Las escuelas y facultades de periodismo nunca han tenido buena fama dentro de la profesión. Y ello a pesar de que el 70 por ciento de los periodistas españoles es licenciado en Periodismo. La falta de conexión con el mercado laboral, antaño el talón de Aquiles de las facultades, parece cosa del pasado. Antes de obtener el título, los periodistas (cuando menos los españoles) han tenido la oportunidad de hacer prácticas en, al menos, un par de medios de comunicación.
Pero el periodismo es uno de esos extraños oficios cuyo ejercicio no está limitado a los facultados (los licenciados en Periodismo), sino abierto a cualquier ciudadano. Tras pensarlo durante un tiempo, me decanto más por esta opción que por la de limitar el ejercicio de la profesión a los licenciados. De hecho, y atendiendo a la configuración constitucional de la profesión periodística en España, el sintagma "licenciado en periodismo" es oximorónico, puesto que no hace falta ninguna licencia especial para practicar el periodismo. Otro tanto ocurre con las "facultades de periodismo", que presuntamente facultan para una profesión (o, mejor dicho, actividad) cuyo ejercicio no exige una facultación específica.
El interminable debate sobre cuál debe ser la adecuada formación para un periodista, así como el papel de las escuelas de periodismo en dicha tarea, saltaron al primer plano de la actualidad en 2002. En agosto de ese mismo año el presidente (rector) de la Universidad de Columbia comunicó la suspensión de la búsqueda de un nuevo decano para su emblemática escuela de periodismo. La razón: la Universidad deseaba resideñar la enseñanza del periodismo y para ello convocaba a un comité de expertos. Los movimientos de la escuela de periodismo más prestigiosa de Estados Unidos no pasaron desapercibidos para el resto de la Academia norteamericana. El Departamento de Periodismo de la Universidad de Nueva York llegó a crear un website consagrado a debatir la eterna cuestión de la formación de los periodistas. Aparentemente, Columbia va a introducir más estadística y más herramientas de análisis sociológico en su currículum.
La conveniencia o no de pasar por una facultad de Periodismo es un dilema todavía mayor para los profesionales de la información que desean especializarse en temáticas específicas: economía, ciencia, cultura... A menudo se preguntan si deben ser economistas y científicos antes que periodistas, o si deben estudiar Ciencias de la Comunicación y luego hacerse expertos en el nicho temático de su preferencia.
La revista The Economist, prestigioso semanario de audiencia global (50 por ciento en EE.UU, 50% en el resto del mundo), parece desconfiar de los periodistas a la hora de reclutar redactores. En un anuncio que aparece publicado estos días en su sección de Ciencia y Tecnología, The Economist hace pública la convocatoria de la beca Richard Casement, orientada a aquellos jóvenes menores de 25 años que desean ser periodistas. Los seleccionados pasarían tres meses del verano en la redacción del periódico escribiendo sobre ciencia y tecnología. Y aquí viene lo interesante: “Nuestro objetivo es más descubrir talento periodístico en un estudiante de Ciencias que aptitudes científicas en un periodista principiante”.
En Europa la formación de los periodistas está en plena revisión. El objetivo es lograr la homogeneización universitaria que demanda el tratado de Bolonia. Es de esperar que los reformadores observen estas señales emitidas desde el mercado. Que reflexionen sobre ellas. Y que obren en consecuencia.
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