavo Gili). El libro está rodeado de una leyenda no muy conocida que es necesario recordar: así como a Michael Jordan no lo aceptaron en el equipo de baloncesto de su colegio, y así como a los Beatles les negaron su primer contrato en Decca, Jürgen Habermas tuvo que mudarse de universidad (de Frankfurt a Marburg) porque el mismísimo Horkheimer no gustaba de su tesis de habilitación, que irónicamente acabaría por convertirse en uno de los libros más citados en todo el mundo.
El éxito del libro no fue inmediato. Empezó a ser popular tras su traducción al inglés en 1989, esto es, 27 años después de su publicación original. El desfase temporal tuvo sus consecuencias: el volumen pasó a ser una especie de Santo Grial, recién descubierto, en el que se prefiguraban muchas de las consideraciones contemporáneas sobre la democracia deliberativa, concepto muy en boga en la década de los 90 que el libro de Habermas ayudaría a dotar de pedigrí. Sin embargo, esta tardía traducción hizo que el libro se entendiese fuera de su contexto, la Alemania de Konrad Adenauer, y que se pasase por alto la crítica de Habermas al neo-corporativismo de los grandes sindicatos, el gobierno y los empresarios. De hecho, el libro de Habermas puede entenderse como otra prefiguración: la advertencia del reverso tenebroso de la llamada democracia asociativa, en la que la sociedad civil organizada acaba reemplazando a la ciudadanía inorgánica. Curiosamente, este último fenómeno es una de las características definitorias de la Unión Europea, pero el propio espíritu europeísta de Habermas hace que el genio alemán no vea en el nivel supranacional lo que tan evidente le resultaba en su propio país en los años 60.
Conviene destacar que las reflexiones de Habermas sobre la visibilidad del poder están inspiradas en los escritos del controvertido jurista pro-nazi Carl Schmitt (1888-1985), al que el propio Habermas cita en las primeras páginas del libro. Habermas está más cerca del derecho positivo (el derecho creado por los hombres) que del derecho natural (de inspiración inmanente o divina), pero no puede escapar de la larga sombra de Schmitt, a quien vuelve de nuevo a criticar en una de sus últimas aportaciones: “‘The Political’: The Rational Meaning of a Questionable Inheritance of Political Theology”, en Eduardo Mendieta y Jonathan VanAntwerpen (eds.), The Power of Religion in the Public Sphere (Columbia University Press, 2011).
Con motivo de las bodas de plata entre el libro de Habermas y la comunidad académica, las universidades de Copenhague y Aalborg preparan un seminario doctoral que tendrá lugar en Copenhague del 3 al 5 de diciembre de 2012, y para el que se aceptan propuestas de ponencias por parte de doctorandos. El seminario contará también con la intervención de consolidados académicos: Jostein Gripsrud (Bergen University), Hans-Jörg Trenz (University of Copenhagen), Rasmus Helles (University of Copenhagen), Mikkel Fugl Eskjær (University of Aalborg) y Stig Hjarvard (University of Copenhagen).
La traducción del término alemán “Öffentlichkeit” sigue siendo debatida. Parece que el equivalente más fidedigno sería “publicidad”, en el sentido de “lo público”, pero por influencia del inglés triunfó una metáfora geométrica, “la esfera pública”. El libro de Habermas es, en todo caso, más citado que leído. Es de esperar que el 50 aniversario sirva para releer y comprender, en lugar de hablar de oídas, el clásico del Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales de 2003. El presidente del jurado de aquel premio, por cierto, era el influyente político gallego Manuel Fraga (1922-2012), que llegó a ser amigo personal del mismísimo Carl Schmitt, la bestia negra de Habermas. Fraga consultaba a Schmitt cuando hacía su tesis doctoral sobre Luis de Molina (1535-1600), teólogo jesuita de origen conquense, defensor del libre albedrío.
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domingo, septiembre 16, 2012
50 años de la esfera pública de Habermas
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lunes, junio 14, 2010
Habermas contra Merkel
El archiconocido filósofo alemán Jürgen Habermas, profesor emérito de la Universidad de Frankfurt, recibirá este miércoles, 16 de junio, la medalla Ulysses del University College de Dublín. En una entrevista concedida a Paul Gillespie del Irish Times, Habermas reprocha a la canciller Angela Merkel el haber dilapidado su prestigio al sacrificar la estabilidad de la Unión Europea por la expectativa de réditos electorales domésticos. A continuación reproducimos los fragmentos de la conversación que aluden a temas de comunicación política:
Habermas pronunciará mañana martes una conferencia bajo el título “The Political: The Rational Meaning of a Questionable Inheritance of Political Theology” a las seis de la tarde en el Auditorio Clinton del University College de Dublín.
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Paul Gillespie: Political communication and a deliberative public sphere are at the centre of your philosophical reasoning. What role does this imply for quality media?
Jürgen Habermas: It is easier to detect the mote in the eye of the other than the beam in one’s own. This is why the destruction of political communication in the United States in particular – a case in point being the ideological indoctrination of the population during the debates over [President Barack] Obama’s health care reform – is more apparent to us Europeans. But the breakdown of public discourse is also progressing quite rapidly in our own countries. The major national newspapers, which played a decisive role in forming political opinion over the past century-and-a-half, have come under economic pressure and have yet to find a business model that would ensure their survival on the internet.
PG: Is there a case for public subsidy schemes to protect them from the effects of market rationalisations?
JH: In contrast to commercial television, the programming of the public broadcasting companies has not yet completely lost sight of the fact that its audience is not only composed of consumers but also of citizens. They are even bound by law to offer their audience not just entertainment but also information, education, and cultural programmes, and thus to provide solid underpinnings for the formation of independent political opinions. On the other hand, this BBC – or, in Germany, ARD and ZDF – model is not easy to apply to newspapers, which have to secure their independence in the private sector. But we should all wake up to the fact that the disappearance of an argumentative press represents an extremely acute danger for democracy. There are isolated experiments that seek to combine public subventions for the leading press with guarantees of their ongoing editorial independence. We should put such experiments on a broader footing before the New York Times or Le Monde or El País or the Frankfurter Allgemeine are rationalised out of existence or go bankrupt.
[…]
PG: The economic crisis puts public discussion of European integration at the centre of political debate. Can this politicisation of mass public awareness contribute to a deeper political union of the EU?
JH: In every country the tabloid press is eager to exploit any opportunity to foment nationalistic and xenophobic prejudices. In Germany, the Greek crisis provoked the Bildzeitung to such excesses, and the politicians allowed themselves to be carried away by this climate of opinion. Especially in times of crisis, reasonable proposals can gain the upper hand only if the national press keeps a clear head, together with the government and the major political parties. It should not let itself be taken in by populist slogans and it must maintain a halfway deliberative climate in the country. In the final analysis, it is the responsibility of the political parties to ensure that the population does not succumb to its fear reflexes and that it makes decisions only after reflecting on its own long-term interests. But past experiences leave me sceptical. To date there has not been a single European election or referendum in any country that wasn’t ultimately about national issues and tickets.
Habermas pronunciará mañana martes una conferencia bajo el título “The Political: The Rational Meaning of a Questionable Inheritance of Political Theology” a las seis de la tarde en el Auditorio Clinton del University College de Dublín.
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