miércoles, octubre 30, 2019

La inestabilidad es la nueva normalidad


España afronta el 10 de noviembre de 2019 unas nuevas elecciones generales marcadas por el hartazgo de los votantes, que han visto cómo los partidos de izquierda y de centro han sido incapaces de formar un gobierno de coalición. Para los politólogos Verónica Fumanal y Pablo Simón, convocados por el periodista y profesor Fernando Varela para participar en una mesa redonda en la Universidad Carlos III de Madrid este martes 29 de octubre, no hay que descartar la posibilidad de unas terceras elecciones. “No creo que vayamos a salir fácilmente de este bucle”, lamenta Pablo Simón, “la inestabilidad es la nueva normalidad”.

El contexto político actual está marcado por la polarización, la fragmentación y la desintermediación. “Las pautas de competición tras la crisis no están asentadas”, advierte Simón. Al igual que ocurre en otras democracias de nuestro entorno, la decisión de voto se retrasa cada vez más: en las pasadas elecciones generales del 28 de abril, 1,8 millones de españoles decidieron su opción política en el propio colegio electoral. Este panorama de incertidumbre hace que, según Fumanal, los partidos se olviden de la planificación a largo plazo, la estrategia, y se concentren en el cortoplacismo de la táctica.

Las continuas convocatorias electorales no dejan margen a los gobiernos para tomar iniciativas impopulares, o para ejercer cierta pedagogía sobre el electorado. Fumanal pone el ejemplo de la aprobación del matrimonio homosexual en tiempos de Zapatero. “Era una medida sobre la que no había consenso, y sin embargo hoy, tras el paso del tiempo, está plenamente aceptada”. Una medida así sería poco probable por el riesgo de que pudiera ser castigada en las urnas antes de que acabara siendo asumida por la población.

Ante este carácter episódico de la política, parece como si la comunicación política hubiera tomado las riendas de la estrategia de los partidos, que vivirían a golpe de jugada maestra, como la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. El triunfo de la comunicación sobre la política se ejemplificaría con el ascenso de un experto en marketing electoral, Iván Redondo, al puesto de jefe de gabinete de Pedro Sánchez.

Para Verónica Fumanal, “los asesores han sido el chivo expiatorio sobre el que se carga la responsabilidad de la repetición electoral, pero su labor no es tomar decisiones, sino darles un marco interpretativo favorable a las mismas”. Pablo Simón abunda al decir que “los directores de comunicación no son los responsables, sino el político que toma las decisiones”. Pero en tiempos de zozobra, apunta, “los césares quieren augures, coaches emocionales”.

¿Estamos condenados, pues, al marasmo de continuas repeticiones electorales? Eso parece. Según Simón, “los partidos no están interesados en construir puentes. Aunque sus programas electorales son compatibles, extreman comunicativamente las diferencias para que el elector no se vaya al partido de al lado”. Tampoco ayuda que las formaciones de la nueva política estén dominadas por hiperliderazgos verticales. Cuando la imposibilidad de un pacto se debe a las rencillas emocionales y a las personalidades de los líderes, “ahí la ciencia política tiene pocas respuestas”, lamenta Simón, “entramos en el terreno de la psicología”.

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