En una carta destinada a captar nuevos miembros, Edward H. Crane, presidente del Cato Institute, habla sobre el papel de los think tanks en la batalla de las ideas: "Aunque las universidades evidencian una tendenciosidad izquierdista monolítica, no hay un punto del espectro político que no esté representado por un think tank". Crane secunda los argumentos del historiador Alan Kors, para quien este tipo de organizaciones son “la respuesta del mercado a la conformidad intelectual y a la inactividad de los departamentos de ciencias sociales de muchas universidades americanas”. En opinión del presidente del Cato Institute, Kors da en el clavo al denunciar “la falta de apertura intelectual en la academia”, que estaría detrás de la incapacidad de las universidades para tratar con rigor los asuntos más acuciantes.
A juicio de estos autores, los think-tanks (en ocasiones definidos como “universidades sin estudiantes”) son la consecuencia inevitable de la esclerotización de las mastodónticas y antaño prestigiosas universidades. Sus argumentos no son tan distintos a los de los defensores de la partidización de los medios de comunicación norteamericanos. En cierto modo, los blogs son a la prensa de referencia lo que los think tanks a las universidades. Más pequeños, más ágiles y... ¿más libres para opinar?
Dos notas interesantes:
- Kors, historiador de la Universidad de Pensilvania, es co-autor del libro The Shadow University (1999), una diatriba contra la "corrección política" de los campus norteamericanos.
- El Cato Institute es el cuarto think tank en América en presupuesto (17.6 millones de dólares), pero su página web recibe más visitas que cualquier otro think tank. Al menos, eso es lo que dice Crane en su carta.
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