sábado, julio 09, 2005

Atentados en Londres: ¿el ocaso del periodismo?

La cobertura informativa (es un decir) de los atentados de Londres enfrenta en el fondo a dos teorías sobre el papel de la prensa en la sociedad. La teoría de la responsabilidad social (nacida de la Comisión Hutchins en los años 40) y la teoría libertaria de la información (cuyas raíces se encontrarían en la Aeropagetica de John Milton).

Los defensores de la erradicación de las imágenes violentas han ganado la batalla en estos atentados. La “pornografía de la violencia” de la que habla el politólogo norteamericano Michael Ignatieff en su reciente libro El mal menor (edición española: Taurus, 2005) ha sido contenida, ocultada. Un estricto control informativo por parte de las autoridades, y un presunto civismo de la clase periodística inglesa nos han dejado unos atentados limpios, que no ofenden a ninguna sensibilidad.

En mi modesta opinión, esta nueva política informativa es un gran error que puede tener consecuencias nefastas para la propia investigación policial de los atentados. He aquí las razones de mi descontento:

  • Que los periodistas acaten el apagón informativo del Gobierno no es un ejemplo de civismo y responsabilidad, sino una dejación de funciones que convierte a los medios tradicionales en una fuente de información secundaria, superada por los blogs, que tanto pueden ser una vía de escape a las informaciones negadas por el establishment informativo como una fuente de inexactitudes. Si Woodward y Bernstein se hubiesen plegado a las llamadas al “sentido de estado” y “responsabilidad” que les hacían desde la Casa Blanca, nunca conoceríamos el escándalo Watergate. Cuando el gobierno le pide a un periodista que sea responsable, es para que se autocensure y salvaguarde los intereses del ejecutivo. ¿Acaso la dimisión del presidente Nixon no fue una crisis para un país en medio de una guerra (Vietnam)? Sí, lo fue, pero el mejor servicio del periodismo a la sociedad no es su contribución a la estabilidad gubernamental, sino su incansable búsqueda de la verdad.

  • En el mundo de la información siempre es mejor pecar por exceso que por defecto. Prefiero una imagen hiriente y repugnante a este silencio que, lejos de protegernos, pone en peligro a más vidas humanas. La búsqueda de la exclusiva no debe dar lugar a informaciones inexactas, pero el periodismo no tiene por qué acatar una determinada política gubernamental. La raíz del periodismo es contar lo que se cuece en los salones de los poderosos, para que el pueblo soberano decida si esa representación se atiene a sus intereses. Si desde el primer momento se hablara sin ambages de un atentado, los viajeros podrían haberse fijado en las pintas de tipos aparentemente sospechosos, que seguramente han escapado como Perico por su casa en medio de un parón “por una avería eléctrica”. Con el tiempo sabremos si este control informativo de los primeros momentos detuvo o impidió el inicio de mecanismos de respuesta muy necesarios, como la alerta a los ciudadanos, tanto para su propia protección como para su colaboración en la detección de sospechosos.

  • Como decía el genial Oscar Wilde, el camino hacia infierno está empedrado de buenas intenciones. El no provocar el pánico, el plegarse a las directrices de un gobierno en una situación de crisis, son decisiones que se toman con la mejor de las voluntades del mundo. Pero a un coste altísimo. Si el periodismo empieza a autocensurarse, corre el riesgo de no saber dónde parar. Podemos discutir si es necesario o no ver un cuerpo despedazado en una portada. Pero no podemos acatar un silencio forzoso en nombre de un presunto bien común. El periodismo consiste en informar pese a quien pese. Ya lo decía Ben Bradley, el legendario director del Washington Post durante el Watergate: toda noticia, si es verdad, debe ser publicable.

1 comentario:

Alba Tizón dijo...

Hola,

Justamente coincide que he pasado el día del atentado de Londres y la semana posterior en el Reino Unido, y no puedo estar más de acuerdo en que la cobertura ha sido insuficiente.
Puede decirse que la televisión de estilo italianizante que tenemos en España peca por exceso de morbo y de "especiales informativos" por cualquier cosa; no obstante, he echado de menos mucha más información en la BBC.
En cuanto a la tontería del corte eléctrico, me pareció de novatos y me recordó a los tiempos de antes del 11-S, cuando dijeron que los dos aviones eran un maestro y su alumno, en vuelo de prácticas.
Para terminar, de todos modos, me parece de buen gusto no mostrar imágenes morbosas. Seamos serios, un cuerpo despedazado no añade nada al discurso.