martes, diciembre 23, 2008

Nuevos medios y participación política: Seminario en Barcelona

Nunca antes como ahora la famosa proclama de John Lennon de “empezar una revolución desde la cama” fue tan realista. Mientras la tradicional militancia en partidos políticos está en declive, afloran nuevas manifestaciones de intervención en la esfera pública como los flash mobs o los vídeos satíricos en YouTube. Analizar si Internet está abriendo nuevas avenidas para la participación política será el tema central del seminario de investigación “Citizen Politics: Are the New Media Reshaping Political Engagement?”, que tendrá lugar en Barcelona del 28 al 30 de mayo de 2009, organizado por los responsables del proyecto POLNET (Participación Política e Internet en España). Las propuestas de papers han de enviarse antes del 9 de febrero de 2009 a la siguiente dirección: laia.jorba[arroba]uab.cat. La aceptación de las propuestas se notificará el 20 de febrero, mientras que la fecha límite para la remisión de las versiones definitivas de los papers admitidos será el 1 de mayo. Entre los invitados estrella al seminario figuran Bruce Bimber, Rachel Gibson, Brian Krueger y Caroline Tolbert.

Según consta en la web del proyecto, “POLNET analiza el impacto del uso de Internet sobre la participación política en España. En él participan investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la Universidad Abierta de Cataluña, del European University Institute y de la Universidad de California (Irvine), bajo la coordinación de Eva Anduiza.”

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miércoles, diciembre 10, 2008

Cultura digital y movimientos sociales

El estudio de los activistas que asistían a las convocatorias web de Howard Dean en su campaña para las primarias demócratas en 2004 reveló dos aspectos sorprendentes: La mitad de los participantes no tenían experiencia política alguna, y casi todos se habían enterado de la existencia de los meetups del candidato a través de Internet, sin mediación personal de ningún tipo (Hindman, 2005). Se contradecía así lo sabido hasta el momento: Que la mayoría de los activistas políticos son viejos veteranos, y que casi todos llegan al activismo a través de contactos personales (amigos o familiares).

La campaña de Howard Dean cuestionaba, pues, las tesis más conservadoras sobre el papel de las nuevas tecnologías de la comunicación en el compromiso político: En 2004, Internet fue la (principal, a veces única) vía de entrada a la política para jóvenes (y no tan jóvenes) sin experiencia previa en campañas electorales.

¿Cuál es el papel que juega Internet en la captación de potenciales activistas? ¿Cuál es el ambiente informacional en el que se mueven? ¿Cuál es la motivación que les lleva a entrar en contacto con la campaña de un candidato casi desconocido? Una vez se convierten en voluntarios, ¿qué papel juega Internet en la retención de su compromiso político?

Todas estas preguntas se aplicaron al estudio empírico de una campaña demócrata a las elecciones legislativas de Estados Unidos en 2006. “Activismo político en la era digital: El empleo de internet para el compromiso político en las convocatorias web” es el título del capítulo escrito por este corresponsal y el profesor Steve Jones, de la Universidad de Illinois en Chicago, y publicado en el libro Cultura digital y movimientos sociales, coordinado por los profesores Igor Sábada y Ángel Gordo (Ed. Catarata, Madrid, 2008).

El libro se presentará el próximo viernes 12 de diciembre de 2008, a las 11 de la mañana en el Salón Néstor del Hotel NH Prado (Plaza Cánovas del Castillo, 4, Madrid). Intevendrán Mayte Pascual, periodista de TVE y una de las autoras del libro, e Igor Sádaba y Ángel Gordo, también autores y coordinadores de la publicación. El índice de contenidos y el capítulo introductorio están disponibles aquí.

Referencias:

Hindman, Matthew. 2005. “The real lessons of Howard Dean: Reflections on the first digital campaign.” Perspectives on Politics, 3(1):121-128.


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jueves, diciembre 04, 2008

Obama no triunfaría en Europa

Los partidos políticos europeos están fascinados con el fenómeno Obama. Todo candidato que se precie ha de lucir ahora una web interactiva, adornada con los recursos de la llamada Web 2.0. Los consultores políticos reciben encargos del estilo “Hazme una web como la de Obama, a ver si se me pega algo.” Pero la americanización de las campañas electorales europeas se limita al personalismo del candidato. La auténtica revolución de la campaña de Obama (los voluntarios) tiene pocos visos de encontrar su réplica a este lado del Atlántico.

En un capítulo en el que comparan las campañas americanas con las británicas, Anstead y Chadwick (2008) advierten del peso del contexto institucional en la aplicación política de las tecnologías de la comunicación. Tanto en el Reino Unido como en España, el ejecutivo depende de una mayoría parlamentaria, que es la que elige al presidente del gobierno. En Estados Unidos, son los electores (no el Parlamento) quien elige al presidente. Cualquier ciudadano norteamericano nacido en Estados Unidos puede presentar su candidatura a la presidencia. En España uno ha de ser miembro de un determinado partido (y tener el pago de las cuotas al día, dicen los estatutos del PSOE) para poder optar a que el propio partido lo elija como candidato. En las primarias presidenciales norteamericanas, cualquier ciudadano registrado como votante puede participar. En España, el PSOE introdujo las primarias tras su derrota en las generales de 1996, pero sólo los militantes del partido (y no cualquier ciudadano) pudieron participar en la elección del candidato socialista. El ganador, Josep Borrell, resultó no ser del agrado del aparato, y finalmente no concurrió como candidato en las generales del 2000. El corsé del partido no es privativo de España. En el Reino Unido, el que sería alcalde de Londres, Ken Livingstone, también ganó las primarias laboristas para competir por la alcaldía de la capital británica. El partido lo vetó, y tuvo que ganar las elecciones municipales como candidato independiente (Hopkin, 2001).

En Europa, ha escrito algún politólogo, los partidos pertenecen más al Estado que a la sociedad civil. La hipermediatización de la política prima al candidato telegénico, es innegable. Pero la americanización de las campañas europeas acaba ahí. Ni Facebook, ni YouTube, ni Twitter, ni los blogs nos darán un Obama europeo.

Referencias:

Anstead, Nick and Andrew Chadwick (October 2007) Parties, Election Campaigning and the Internet: Toward A Comparative Institutional Approach (RHUL PIR/NPCU Working Paper No.5).

Hopkin, Jonathan (2001) Bringing the members back in? Democratizing candidate selection in Britain and Spain. Party politics, 7 (3). pp. 343-361

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viernes, noviembre 07, 2008

Rahm Emanuel, fontanero mayor

Es lo más parecido a Karl Rove que tiene la izquierda estadounidense. Rahm Emanuel, que acaba de aceptar el puesto de jefe de Gabinete en la Casa Blanca, es un veterano de la era Clinton. Se le considera el gran artífice de la mayoría demócrata en las elecciones legislativas de 2006. Las fotos de aquella noche electoral, claro precedente de la nueva mayoría de Obama, muestran a un Emanuel eufórico junto a Nancy Pelosi, la portavoz demócrata en el Congreso.

Apodado “Rahmbo” por su atlético físico (iba para bailarín profesional) y por sus finos modales (“Esto es importante: No la jodas”, le espetó al mismísimo Tony Blair antes de que el Premier británico defendiese públicamente a Clinton en medio del escándalo Lewinsky), Emanuel es un personaje de película. De hecho, su trasunto televisivo, el Josh Lyman de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca, lo ha precedido en popularidad. Una vez más, la naturaleza imita al arte.

Con esta elección Obama defraudará al bando más izquierdista de su partido. Emanuel es el epítome del insider capitolino, la bestia negra para los seguidores de Howard Dean. Congresista electo por uno de los distritos urbanos de Chicago, Emanuel simboliza mejor que nadie el pragmatismo de Obama. Si el vicepresidente Biden aporta al nuevo presidente el pedigrí internacional del que carece, Rahmbo asumirá encantado el papel de poli malo, el de dóberman que ataca sin piedad a quien osa desafiar a su amo.

Emanuel es, en teoría, un fiel Clintoniano. Se cuenta que él y Hillary estuvieron detrás del lanzamiento de los “Fighting Democrats” (abreviados Fighting Dems), unos 60 veteranos de guerra que concurrieron a las legislativas del 2006 bajo el sello demócrata. El objetivo era subir el perfil guerrero de la izquierda americana frente a los Republicanos, que monopolizaban el repertorio de hazañas bélicas.

Para los interesados en conocer a fondo las tácticas del Karl Rove demócrata, recomendamos la lectura del libro The Thumpin': How Rahm Emanuel and the Democrats Learned to Be Ruthless and Ended the Republican Revolution (2007), de Naftali Bendavid, periodista del Chicago Tribune. En el momento de escribir estas líneas el libro está “temporalmente agotado” en Amazon.

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miércoles, noviembre 05, 2008

Obama, el nuevo Reagan

Obama quiere ser el nuevo Reagan. Lo dijo él mismo en un polémico vídeo que su equipo de campaña consiguió neutralizar hábilmente. Quiere ser un presidente transformador, como lo fue el difunto actor de Hollywood, quien a pesar de ser un destacado gobernador en California, nació en Illinois, el estado que eligió a Obama senador. El amanecer americano (morning in America) de Reagan quedó sutilmente cristalizado en el logotipo de Obama, con una enorme O anunciando un nuevo horizonte.

El senador de Illinois ha sorprendido en muchos aspectos. En contra de todo augurio, no se desinfló durante la campaña, sino que se creció y respondió ante cada desafío. Su retórica tiene mucho de predicador (la emoción nubla la razón) pero en varios discursos (entre ellos el famoso speech sobre la raza) y en la notable, casi sobresaliente, prosa de sus dos best-sellers (Dreams from my father y The audacity of hope) nos hemos encontrado a un líder articulado, con capacidad para pensar, analizar y comunicar. Sus propuestas para sacar a América de la crisis no han sido mucho más explícitas que las de McCain, pero al menos sabemos que estará rodeado de un buen equipo de asesores.

Obama, por su propia condición de hombre mestizo y cosmopolita, representa mejor la América del siglo XXI que McCain. El veterano de Vietnam apuntaba al pasado: Su metáfora era la de la fortaleza -“our country first” fue su lema electoral- y su vicepresidenta Palin era un guiño a la América más conservadora e insular, la América del small-town living.

Obama, como Reagan, es optimista y pragmático. Le achacan falta de experiencia, pero su conocimiento de la política en Chicago, menos violenta que en los años 20 pero igual de sucia, será el mejor entrenamiento para sus futuros tira y afloja con Irán, Rusia, y demás adversarios en la política internacional.

En cuestión de comunicación política, Obama tendrá que dar nuevos incentivos a sus seguidores a fin de no dejar morir la extraordinaria red de apoyo que ha creado. Hay quien se pregunta si Obama será no sólo el candidato-red, sino el gobernante-red, creando nuevas herramientas de interacción entre gobierno y ciudadanos. Lo veremos. Por ahora, Obama tiene enormes desafíos ante sí, entre ellos el de sobrevivir a su propio mito.

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domingo, octubre 05, 2008

Debates eclipsados

Arrinconados por la estrepitosa crisis financiera, los debates presidenciales de Estados Unidos han vuelto a las pantallas con cierta sensación de déjà vu dada la nula innovación en su formato. El gran test para Obama, sin competencia como orador en solitario, es la dialéctica, el cara a cara con el veterano McCain. Tras visionarse todos los debates de las primarias, el periodista James Fallows concluye que Obama tiene todas las de ganar si sabe controlar su verborrea profesoral.

A los espectadores españoles les habrá sorprendido la referencia a Zapatero en el primer debate. Obama no hizo más que aprovechar una de esas minas que su equipo de opposition research descubrió para él: la transcripción de una entrevista radiofónica en la que, en efecto, McCain parece no saber quién es Zapatero. Es más, por la conversación se deduce que lo sitúa no al otro lado del Atlántico, sino al sur de río Grande.

Los debates que vienen serán cruciales para el candidato Republicano, que sigue desplomándose en las encuestas.

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sábado, septiembre 20, 2008

EuroparlTV: Sin cara y sin público

La televisión online que el Parlamento Europeo lanzó el pasado miércoles sufre de los mismos achaques que su hermana mayor (Euronews) y parece más bien una versión institucional del EUtube, el canal de la Unión en el popular sitio de vídeos.

Cuando hablamos de los achaques de Euronews (apoyada, al igual que EUtube, por la Comisión Europea) nos referimos a la falta de caras. La televisión es ante todo una fábrica de rostros que acaban por hacerse familiares, pero Euronews sólo ofrece noticias con voz en off. Esta carencia se debe a la inherente diversidad lingüística de la Unión. Un presentador ha de hablar necesariamente un sólo idioma al mismo tiempo, y elegir uno (aunque sea el inglés) supone discriminar a la gran mayoría de europeos, que no son angloparlantes.

Cierto es que estamos ante un canal de televisión online, en el que la retransmisión en directo de las sesiones parlamentarias se combina con vídeos breves al estilo YouTube. El consumo fragmentado propio de Internet elimina en muchos casos la necesidad de un presentador que aporte continuidad a la emisión.

Uno se pregunta cuál es la verdadera diferencia entre este nuevo canal y el existente EUtube. Y se intriga que sea el Parlamento, y no la Comisión, la institución que crea este canal. Pero, en el fondo, la cuestión que queda en el aire es la que debería resolverse cuando se lanza al mercado cualquier producto: ¿Cuál es la necesidad que satisface este canal? ¿Cuál es su marca diferencial? En otras palabras: ¿Para qué queremos un canal web del Parlamento Europeo?

La retransmisión en directo de sesiones parlamentarias es realidad en Estados Unidos desde hace casi 30 años, a través del canal de televisión por cable C-SPAN. Sus emisiones son, lógicamente, seguidas por una minoría, al igual que ocurre con los otros canales parlamentarios, incluído el español. El nuevo canal del Parlamento Europeo podría ser simplemente eso, una versión online y europea de las televisiones congresuales, destinada a pasar desapercibida.

Soñando con Teleuropa
Sin embargo, el bombo y platillo con el que fue lanzada, y sus pretensiones de ser algo más (incluyendo un canal participativo para las opiniones del público y otro para niños) invita a pensar que el Parlamento está experimentando con esa idea que tanto gusta a los estudiosos de la llamada esfera pública europea: Una televisión para todos los europeos.

Sabemos desde James Carey que una televisión (o, por extensión, cualquier medio de comunicación) es un reflejo de la comunidad a la que sirve, y contribuye al mismo tiempo a forjar una identidad unitaria en esa comunidad. Por algo comunicación y comunidad comparten etimología. La comunicación simbólica es la que sostiene a la comunidad. La BBC es un pilar básico de la identidad británica, al igual que ocurre con otras televisiones nacionales. Lo saben muy bien los gobiernos autonómicos españoles: la identidad gallega, vasca o catalana depende en gran medida de sus respectivas televisiones, TVG, ETB y TV3.

¿Cómo sería la televisión en la que se podrían reconocer los europeos? Nadie se atreve a responder. En parte porque la existencia de un auténtico público europeo está en discusión. Pero permítaseme lanzar un par de propuestas: 1) la utilización de presentadores de los estados miembros para conducir los informativos, que se emitirían en las ocho lenguas que ya utiliza Euronews y 2) la creación de una línea editorial que defienda, sin caer en el dogmatismo o la propaganda, los valores comunes europeos: el crecimiento sostenible, el acceso universal a la educación y a la sanidad, los derechos laborales y la protección de la diversidad lingüística y cultural.

La primera idea, la de disponer de presentadores hablando en las lenguas que actualmente utiliza Euronews para sus noticias en off, es una manera de cuadrar el círculo. La literatura sobre la esfera pública europea sostiene que la percepción de la UE está mediada por las lentes de los medios nacionales. Los medios pan-Europeos (tipo Wall Street Journal Europe o The Economist) constituyen una esfera pública elitista de lectores angloparlantes. Una Euronews con presentadores estrella de varios países de la Unión ofrecería una visión europea del mundo más accesible a las distintas audiencias nacionales.

La segunda idea, la de promover una línea editorial europeísta, está plagada de riesgos bien conocidos por los críticos de cualquier televisión pública. Quien paga manda, y el peligro de ser un miembro de propaganda siempre está ahí, por más cartas de independencia que se otorguen. Pero también hay lugar a la esperanza. Así como los medios angloparlantes transmiten, de forma velada, una defensa de la libertad de mercado y otros valores occidentales, la televisión europea podría colocar en la agenda de debate público temas de gran trascendencia que pasan a menudo desapercibidos (quizá por el interés de los propios actores, conste) o son abordados con la miopía de los ojos nacionales. He ahí el caso de la inmigración, por ejemplo. Esta perspectiva europea serviría también para debatir temas tabú en las respectivas esferas públicas nacionales.

Las caras del cosmopolitismo
La experiencia de otros canales de televisión vía satélite demuestra que es posible crear estrellato mediático sin sacrificar el profesionalismo periodístico. Tenemos los ejemplos de la presentadora de BBC World Mishal Husain o el director de Newsweek, Fareed Zakaria, que conduce un programa semanal para la CNN. Husain y Zakaria son los presentadores de la tele global. Son el símbolo de un mundo postcolonial y mestizo. Sus rostros nos ayudan a ver el mundo como una sóla entidad, en la que todos sus habitantes somos interdependientes.

La Unión Europea, en esto coinciden todos los analistas, es el gran regulador mundial. Sus estándares acaban siendo reproducidos por otras regiones del globo. Esta misma semana el cantante Mick Jagger y el cerebro de Apple, Steve Jobs, asistían en Bruselas a una reunión que tenía por objetivo discutir una futura legislación sobre comercio electrónico y descarga de música en Internet. La legislación de las industrias culturales en este mundo sin fronteras llevará sello europeo. Otro tanto ocurrirá con el control de emisiones contaminantes y el cambio climático. Una cobertura mediática conmensurable con la dimensión europea de estas legislaciones garantizaría mayor publicidad y debate. Enriquecería la precaria democracia europea.

Lo ideal sería que, al margen del Parlamento o la Comisión, surgiesen de la iniciativa privada varios proyectos mediáticos de este tipo. Si la comunicación hace comunidad, necesitamos algo más que un YouTube institucional para crear la comunidad europea. Pero Teleuropa sigue, por ahora, en el limbo de los justos.

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martes, septiembre 02, 2008

América y Europa comparadas: Conferencia en San Francisco

Los sistemas político-mediáticos estadounidense y europeo serán objeto de comparación y debate en una conferencia de dos días (5 y 6 de septiembre de 2008) que tendrá lugar en San Francisco bajo el título “Different Democracies, Same Media Power? Elections and Governance in Europe and the United States.” A modo de obertura, una mesa redonda titulada “How Do News Media Impact Elections?” reunirá el día 4 de septiembre a ponentes y asistentes.

La conferencia está organizada conjuntamente por el SwissGIS (Swiss Centre for Studies on the Global Information Society) y el NCCR Democracy (National Centre of Competence in Research on Challenges to Democracy in the 21st Century) para celebrar el 175 aniversario de la presencia de la Universidad de Zurich en la Costa Oeste estadounidense.

A continuación reproducimos el programa del encuentro, accesible en formato PDF desde la web de los organizadores.


4 de septiembre de 2008


How Do News Media Impact Elections?
A roundtable discussion on the media/politics nexus inside election campaigns


04 Sep 2008 from 6:30 PM to 9:00 PM Pacific Time

Location:
730 Montgomery Street, San Francisco, CA 94111

6:30 pm: Doors open
7:00 pm: Roundtable discussion with panelists:

  • Amy S. Mitchell - Deputy Director, Project for Excellence in Journalism, Washington DC
  • Lance Bennett - Professor of Political Science, R. C. Lawrence Professor of Communication, University of Washington
  • Claes de Vreese - Professor and Chair of Political Communication, University of Amsterdam
  • Shanto Iyengar - Harry and Norman Chander Chair Communication, Professor of Political Science, Stanford University
  • Frank Esser - Professor and Chair of International & Comparative Media Research, University of Zurich
  • Moderated by Gregory Dalton, Vice-President The Commonwealth Club of California

8:30 pm: Networking, food and drinks
9:30 pm: Doors close


5 de septiembre de 2008


Different Democracies, Same Media Power? (Day 1)

Day 1: Democracy and mass media in Europe and the USA - exploring power relations and the media's democratic performance


05 Sep 2008 from 9:15 AM to 6:00 PM Pacific Time

Location:
730 Montgomery Street, San Francisco CA 94111

19:15am Doors open, registration

19:45am Welcoming remarks:

  • Elmar Ledergerber, Mayor of the City of Zurich
  • Hans Weder, Rector of the University of Zurich

10:30am Keynote speakers:

  • Shanto Iyengar, Stanford University: Changing Patterns of Political Communication
  • Lance Bennett, University of Washington: Media Structures and Democracy

12:00pm Lunch break

11:00pm Panel 1: Media Power and Media-Politics-Relations in Europe and the United States

  • Steve Reese, University of Texas, Austin
  • Daniel Hallin, University of San Diego
  • Jesper Stroembaeck, Mid Sweden University
  • Frank Marcinkowski, NCCR-Democracy
  • Patrick Donges, University of Zurich

13:45pm Panel 2: Monitoring the Democratic Performance of the Media: Research and Records in the United States and Europe

  • Mark Whitehouse, IREX Europe
  • Amy Mitchell, Project for Excellence in Journalism, Washington DC
  • JGabriele Siegert, University of Zurich
  • Matthias Gerth, University of Zurich
  • Josef Trappel, University of Zurich
  • Tanja Maniglio, University of Zurich

16:00pm Program ends


6 de septiembre de 2008

Different Democracies, Same Media Power?
(Day 2)


Day 2: Mediated political communication and campaign dynamics - power structures and governance in the US and Europe

06 Sep 2008 from 9:15 AM to 5:15 PM Pacific Time

Location:
730 Montgomery Street, San Francisco CA 94111

19:15am Doors open, registration

19:45am Mediated Political Communication: Campaign Dynamics and Media Effects

  • Claes de Vreese, University of Amsterdam
  • Hanspeter Kriesi, University of Zurich
  • Erik Bucy, Indiana University
  • Markus Prior, Princeton University
  • Heinz Bonfadelli, University of Zurich

12:30pm Lunch break

12:00pm Media Power Structures and Media Governance: Similarities and Differences between USA and Europe

  • Robert B. Horowitz, UC San Diego
  • Robert Picard, Joenkoeping University
  • Werner A. Meier, University of Zurich
  • Markus Prior, Princeton University
  • Pietro Rossi, University of Zurich

16:15pm Program ends


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sábado, agosto 30, 2008

Midiendo el impacto de la comunicación política audiovisual

Una consultora de investigación social de Nueva Jersey, HCD Research, en colaboración con el Instituto de Opinión Pública del Muhlenberg College de Pensilvania, acaban de lanzar un índice de impacto de la comunicación política audiovisual que promete medir y hacer comparable la efectividad de los anuncios y debates electorales en televisión.

Cada spot, debate o comparecencia audiovisual de los candidatos se presenta a través de internet a un panel de más de trescientos ciudadanos, a razón de un centenar por cada inclinación política. Es decir, cien Demócratas, cien Republicanos, y otros cien Independientes. Los participantes responden a una encuesta antes y después de ver el anuncio, a fin medir el impacto del spot en sus cambios de opinión sobre el candidato. Además, durante el visionado del anuncio, los encuestados mueven el ratón de izquierda a derecha para indicar la menor o mayor credibilidad que para ellos ofrece el vídeo. La posición del ratón en este continuo de izquierda a derecha se graba cada cuarto de segundo, lo que permite a los investigadores mostrar la credibilidad del anuncio en tiempo real, superponiendo tres curvas (una por cada bando ideológico) al desarrollo del vídeo.

Al final de cada estudio de caso, a cada candidato (Obama y McCain) se le asigna una puntuación final, lo que los investigadores llaman el “Political Communications Impact Score” (PCIS). Para medir la efectividad de los anuncios se resta la puntuación del candidato rival a la del candidato autor del vídeo, lo que permite medir y comparar la efectividad de cada spot. Por ahora, según los resultados de los investigadores, los vídeos de Obama suelen moverse en una puntuación de 10, mientras que los de McCain superan ligeramente el 7.

Aunque los responsables de estos estudios proporcionan los resultados de cada encuesta en formato PDF, uno sigue con la duda de cuál es la fórmula concreta mediante la cual se calcula el mencionado PCIS. También habría que conocer la representatividad estadística del panel de internautas que responde a las encuestas.

Con todas estas precauciones en mente, los jefes de campaña, estudiosos y público en general contamos con un nuevo indicador para evaluar los efectos de los vídeos electorales.


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martes, agosto 19, 2008

Tambores de (ciber)guerra

Es posible que el ordenador de este corresponsal o el del amable lector participe algún día en una ciberguerra. No, no hace falta que declare su inocencia, ya que tanto usted como yo lo haríamos contra nuestra voluntad y, muy probablemente, sin ser conscientes de ello. Pero nuestros ordenadores no son muy diferentes a los cientos, quizá miles, de computadoras que participaron en la caída virtual del gobierno georgiano hace unos días. Mientras el ejército ruso se adentraba en Osetia del Sur, una armada de ordenadores-zombies reclutados por todo el mundo (formando lo que se conoce técnicamente como botnets, o redes robot) dirigían continuas consultas a las webs georgianas, que se colapsaban incapaces de atender a tantas visitas. Fue lo que en la jerga informática se denomina un ataque DDoS (Distributed Denial of Service). Estos ciberataques precedieron en semanas a las incursiones reales en territorio georgiano, por lo que se podrían concebir como los tambores de guerra del siglo XXI. O como nuevas formas de propaganda.

Internet es en esencia un sitema descentralizado, así que no resulta fácil atribuir culpas. Es más, algunos de estos ataques provenían de servidores zombies situados en Estados Unidos, el gran padrino de Georgia. Al igual que ocurre con el terrorismo, en los ciberataques la mano del Estado se confunde con la de las mafias, o incluso con la de individuos que podrían actuar por su cuenta y riesgo. Qué gran ironía. Supuestamente nacida para sobrevivir un ataque militar, Internet es ahora el quebradero de cabeza de los grandes generales.

En mayo del año pasado, el desalojo de una estatua en honor al soldado soviético en pleno centro de Tallín, la capital de Estonia, hirió el orgullo de los hackers pro-rusos. Estonia, uno de los países más avanzados del mundo en la aplicación de internet para todo tipo de trámites burocráticos y cuna del popular servicio de llamadas Skype, vio cómo el país entero se paralizaba ante una serie de ciberataques que pusieron en guardia a la mismísima OTAN.

Las ofensivas pro-rusas en internet tienen una doble lectura. La primera, simbólica. El cibervandalismo es la versión contemporánea de las pancartas reivindicativas o los folletos lanzados desde el aire. La segunda es a la vez simbólica y tremendamente real. Los ciberataques pueden llegar a colapsar la infraestructura de internet de un país, sobre todo si se consigue atascar las principales puertas de entrada y salida (gateways) de las telecomunicaciones. La simple rotura de un cable submarino en el Océano Índico hace unos meses se reveló suficiente para dejar sin internet a millones de personas. Para infligir el caos no hace falta tirar puentes, sino cortar cables, y para propagar el terror no hace falta secuestrar aviones, sino servidores.

En un informe sobre el futuro de internet, los expertos consultados por la Fundación Pew aventuraban que la red de redes sufriría un gran ataque en los próximos años. Esperemos que las ciberagresiones a Estonia y Georgia actúen como vacunas preventivas. De lo contrario nos abocaríamos a un gran apagón de incalculables consecuencias, como el que describía Roberto Vacca en su alegoría futurista Il medioevo prossimo venturo (1971). Analizada por Umberto Eco en su ensayo “Hacia una nueva Edad Media” (publicado en el volumen La estrategia de la ilusión, Lumen, 1987), la obra de Vacca cobra un nuevo e inquietante significado a la luz de los últimos acontecimientos. Mientras tanto, la ciberguerra continúa.

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sábado, agosto 02, 2008

Derecha mediática

“Me mata, me da la vida.” Así, con las mismas palabras con las que aquel entrañable señor del anuncio resumía su pasión por el Atlético de Madrid, podría explicarse la relación entre el Partido Republicano y los medios conservadores estadounidenses, o entre el Partido Popular español y el triunvirato formado por la Cadena Cope, Libertad Digital y El Mundo. Un reciente libro de Kathleen Hall Jamieson y Joseph N. Capella, Echo Chamber: Rush Limbaugh and the Conservative Media Establishment (Oxford, 2008), ofrece un detallado análisis de las funciones y efectos de la derecha mediática estadounidense, que en muchos aspectos podría aplicarse al contexto español.

La estrella de lo que se ha dado en llamar en círculos demócratas la “Republican Noise Machine” es Rush Limbaugh, locutor radiofónico sobre el que presuntamente se modeló la figura de su trasunto español, Federico Jiménez Losantos. Los otros dos pilares del conservadurismo mediático norteamericano serían el canal de televisión por cable Fox News y el diario The Wall Street Journal, recientemente adquirido por el magnate australiano Ruppert Murdock.

Hall Jamieson y Capella atribuyen al establishment mediático conservador la función de proveer al votante conservador con una “visión coherente del mundo político” (p. 237) apoyada en los principios forjados por la presidencia de Ronald Reagan. A saber: baja carga impositiva, apostasía del estado y equiparación de la protección social con una inmerecida recompensa a los vagos y parias del sistema. Hasta ahí nada sorprendente. Lo interesante es que Limbaugh y colegas influyen de manera determinante en la elección de candidatos republicanos, controlando la adhesión de éstos al credo conservador y criticando furibundamente el menor desvío de la ortodoxia. El McCain presidencial de hace ocho años y el Huckabee de las recientes primarias republicanas saben lo caro que resulta salirse del guión. Mariano Rajoy también.

Los autores cifran en tres los efectos de la derecha mediática americana en su audiencia: 1) El descrédito de los medios de comunicación convencionales, 2) la “balcanización del conocimiento y la intepretación” de la actualidad política mediante el refuerzo de marcos interpretativos que forjan una cámara de resonancia poco permeable a la persuasión de los argumentos de la izquierda, y 3) la radicalización de actitudes negativas hacia el adversario demócrata, que pasa a convertirse en un enemigo personal.

De los tres efectos, el más peligroso para la idealizada democracia deliberativa es el tercero. La comunicación partidista que triunfa en el actual ambiente de gran oferta de fuentes informativas será para muchos una bendición, una oportunidad para liberar a la audiencia de la hegemonía del centro-izquierda, a la que se despoja finalmente del marchamo de la objetividad. La exposición selectiva a mensajes coherentes con la orientación política del ciudadano es quizá una consecuencia inevitable de esta mayor disponibilidad de medios, y favorece igualmente a derecha y a izquierda. Pero la consideración del adversario como un traidor o un anti-patriota conduce a una polarización en la que ya no se espera convencer al contrario, sino borrarlo del mapa. El adversario no sólo tiene propuestas equivocadas; es que es moralmente malo.

El consensualismo de Obama y el centrismo de McCain dificultan una campaña polarizante. Cabe preguntarse si la derecha mediática estadounidense tratará a McCain con tibieza, desmovilizando al electorado más conservador, huérfano de un líder que respalde sus intereses. La figura de Obama tiene una fuerte connotación religiosa (“We are people of improbable hope”, dijo en Berlín) que podría apelar a sectores tan improbables como los propios evangélicos. El país parece necesitado de un mesianismo redentor, y ahí no hay competencia para el senador de Illinois.

El caso español
El inminente apagón analógico y la consiguiente universalización de la televisión digital será la oportunidad de oro para que la derecha mediática española se dote de un canal de televisión de referencia que funcione como el equivalente patrio de Fox News. Libertad Digital TV e Intereconomía TV son los actores mejor posicionados para asumir ese liderazgo.

Sin embargo, el credo de la derecha mediática española, por más que beba de los think tanks conservadores americanos, se perfila más libertario que conservador. Las llamadas a la liberalización de la economía tienen similar resonancia, hasta cierto punto, a ambas orillas del Atlántico, pero a este lado del océano falta el aglutinante de la religión. A menudo se olvida que Estados Unidos es una excepción en lo tocante al papel de la religión en la vida pública. Según las sucesivas oleadas de la World Values Survey, en ese aspecto los norteamericanos están más cerca de Turquía que de muchos otros países europeos. Además, el centro de gravedad de la opinión pública española está bastante más a la izquierda que el norteamericano en temas como los matrimonios homosexuales o la eutanasia. Así las cosas, el vacío religioso se sustituye en el caso español por la defensa de la unidad nacional ante los nacionalismos periféricos. Habría que añadir, quizá, el tema de la inmigración, aunque su gran volatilidad lo convierte en un arma que fácilmente puede estallarle a quien la manipule.

En conclusión, sorprenden las similitudes de funcionamiento de los respectivos triunviratos mediáticos a uno y otro lado del Atlántico. Fox, Limbaugh y The Wall Street Journal frente a Cope, Libertad Digital y El Mundo. Hall Jamieson y Capella revelan que Limbaugh destaca por su especial atención a la política doméstica y su descuido de la política internacional. El estudio del caso español está por hacer, pero algo similar podría ocurrir con Jiménez Losantos. Durante la guerra del Líbano del verano de 2006, mientras El Mundo publicaba notables reportajes propios sobre el terreno, las tertulias de la Cope obviaban prácticamente el tema, y ni siquiera lo abordaban para defender al bando israelí, como correspondería por su orientación ideológica. La radio-tertulia parece inclinarse sólo por temas susceptibles de galvanizar emocionalmente a la audiencia. La prensa, aún siendo partidista, mantiene un mayor nivel de calidad y pluralidad. Opinar, ya se sabe, es mucho más barato que informar.

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viernes, julio 25, 2008

Obama, el cosmopolita pragmático

Soy un berlinés, dijo Kennedy a la multitud que lo jaleaba en la capital alemana en 1963, mientras la Unión Soviética levantaba el famoso muro. Soy un ciudadano del mundo, dijo ayer Obama a los miles de seguidores que lo saludaban en las calles berlinesas, encandilados por su potente retórica.

El cosmopolitismo es una de las corrientes filosóficas que más terreno ha ganado últimamente en la academia. Con raíces en la Grecia Clásica y en el universalismo pacifista de Kant, la interconexión del mundo actual ha revitalizado la idea de “un sólo mundo”, como rezaba una de las pancartas colgadas en el puente de San Francisco al paso de la llama olímpica china. Sin ir más lejos, la reciente guerra de Irak enfrentó a la traditional realpolitik norteamericana con el multilateralismo de raigambre europeísta. El discurso de Obama es un claro intento de unir lo que Ortega y Gasset llamó “los dos lóbulos de Occidente”: Europa y Estados Unidos.

El Obama del discurso de Berlín es un cosmopolita pragmático. Su referencia a la OTAN como la mayor alianza de paz de la historia no fue gratuita. Obama intentó la cuadratura del círculo. Por una parte, reconoció la necesidad de colaborar en la derrota de amenazas comunes que ni la más grande de las potencias puede afrontar en solitario. Por la otra, su apoyo a la OTAN (“la alianza más grande jamás creada para defender nuestra seguridad común”) fue una implícita negación de los sueños de una federación mundial, cuyo embrión fue la difunta Sociedad de Naciones, madre de la actual Organización de Naciones Unidas (ONU).

El debate entre proto-federaciones mundiales (tipo ONU) y alianzas estratégicas entre estados-nación (tipo OTAN) ha sido una constante durante el Siglo XX. Habrá quien no se lo acabe de creer, pero en plena Segunda Guerra Mundial el manifiesto cosmopolita One World del -¡Republicano!- Wendell Willkie fue todo un superventas en 1943. La idea, tan europea, de que la mutua dependencia favorece la paz, tenía todavía vigor en los Estados Unidos. Walter Lippmann no tardaría en responder. Como nos recuerda Ronald Steel en su magnífica biografía sobre el insigne periodista y asesor de presidentes, Lippmann sacó a la luz el libro U.S. Foreign Policy: Shield of the Republic en abril de 1943. También cosechó éxito en las librerías y, sobre todo, en el Despacho Oval. Steel resume así la posición de Lippmann, que sería suscrita en su totalidad por los futuros presidentes de Estados Unidos: “La seguridad se basa en el poder, no en principios abstractos. Las alianzas y las esferas de influencia, y no una mayoría de votos en una asamblea internacional, son las que gobernarán el comportamiento de las naciones.” (Steel, 1980, p. 407).

Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 se prepararon en Alemania y Pakistán, y sobre suelo americano perecieron víctimas de todas las nacionalidades, recuerda Obama. Pero que nadie espere que el primer presidente negro se convierta en un acérrimo defensor de proto-federaciones mundiales como la ONU. Quizá porque, mal que nos pese, el mundo en que vivimos dista mucho del ideal kantiano. Pero tendremos en la Casa Blanca a un cosmopolita pragmático, que no es poco. Ojalá haga suya la famosa frase de Terencio: “Humano soy, y nada humano me es ajeno.”

Referencias:

Steel, Ronald. 1980. Walter Lippmann and the American Century. Boston & Toronto: Little, Brown and Company.

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