lunes, julio 13, 2015

Lippmann-Madariaga: vidas paralelas

 
Aquí va una idea para un productor o director de cine con ambición internacional: dos biopics (películas biográficas) que se podrían rodar en paralelo, compartiendo attrezzi, ya que los dos personajes fueron coetáneos: una sobre el diplomático de origen gallego Salvador de Madariaga, la otra sobre el periodista norteamericano Walter Lippmann. Dos figuras clave en las bambalinas del periodo de entreguerras.

Sus vidas tienen todos los ingredientes de una magnífica producción del viejo Hollywood: se codearon con los grandes estadistas de su época, dejaron a su primera esposa por otra mujer que sería la definitiva (esto es muy importante para darle un toque novelesco a la película) y pudieron muy ben ser los grandes líderes de su época, pero por diversas razones fueron muy influyentes desde un segundo plano.

Los avatares de Lippmann están perfectamente documentados en la monumental biografía a cargo de Ronald Steel. La de Madariaga está relatada, con mucho humor, en sus propias memorias. Los archivos del gallego descansan en el Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses, pero sin duda merecen una mayor exposición. Lástima que la crisis económica y la falta de voluntad política hayan dejado en el limbo de los justos al proyectado Centro Internacional de Recursos de las Culturas Europeas del ex ministro César Antonio Molina, lugar ideal para el fondo documental de Madariaga, que ahora será un simple centro cívico en la Ciudad Vieja coruñesa, la localidad natal del legendario diplomático.

La época de entreguerras, como testimonia el éxito literario de Stefan Sweig, tiene gancho entre el gran público. Es más, podrían licenciarse productos de las películas, como (vídeo)juegos de estrategia ambientados en aquellos años, o una preciosa novela gráfica a cargo de Miguelanxo Prado.

Señor Alejandro Amenábar, anímese. Convenza a Ernesto Alterio y a su padre Héctor para que encarnen a Madariaga Jr. y Sr., respectivamente.  El insigne señor Coppola podría cerrar su carrera con el biopic de Lippmann y Kevin Spacey interpretaría un personaje a la altura de Francis Underwood.

Si una película no les convence, hagan por favor una serie de televisión, de las de calidad. De paso los jóvenes aprenderían la historia de unos años clave para entender nuestro mundo contemporáneo.

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