Por enésima vez en los últimos meses, el caso Watergate se ha puesto de actualidad. Hace apenas un año se conmemoraba el treinta aniversario de la caída de Nixon. Hace unos días, la Universidad de Texas daba a conocer al público varios documentos relacionados con la investigación periodística más famosa de la historia. He aquí el torrente de pensamientos que vino a mi cabeza con el revival del Watergate:
- La versión española del libro All the President’s Men, donde Woodward y Bernstein relatan su investigación, es casi imposible de conseguir. Hace un año tuve la suerte de encontrarme con la primera edición española en una feria del libro antiguo. El título, como suele ser habitual, difiere del original. El escándalo Watergate, publicado en 1974 por la editorial Euros (que supongo extinta pese a la inusitada actualidad de su nombre) es un voluminoso libro, interesante pero farragoso, algo así como la propia película a la que dio lugar, dirigida por Alan J. Pakula.
- David Randall, autor de El periodista universal, considera la obra de Woodward y Bernstein uno de los pocos libros sobre periodismo que merece la pena leer. En su opinión, sólo All the President’s Men y The Faber Book of Reportage se salvarían de la quema.
- Conviene recordar que Nixon fue reelegido pese al escándalo Watergate. Cierto que McGovern no era un rival temible (quería salir cuanto antes de Vietnam y prometía legalizar la marihuana, por lo que su mensaje no caló más allá de los campus y las mesocracias progresistas de la época).
- Seymour Hersh, el veterano periodista neoyorkino que disfruta de una segunda juventud gracias a su investigación sobre las vejaciones de Abu Graib para la revista The New Yorker, es quizá el gran olvidado en esta historia. Woodward y Bernstein reconocen en su libro su admiración por él. Hersh también publicó importantes revelaciones sobre el caso Watergate, adelantándose en ocasiones a los dos muchachos del Post.
- Woodward y Bernstein no eran los “corresponsales políticos” del periódico. De hecho, descubrieron el asalto al cuartel general demócrata en el hotel Watergate sin pisar la Casa Blanca. Los compañeros que cubrían la actualidad del Presidente casi ni se enteraron. Como buenos periodistas, Woodward y Bernstein rara vez acudían a una rueda de prensa.
- En 2003, la Universidad de Illinois descubrió, presuntamente, la identidad de Garganta Profunda: un tal Fred Fielding, consejero del presidente Nixon. Fielding lo ha negado, y Woodward y Bernstein ni confirman ni desmienten. Más información sobre la investigación de la Universidad de Illinois en: http://deepthroatuncovered.com/
- El caso Watergate está considerado como un ejemplo paradigmático de periodismo de investigación. La prensa fue más que nunca un cuarto poder (pese a que, insisto, Nixon fue reelegido aún después de saltar el escándalo). El mejor corrector del abuso de los poderes públicos vino de la mano de una empresa privada. ¿Puede algún medio público exhibir un trofeo tan grande como el del Watergate? La pregunta es retórica pero intencionadamente provocativa. Kofi Annan, el secretario general de las Naciones Unidas, declaró en diciembre de 2002 que la BBC era uno de los mejores regalos que el Reino Unido había hecho a la humanidad. ¿Podemos realmente determinar el papel democratizador de la beeb?
- La otra cara de la moneda del caso Watergate es su caricaturización. El “síndrome Watergate”, término acuñado por Davis "Buzz" Merritt, hizo que muchos periodistas tuviesen como única meta vital el tumbar a un gobierno.
- Bernstein era la joven promesa del periódico, pero Woodward era un manzanillo en toda regla. Aunque ahora vive en el precioso barrio de Georgetown y tiene quien le pase la aspiradora, en los primeros años setenta vivía en un piso de una sola habitación. Sólo el trabajo bien hecho, además de permitirle vivir mejor, lo convirtió en leyenda del periodismo. ¡Así que... ánimo, muchachos!
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