miércoles, mayo 24, 2006

James Carey: Legado viviente

Nos ha dejado a los 71 años James W. Carey, profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia e histórico decano del College of Communications de la Universidad de Illinois. Orador excepcional, autor de pocos pero influyentes textos, Carey fertilizó los estudios de comunicación norteamericanos con la semilla de los Estudios Culturales británicos. En su pluma se siente además la influencia de los teóricos de la democracia deliberativa (Dewey, Habermas, Rorty) y la Escuela de Toronto (Innis, McLuhan).

Carey es, indirectamente, responsable de uno de los intentos de reforma de la prensa más importantes en la historia del periodismo en Estados Unidos: el periodismo público o cívico (public/civic journalism), que germinó (y se marchitó) durante la década de los 90. Su concepción del periodismo como parte integral del sistema democrático, así como la atribución a los periodistas de gran parte de la responsabilidad en la mejora de la vida pública, están en el corazón del movimiento popularizado por Jay Rosen, profesor de la Universidad de Nueva York y confeso deudor de las teorías de Carey.

En un ambiente académico que fijaba su atención en la comunicación como transmisión y en los efectos persuasivos de la comunicación de masas, Carey abogaba por observar los fenómenos comunicativos como cultura. En el periódico de cada día, decía en su seminal texto Communication as Culture (1989), se representa el drama de nuestras vidas. Quizá sea ésa la razón por la cual nos apresuramos a comprar un periódico en cada uno de los lugares que visitamos. En actos comunicativos como la prensa diaria podemos percibir la cultura de los seres humanos que producen ese periódico. Podemos sentir cómo respira esa sociedad. Carey deseaba llevar al periodismo desde el modelo de transmisión (unidireccional, o como mucho bidireccional asimétrico), al modelo ritual (circular, dialógico, deliberativo).

Conocido defensor de la transdisciplinariedad, Carey animaba con frecuencia a sus alumnos a beber de varias disciplinas, pertenecieran éstas a las Humanidades o a las Ciencias Naturales. Esta apertura de miras, así como su humildad y su sentido del humor, se echarán en falta, según me cuentan los que lo conocieron. A los que algún día soñamos con poder entrevistarlo nos queda el legado de su obra. Un legado viviente.

Para saber más:

Perfil biográfico, pensamiento y textos (Infoamérica)

Su texto más influeyente: Communication as Culture (1989)

Semblanza de su discípulo Jay Rosen: Making Society Intelligible and Inhabitable

Tributo de Roy Peter-Clark (Poynter Institute): James Carey: A Model for Journalists and Scholars Alike

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martes, mayo 16, 2006

Branding político: Simposio en París

Los candidatos son una imagen de marca más. Compiten por la atención de los clientes/votantes en el mercado del info-entretenimiento. Son, en muchas ocasiones, indistinguibles de actores o cantantes. El próximo 29 de mayo, un simposio con expertos en comunicación política analizará en la Universidad Americana de París el fenómeno del political branding, esto es, la creación de la imagen de marca de los candidatos.

Bajo el título Branding Political Subjects: Contemporary Political Image-making, el encuentro reunirá en la capital gala a John Corner (Universidad de Liverpool), David Marshall (Northestern University, Boston, Estados Unidos), Adam Arvidson (Universidad de Amsterdam), y Andrea Semprini, especialista en creación de marcas.

El simposio está organizado por los profesores Jayson Harsin y Waddick Doyle, ambos de la Universidad Americana de París. La jornada es gratuita y abierta al público, pero los participantes deben confirmar su asistencia enviando un correo electrónico al profesor Harsin, indicado a continuación (nota: sustitúyase el “(at)” por una arroba, “@”):

jaysonharsin(at)yahoo.com

Estudios de caso

Desconozco si durante dicho simposio se abordará el estudio de casos particulares, pero a modo de aperitivo me atrevo a sugerir los siguientes:

  • José Luis Rodríguez Zapatero (España). Cuando el candidato del Partido Socialista a la presidencia del gobierno presentó su campaña para las elecciones generales del 2004, más de uno pensó que sus creativos publicitarios se habían vuelto locos. Identificaron a Zapatero con el acrónimo ZP, de gran calado popular, para lo bueno (reconocimiento) y para lo malo (mofa). Lo cierto es que, si atendemos estrictamente a uno de los indicadores de éxito de una marca (su recuerdo entre el público), el eslogan ZP fue todo un éxito. El triunfo del candidato-producto. Para los interesados en ahondar en dicha estrategia, recomendamos el libro del director de campaña de Zapatero, Juan Campmany, El efecto ZP (Editorial Planeta, Madrid, 2004).

  • George Galloway (Reino Unido). Único representante de la formación Respect en el Parlamento británico, Galloway participó a principios de año en Gran Hermano de Famosos (Celebrity Big Brother). Conocido por sus manifestaciones antibelicistas, Galloway justificaba su participación en el reality show como una manera de “llegar a la gente.” Su caso sea quizá el ejemplo más extremo de espectacularización política. Galloway es, digámoslo sin rodeos, el candidato-payaso.

  • Al Gore (Estados Unidos). Se rumorea que tiene intenciones de volver a presentarse como candidato demócrata en las elecciones de 2008. Conocido por su tecno-ecologismo, Gore se está prodigando en los medios. Ha sido portada en las revistas Vanity Fair y Wired y estos días promociona el estreno de su filme-denuncia, An Inconvenient Truth (2006), un documental dirigido por Davis Guggenheim en el que el antiguo vicepresidente alerta sobre los peligros del calentamiento global. En una reciente aparición en el legendario show Saturday Night Live, Gore se dirigía a sus conciudadanos como presidente y hacía un irónico repaso a la actualidad desde un ficticio despacho oval. El vídeo del sketch circula ahora de manera viral por Internet (probablemente era ese su objetivo). Cuando Gore se pone artista y el cantante Bono se pone filantrópico, las dos figuras se vuelven, en mi opinión, indistinguibles. Gore es el ejemplo del candidato-artista o candidato pop-star.

¿Cuáles son las consecuencias de este branding político para nuestro sistema democrático? Los expertos que el próximo 29 de mayo se reunirán en París prometen darnos la respuesta.

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sábado, mayo 13, 2006

Imitación a la vida (mediática)

La moda de dormir en camas separadas o la cuenta atrás previa al lanzamiento de un cohete son, por increíble que parezca, hábitos heredados del cine. En un interesante libro de entrevistas (1) con el legendario Marshall McLuhan, el teórico canadiense nos deleita con sus siempre agudas observaciones sobre la influencia de la cultura mediática en nuestra vida cotidiana. Dice McLuhan que, desde el momento en que la televisión empezó a emitir los partidos de fútbol con repeticiones a cámara lenta de las mejores jugadas, los futbolistas ya no juegan ni se caen de la misma manera. Lo hacen de una manera teatralizada, para la cámara, porque saben que están siendo vistos por una audiencia que va más allá de los seguidores presentes en el estadio.

La serie El Ala Oeste de la Casa Blanca (The West Wing) llega a su final este domingo en Estados Unidos, y la BBC se pregunta por la posible influencia de la serie en la vida real en y en la política norteamericana. El contraste entre el presidente Bartlet (intepretado por Martin Sheen) y el presidente Bush invita a pensar que dicha influencia a sido poca o nula. Bartlet es demócrata, Bush es republicano, y el mandato de ambos ha transcurrido en dos mundos paralelos. Sin embargo, Joe Lockhart, portavoz de Bill Clinton en sus tiempos como presidente en la Casa Blanca, dice que la serie ha descubierto para muchos las bambalinas del poder ejecutivo. Miles, millones de espectadores saben un poco más sobre las relaciones entre el gobierno y la prensa, las reuniones a alto nivel entre mandatarios, y las maniobras del ejecutivo para minimizar escándalos públicos o negociar con grupos de interés. La serie, dice Lockhart, podría haber despertado interés en el funcionamiento del gobierno en una democracia y, eventualmente, un deseo de mayor implicación en los asuntos públicos.

Ficción y realidad podrían estar más cerca de lo que parece. La serie televisión se despide con Bartlet dando el relevo a un nuevo presidente, justo cuando los niveles de popularidad del presidente real, George W. Bush, están en mínimos históricos. Y Geena Davis, presidenta de los Estados Unidos en la serie Commander in Chief, podría preparar el terreno para la llegada de la primera presidenta americana en la vida real. Imitación a la vida (mediática).

Notas:

(1) McLuhan, Marshall. 2003. Understanding me: Lectures and interviews. Cambridge, Massachusetts: MIT Press.

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sábado, mayo 06, 2006

Vídeos virales

Dos vídeos dados a conocer esta semana nos muestran dos modelos de comunicación política diferentes. Uno remite al pasado, el otro al presente o incluso al futuro.

Empecemos por el pasado. El ejército de Estados Unidos hizo público este jueves un vídeo hallado en una redada en Irak el mes pasado. En la cinta se observa al líder terrorista Abu Musab al-Zarqawi manejar torpemente un rifle automático. Por si fuera poco, lleva puestas unas zapatillas deportivas de marca americana (New Balance). El vídeo ha sido difundido directamente por los mandos militares norteamericanos, y al parecer ha tenido amplio eco en las principales cadenas de televisión estadounidenses. Los medios impresos, escépticos, han enmarcado el vídeo dentro de una guerra de propaganda. La ridiculizante cinta sería una respuesta a otro vídeo difundido por los terroristas hace apenas una semana, en la que el propio al-Zarqawi se regodeaba del marasmo americano en Irak.

Ahora vayamos al presente. En la noche del pasado sábado, durante la cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, el humorista Stephen Colbert, del canal de televisión por cable Comedy Central, hizo lo que es tradición en esa gala: pronunciar un discurso humorístico sobre el presidente. Para algunos, Colbert fue divertido, sin más. Para otros, el humorista profirió la diatriba más hiriente jamás lanzada contra Bush. Y lo hizo con el presidente sentado a unos metros de distancia, frente a periodistas, artistas de Hollywood y políticos capitolinos. La blogosfera ha hecho circular el vídeo (emitido originalmente en directo por el canal de televisión por cable C-SPAN) y ha denunciado una presunta ocultación de la cinta por parte de los medios de comunicación convencionales. El Washington Post y el New York Times ignoraron el vídeo en un primer momento, pero han informado sobre la ebullición de Colbert en la blogosfera. Esta última demuestra así, una vez más, su capacidad para marcar la agenda de asuntos de debate público.

Obsérvese pues, la diferencia. En el primer caso nos encontramos con una maniobra de propaganda convencional, en la que el emisor (el ejército estadounidense) hace valer su relevancia como fuente informativa para difundir a través de los medios de comunicación convencionales un vídeo de propaganda. Afortunadamente, la prensa más reflexiva (la impresa) ha contextualizado la cinta dentro una campaña de fuego cruzado entre invasores y terroristas/insurgentes. En el segundo caso hallamos un ente orgánico, horizontal y descentralizado (la blogosfera) que hace circular viralmente (a través de blogs o e-mails) un vídeo crítico con la política del presidente. Es la fuerza colectiva de la blogosfera (y no su relevancia como fuente informativa oficial) la que empuja, de abajo a arriba, de las netroots a los mainstream media, el discurso de Colbert.

La curiosa coincidencia de estos dos vídeos en una misma semana sugiere la siguiente pregunta: ¿Convivirán en el futuro estos dos modelos de comunicación política? ¿O estamos ante un cambio de paradigma en el que la verticalidad perderá la batalla frente la horizontalidad?

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