lunes, julio 04, 2011

El tamaño importa

En una entrevista concedida al periodista Charlie Rose de Bloomberg TV, el ex-presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Alan Greenspan, dice que Grecia está abocada al colapso. La única forma de resolver la crisis helena consitiría en una armonización fiscal pan-europea, “lo que significaría que todos los asuntos relacionados con los presupuestos se gobernarían por una especie de consejo central. Una vez que haces eso, estás a un paso de la integración política. Y creo que las posibilidades de que eso ocurra son virtualmente inexistentes.” Lo que pone de manifiesto, una vez más, la clarividente afirmación del politólogo Carl Schmitt de que las democracias son, ante todo, un régimen de identidad.

El dilema que traía de cabeza a Altiero Spinelli y Salvador de Madariaga sigue sin resolverse: ¿cómo gobernar un continente altamente interdependiente sin una identidad colectiva que permita la legitimación popular directa de sus líderes? A este respecto conviene llamar la atención sobre el libro The size of nations, autoría de Alberto Alesina y Enrico Spolaore, publicado por el Massachusetts Institute of Technology en 2005. En el capítulo 12, dedicado a la Unión Europea, estos economistas políticos explican la existencia de la UE como el resultado de la necesidad de combinar centralización para ganar escala en el terreno económico y descentralización (a través de la famosa ‘subsidiaridad’) para respetar la heterogeneidad de las preferencias de cada estado. Alesina y Spolaore afirman que la UE se ha metido en terrenos de gran heterogeneidad de preferencias (como la educación o la política social), de ahí que muchas decisiones de rango europeo sean difíciles de digerir para las poblaciones nacionales. Afortunadamente, ahí está la famosa subsidiaridad para esconder detrás del estado-nación al Leviatán europeo.

Mientras tanto, los líderes de los estados miembros de la UE siguen clamando por el famoso gobierno económico europeo, sin hablar nunca de la orientación política de dicho gobierno, como si fuese posible separar la economía de la política. Quizá porque, de nuevo, Europa es interdependiente pero no es una, y el término democracia supra-nacional, dada la íntima relación entre identidad y gobierno popular mayoritario, es oximorónico.

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