viernes, marzo 25, 2005
El nuevo máster de Columbia
El objetivo del nuevo programa es ofrecer a sus alumnos la oportunidad de especializarse en política, economía, cultura o ciencia, según informa Emma Daly en el New York Times (25 de marzo, 2005). Sabedores de lo privativa que resulta la educación en la Universidad de Columbia (más de 50,000 dólares anuales) los directores del máster y el propio rector han prometido ayuda financiera para los agraciados admitidos. Serán un total de 24 ó 25, pero la escuela planea reclutar unos 200 dentro de pocos años.
Habrá dos cursos obligatorios: uno versará sobre la Historia del Periodismo y el otro impartirá conocimientos sobre “evidencia e inferencia”. El responsable de este último será Nicholas Lemann, decano de la escuela y una de las firmas habituales en la revista New Yorker. Los alumnos, dice el New York Times, estudiarán cómo encontrar e interpretar estadísticas, archivos y documentos legales.
El máster ofrecerá además cuatro cursos de duración anual. Cultura, economía y negocios, política y ciencia serán los temas de estos seminarios, que estarán específicamente orientados a educar periodistas.
Esta es la propuesta de la escuela fundada por Joseph Pulitzer para instruir a los profesionales de la información del Siglo XXI. Los interesados en solicitar admisión en el programa sólo tienen que hacer clic aquí.
miércoles, marzo 16, 2005
Los think tanks y la pluralidad de ideas
En una carta destinada a captar nuevos miembros, Edward H. Crane, presidente del Cato Institute, habla sobre el papel de los think tanks en la batalla de las ideas: "Aunque las universidades evidencian una tendenciosidad izquierdista monolítica, no hay un punto del espectro político que no esté representado por un think tank". Crane secunda los argumentos del historiador Alan Kors, para quien este tipo de organizaciones son “la respuesta del mercado a la conformidad intelectual y a la inactividad de los departamentos de ciencias sociales de muchas universidades americanas”. En opinión del presidente del Cato Institute, Kors da en el clavo al denunciar “la falta de apertura intelectual en la academia”, que estaría detrás de la incapacidad de las universidades para tratar con rigor los asuntos más acuciantes.
A juicio de estos autores, los think-tanks (en ocasiones definidos como “universidades sin estudiantes”) son la consecuencia inevitable de la esclerotización de las mastodónticas y antaño prestigiosas universidades. Sus argumentos no son tan distintos a los de los defensores de la partidización de los medios de comunicación norteamericanos. En cierto modo, los blogs son a la prensa de referencia lo que los think tanks a las universidades. Más pequeños, más ágiles y... ¿más libres para opinar?
Dos notas interesantes:
- Kors, historiador de la Universidad de Pensilvania, es co-autor del libro The Shadow University (1999), una diatriba contra la "corrección política" de los campus norteamericanos.
- El Cato Institute es el cuarto think tank en América en presupuesto (17.6 millones de dólares), pero su página web recibe más visitas que cualquier otro think tank. Al menos, eso es lo que dice Crane en su carta.
viernes, marzo 04, 2005
Así nace (y se hace) un neocon
Benson es el protagonista de la portada del periódico Chicago Reader esta semana. En un magnífico reportaje, Christopher Hayes nos introduce en la vida de este joven activista de derechas. Benson es el miembro más destacado de los Northwestern University College Republicans. Durante tres veranos hizo prácticas en Fox News y adopta el rol de tertuliano conservador en un programa de radio de su universidad.
Lo interesante del relato de Hayes es la oportunidad que nos brinda para conocer cómo nace, crece y se desarrolla un neocon. Si hay algo admirable en los políticos de la derecha norteamericana es su capacidad de argumentación, su habilidad para dominar el debate político a través de efectivas metáforas que, repetidas una y otra vez, acaban siendo parte del lenguaje común. Hoy todos sabemos que Europa es de Venus y Estados Unidos de Marte. Que Naciones Unidas es una organización corrupta y desfasada. Que Chirac era poco menos que amigo íntimo de Sadam. Que Kerry era un “flip-flopper” y un “wishy-washy”, esto es, un candidato que cambiaba de opinión como de chaqueta.
La batería argumental de la derecha norteamericana (de la que se alimentan el resto de las derechas mundiales, sobre todo la británica) no es fruto de la improvisación, sino del arduo trabajo de think tanks como el Project for the New American Century o la Heritage Foundation. Ese es el abrevadero de donde beben los tertulianos de Fox News y los jóvenes activistas como Guy Benson. El hecho de que los neocons crezcan en un ambiente hostil (la mayoría de los campus norteamericanos son de izquierdas) no hace más que mejorar su capacidad argumentativa. “Como muchos otros en la derecha”, escribe Hayes, “él [Benson] es mejor comunicando porque se ha visto forzado a pasar toda su carrera universitaria discutiendo con los demócratas. De manera que él y sus amigos rebuscan en sus fuentes, perfeccionan sus argumentos y llegan a ser virtualmente imbatibles. No ocurre lo mismo con los demócratas en las universidades de elite. Somos buenos [el autor del reportaje se declara abiertamente de izquierdas] debatiendo acerca de lo clasista que es la guerra contra la droga, o sobre el carácter subversivo del porno. Pero cuando nos echan al auténtico mundo político no estamos lo suficientemente curtidos como para ganar un debate... o unas elecciones”.
Christopher Hayes ejemplifica con unas declaraciones de Benson la habilidad de la derecha a la hora de enmarcar los acontecimientos. Cuando el joven estudiante fue preguntado acerca de las dificultades económicas que atravesaba Air America (radio pro-demócrata) el año pasado, Benson respondió que “el problema de Air América es que es una maniobra de relaciones públicas generada artificialmente. Antes de su creación, el mercado libre no demandaba una radio izquierdista de perfil intelectual, porque de haber sido así habría surgido espontáneamente. El hecho de que una pequeña elite de demócratas ricachones decidiese que una radio de esas características era necesaria significa muy poco”. A juicio de Hayes, la declaración de Benson es “una virtuosa muestra de right-wing framing. En tan sólo unas pocas frases Guy fusiona dos mitos centrales para los conservadores: el juicio superior del ‘mercado libre’ para producir los mejores resultados, y los esfuerzos de la temible ‘elite de demócratas ricachones’ para empujar sus ideas a través de las gargantas de la confiada ciudadanía. La cita era tan buena que acabó siendo referida con aprobación en numerosos websites conservadores”.
Finalmente, Hayes apunta un dato que invita a la reflexión: “Treinta, veinte, incluso diez años atrás, un joven y apasionado activista político como Guy estaría estudiando Ciencias Políticas con miras a conseguir un trabajo en la Colina del Capitolio.” Pero Guy Benson estudia periodismo. Y, por lo que sabemos, es un genio comunicando.