"Si nadie hablase sobre lo que publican los periódicos, la prensa no tendría influencia alguna en la sociedad." Esta observación del sociólogo francés Gabriel Tarde fue la inspiración que Paul Lazarsfeld necesitaba para decidirse a comparar la influencia política de los medios con la de las personas. ¿Qué nos influye más a la hora de tomar decisiones políticas? ¿Lo que leemos en la prensa o lo que nos cuenta un familiar o vecino? ¿En quién confiamos más? ¿Existe algún tipo de interacción entre ambas influencias?
El trabajo seminal de Katz y Lazarsfeld, Personal Influence (1950) ha recobrado actualidad en la era de Internet. Las redes sociales siempre han existido, pero la Red las ha popularizado. Gracias a Internet nos resulta más fácil entender nuestro propio mundo social como una red de redes. Sitios web como Facebook nos enfrentan con nuestra propia realidad social, nos definen no como individuos, sino en base a nuestros contactos.
En el terreno político, estudios recientes como el publicado por la Fundación Pew esta misma semana nos revelan que 1 de cada 10 estadounidenses utilizan las webs de redes sociales como Facebook o MySpace para ejercer algún tipo de actividad política (recibir noticias, enviar comentarios, unirse a grupos, etc.) Entre los usuarios de este tipo de redes (es decir, aquellos que han creado un perfil en Facebook o MySpace), el porcentaje de actividad política sube hasta el 40 por ciento. Cierto es que este segmento de la población es muy joven (la mayoría por debajo de los 30 años), con altos niveles educativos y comodidad financiera. Pero son el futuro. Como nota curiosa, cabe apuntar que casi un 30 por ciento de los usuarios de estas webs (29%) dicen haber descubierto las inclinaciones políticas de sus amigos gracias a los sitios de redes sociales.
Otro dato de interés ofrecido por la encuesta Pew sobre el uso político de Internet entre los norteamericanos es el consumo no mediado de información política. Más de un cuarto de los usuarios de Internet (27%) ha visto vídeos de discursos de candidatos en la Red. Se trata éste de un consumo informativo no mediado por los periodistas, que permite al usuario acceder al discurso del candidato sin la interpretación de la casta profesional de mediadores.
Dos, por lo tanto, son las tendencias significativas que nos descubre el estudio Pew: La importancia de las redes sociales para la socialización y movilización política, y el creciente consumo no-mediado, en crudo, de información política. En ambos casos la influencia de los medios de masas tradicionales parece estar amenazada.
Sin embargo, Christine B. Williams, profesora del Bentley College de Massachusetts, ofrece datos que aplacarían la euforia de los que auguran un nuevo reino político encabezado por Facebook. En un paper presentado en la Harvard Conference on Networks in Political Science el pasado fin de semana, Williams demuestra que el visionado de vídeos y las búsquedas de los nombres de los candidatos en Facebook suben después de sus victorias en el mundo real. Es decir, que Internet sigue (y no crea) el famoso ‘momentum’ político que tanto persiguen los candidatos norteamericanos.
En todo caso, Internet, sea actor secundario o principal, es ya parte del reparto político en cualquier campaña electoral. Que sea un motor de cambio o un elemento cooptado por las fuerzas políticas tradicionales (partidos, medios de comunicación) depende de factores que aún están por estudiar.
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sábado, junio 21, 2008
sábado, junio 07, 2008
Obama y la naturaleza de Internet
Cuenta Joe Trippi, el consultor político que usó Internet para aupar a un desconocido Howard Dean a las puertas de la nominación presidencial en 2004, que Obama jamás habría ganado a Clinton de no ser, precisamente, por Internet. La campaña de Hillary, dice Trippi, es la más perfecta de cuantas se hayan ejecutado hasta el momento. La más perfecta entre las del viejo modelo, claro. Los contactos de los Clinton les proporcionaron donaciones millonarias. Pero Internet le dio a Obama millones de humildes donaciones que, en el agregado, dejaban pequeñas a las suculentas recaudaciones de las cenas en apoyo a Hillary. Como podemos ver en los documentales sobre animales, el trabajo en equipo de cientos, millones de hormigas puede hacer sucumbir a la más grande de las tarántulas.
McLuhan tendría sin duda algo que decir sobre Obama y la naturaleza del medio Internet. La red permite jugar en el plano local y nacional (también en el internacional, como atestiguan las redes altermundializadoras). Ayuda a los seguidores del candidato a encontrar a otros simpatizantes en su lugar de residencia (de ahí que todos los candidatos soliciten el código postal como campo obligatorio en sus formularios web), y permite también donar dinero en pequeñas cantidades, incluso de manera pautada, en forma de modestas mensualidades.
Obama es un gran candidato. Ha demostrado que la retórica y el discurso en público tienen tanta vigencia hoy como en la Grecia clásica. Este renovado vigor del discurso político se debe en parte también a Internet. En un penetrante artículo publicado en el número de junio de la revista The Atlantic, Marc Ambinder comenta que, mientras la era de la televisión primaba el ‘sound bite’ y la declaración breve e inconexa, “los discursos de Obama suenan bien en YouTube”. Habrá quien no se lo acabe de creer, pero nunca antes como ahora son tan necesarios los escritores de discursos. La oratoria revive en la era de Internet. El ‘negro’ de Obama es tan importante como el propio Obama.
En otro artículo publicado en la misma revista, Joshua Green nos revela otro de los secretos del candidato demócrata a la presidencia: Su hábil captación de la élite de Silicon Valley. Descuidados por los Clinton, los cerebros detrás las ‘start ups’ tecnológicas pusieron sus billeteras al servicio del equivalente político de una ‘start up’: Obama. Joven, diferente, con un potencial inmenso y dispuesto a comerse el mundo. Obama era un nuevo ‘hype’ en busca de mecenas. Un iPod en fase de desarrollo. Una apuesta arriesgada, pero el tipo de apuesta que gusta en Silicon Valley.
FDR parecía nacido para la radio. JFK era el epítome de la telegenia. Obama es, muy probablemente, el candidato Internet.
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McLuhan tendría sin duda algo que decir sobre Obama y la naturaleza del medio Internet. La red permite jugar en el plano local y nacional (también en el internacional, como atestiguan las redes altermundializadoras). Ayuda a los seguidores del candidato a encontrar a otros simpatizantes en su lugar de residencia (de ahí que todos los candidatos soliciten el código postal como campo obligatorio en sus formularios web), y permite también donar dinero en pequeñas cantidades, incluso de manera pautada, en forma de modestas mensualidades.
Obama es un gran candidato. Ha demostrado que la retórica y el discurso en público tienen tanta vigencia hoy como en la Grecia clásica. Este renovado vigor del discurso político se debe en parte también a Internet. En un penetrante artículo publicado en el número de junio de la revista The Atlantic, Marc Ambinder comenta que, mientras la era de la televisión primaba el ‘sound bite’ y la declaración breve e inconexa, “los discursos de Obama suenan bien en YouTube”. Habrá quien no se lo acabe de creer, pero nunca antes como ahora son tan necesarios los escritores de discursos. La oratoria revive en la era de Internet. El ‘negro’ de Obama es tan importante como el propio Obama.
En otro artículo publicado en la misma revista, Joshua Green nos revela otro de los secretos del candidato demócrata a la presidencia: Su hábil captación de la élite de Silicon Valley. Descuidados por los Clinton, los cerebros detrás las ‘start ups’ tecnológicas pusieron sus billeteras al servicio del equivalente político de una ‘start up’: Obama. Joven, diferente, con un potencial inmenso y dispuesto a comerse el mundo. Obama era un nuevo ‘hype’ en busca de mecenas. Un iPod en fase de desarrollo. Una apuesta arriesgada, pero el tipo de apuesta que gusta en Silicon Valley.
FDR parecía nacido para la radio. JFK era el epítome de la telegenia. Obama es, muy probablemente, el candidato Internet.
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