Según Karma Peiró (Nació Digital), las administraciones todavía no sienten la presión ciudadana o periodística. Eso sí, las escasas peticiones son suficientes para volver locos a los funcionarios, que todavía están adaptándose a la nueva era de la transparencia. El portal a través del cual se pueden cursar las peticiones tampoco ayuda. En opinión de Borja Bergareche (Vocento), es “un desastre”. La novedad de la ley también requiere un proceso de aculturación entre los periodistas. “Es importante tener de mano a un jurista que nos ayude a escribir bien las peticiones”, afirma Bergareche, “porque uno no puede solicitar de golpe toda la información sobre el contencioso entre España y Gibraltar”. Las peticiones que no sean concretas no prosperarán.
Las limitaciones de las leyes de acceso a la información pública también se sienten en otros países, como Perú. Antonio Cucho (Ojo Público) considera que “los periodistas y la sociedad civil deben unirse para hacer sentir la demanda de datos a la administración”. En Estados Unidos, el equipo de datos del Washington Post, liderado por la jovencísima Kaeti Hinck, lleva cuenta del estado de sus peticiones de información al abrigo de la FOIA (Freedom of Information Act), clasificándolas en exitosas, rechazadas y en trámite. Hink animó a los periodistas a no depender exclusivamente de los datos de la administración. “Nosotros también podemos crear bases de datos”, animó, refiriéndose a su contabilidad de las muertes por arma de fuego en Estados Unidos, una iniciativa pionera que luego copió el mismísimo FBI, que hasta entonces no manejaba datos a nivel nacional del número de muertos por disparos.
Sacarle partido al periodismo de datos requiere dinero para contratar a buenos especialistas, pero fundamentalmente depende de la pasión, según los ponentes. Incluso un solo individuo puede minar las bases datos y obtener un reportaje de máximo impacto. “Los periodistas”, confiesa Bergareche, “éramos hasta hace poco la última profesión en utilizar el Excel para todo”. Peiró pone el ejemplo del equipo Spotlight del Boston Globe, popularizado en un reciente film: “no tenían las herramientas de las que disponemos ahora y, sin embargo, crearon su propia base de datos”. De hecho, según Helena Bengtsson (The Guardian), los periodistas de datos no deberían ser una clase aparte dentro de la redacción. “Saber mezclar dos tablas relacionales es una habilidad más, como entrevistar. Es uno de los múltiples métodos que utilizamos para obtener información”.
España ha recorrido un gran camino en poco tiempo, en lo que a la adopción del periodismo de datos se refiere, según Marta Ley (El Mundo Data). Pero todavía queda un gran trecho por andar en lo que a cultura de la transparencia se refiere, insiste Bergareche. Si bien las peticiones de acceso a la información pública son ya una rutina en los países de nuestro entorno, los periodistas españoles todavía tienen que acostumbrarse a lo que a día de hoy es todavía una novedad. En un futuro inmediato, Bergareche espera que las unidades de datos de las redacciones sean una parte integral del periodismo de investigación. Ahora que la ley de transparencia se ha hecho efectiva en todos los niveles administrativos y ya permite hacer peticiones a ayuntamientos y gobiernos autonómicos, ya no hay excusa.
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