En los Estados Unidos, la oferta informativa se ha fragmentado y se ha vuelto más partidista. Hasta ahora, el sentido común dictaba la norma de que la pérdida de audiencia de las grandes networks (el referente común de los norteamericanos) era una amenaza para la pervivencia de los referentes comunes que permiten construir un diálogo de ámbito nacional. William Powers, columnista del National Journal y antiguo reportero del Washington Post cuestiona esta asentada interpretación. En su artículo “The Massless Media”, publicado en la revista Atlantic Monthly (January/February 2005, pp. 122-126), Powers afirma que la efervescencia democrática que tanto asombró a Tocqueville en su visita a los Estados Unidos del siglo XIX estaba sustentada por una prensa fragmentada, sensacionalista y partidista que, paradójicamente, “era al mismo tiempo un poderoso amalgamador que animaba la democracia participativa y forjaba un sentido de identidad nacional” (p. 124). Por aquel entonces, la política era lo que ahora es el deporte, y la prensa no hacía más que azuzar la rivalidad entre los seguidores de los diferentes partidos. ¿No es eso precisamente lo que ha ocurrido en el 2004? ¿Y acaso es casualidad que esta renovada partidización de la prensa haya coincido con una inusitada participación electoral del 60 por ciento? Estados Unidos regresa al pasado. Y, según Powers, quizá lo haga para bien.
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