El histórico Palacio de las Comunicaciones de Valencia acogió el 14 y 15 de julio de 2022 la celebración del VI Encuentro Internacional de la Asociación de Comunicación Política (ACOP). La estrella invitada que abrió el congreso fue el consultor Nicolás Checa, un español que, animado por Julio Feo -el director de las campañas de Felipe González- hizo las Américas y acabó asesorando a Bill Clinton en sus campañas presidenciales de 1992 y 1996. Ese pedigrí le permitiría conseguir clientes como Vicente Fox (México), Fernando de la Rúa (Argentina) y José Luis Rodríguez Zapatero (España).
Nicolás Checa: Trump es una mala marca con buenos productos
“Anticiparse a los problemas con soluciones sensatas” es para Checa el objetivo de todo buen presidente, que debe ser lo suficientemente audaz para actuar cuando todavía no están las cosas claras, es decir, antes de que haya un consenso social sobre cómo abordar un problema. El buen gobernante debe ser como un buen ajedrecista, alguien que anticipa el ‘endgame’ y sabe cuántos movimientos debe hacer para ganar la partida. “La gente quiere cosas que no espera, quiere liderazgo”, afirmó.
Checa sorprendió a los asistentes por su normalización de Trump, al que definió como “una mala marca con buenos productos”. Los sucesos del 6 de enero de 2021 habrían sido a su juicio “un fallo de seguridad” que en absoluto habría puesto en jaque a la democracia norteamericana. Lo único que quería Trump, a decir de Checa, es una muchedumbre que lo legitimara de cara a las próximas elecciones presidenciales.
El asesor del presidente Clinton cree que se avecina un ciclo de “moderación y tecnócratas”. Estaríamos en una situación análoga a la que se dio en la transición de los 70 a los 80: un presidente muy cuestionado (Nixon/Trump) es relevado por un presidente débil (Carter/Biden). Falta por venir un Reagan, un presidente “ni de derechas ni de izquierdas, pero que une al país”.
Publicidad política: marcas izquierdistas, políticos centristas
Los publicistas convocados por ACOP para hablar sobre las últimas tendencias en anuncios electorales llamaron la atención sobre una paradoja: mientras las marcas hacen suyos valores de la izquierda woke sin complejos, aún a riesgo de perder compradores (véase el caso de Nike con su activismo en apoyo al movimiento Black Lives Matter), la publicidad política se ha desideologizado para ocupar el extremo centro.
Si bien la publicidad y el marketing representa un negocio de once mil millones de euros en España, el gasto en publicidad política durante las elecciones generales de 2019 apenas rondó los 50 millones de euros. Se trata de un sector muy dinámico que, al destinar ya más de la mitad de la inversión en redes sociales, está dejando sin base financiera a los medios periodísticos tradicionales.
Regular el big data: la respuesta europea a un mundo orwelliano
“Lo vemos con la energía y Rusia: no podemos ser soberanos si no somos independientes en el almacenamiento y control de los datos”, advirtió el eurodiputado Jordi Cañas en la mesa sobre los retos del big data para la comunicación política. Desde el Parlamento Europeo se trabaja en textos como la Media Freedom Act (que obligará a España a dotarse de un regulador de medios a escala nacional) y la Digital Services Act, pero el establecimiento de una identidad digital única, si bien acabaría con la impunidad de los haters, puede restringir la posibilidad de crítica en países como Hungría, donde el anonimato puede ser imprescindible para ejercer la oposición política.
Sobre la posibilidad de instituir el voto electrónico, los participantes se mostraron partidarios de mantener la presencialidad física en las citas electorales. Según el eurodiputado Ibán García del Blanco, “la virtud del proceso físico es que es fácilmente revisable: puedes contar las papeletas aunque se vaya la luz o haya un ataque informático”. Para Jordi Cañas la presencialidad tiene otra ventaja: “la democracia necesita de lugares de encuentro”. Frente a la soledad y la atomización a la que nos aboca la sociedad digital, nuestros sistemas políticos necesitan de “una fiesta de la democracia, que coincide con el día del voto”.
Asesores versus periodistas
Ante la inevitabilidad de los asesores políticos, que siempre buscan favorecer a su empleador ofreciendo la imagen más positiva de su gestión, los periodistas piden que, al menos, no mientan. Que cada uno sea consciente de su papel y de sus intereses. Según Paloma Esteban, de El Periódico de España, “el objetivo del periodista es sortear al asesor para llegar a la fuente original, al político, porque los reporteros no queremos intermediarios”. Daniel Bardavío, asesor de comunicación, sostiene que prefiere reconocer que no puede contar algo a mentir al periodista.
Anabel Díez, corresponsal política de El País, reconoce que los periodistas tienen cada vez menos influencia frente a las redes sociales. Compiten por hacerse oír entre medios activistas que buscan derribar gobiernos o condicionar elecciones. Díez se refirió al curioso caso de unos periodistas que perseguían al candidato del PP, Juanma Moreno Bonilla, con preguntas que buscaban ponerlo en un brete frente a la posibilidad de una coalición con VOX.
Frente a la idea de la existencia de una consultocracia, bautizada así por el jurista y catedrático de Derecho Francesc de Carreras para referirse a la dependencia de los políticos de sus asesores, la politóloga Verónica Fumanal intervino para afirmar que, lejos de estar dominada por rasputines fácilmente identificables, la asesoría política es un trabajo en equipo: “los periodistas creen que la comunicación política es un deporte solitario, pero uno siempre trabaja en gabinete, en equipo; es una inteligencia fluida, compartida”.
Lo viejo y lo nuevo: de los mítines de barrio a los hologramas
Partiendo de su experiencia asesorando campañas en varios países, el consultor Xavier Peytibi ofreció un repaso a las nuevas tendencias en campañas políticas, que combinan aspectos muy tradicionales (el puerta a puerta, las llamadas telefónicas) con apuestas más novedosas (hologramas y segmentación por gustos musicales). Así, en lugar de buscar grandes estadios, los candidatos pueden dar pequeños mítines seguidos de paseos por el barrio. El puerta a puerta, que aumenta el voto entre un 2 y un 8 por ciento, es más efectivo cuando se hace cerca de la fecha electoral y cuando se ejerce por activistas que visten parecido a los vecinos del barrio.
Aparecer en programas de entretenimiento sigue siendo rentable para los políticos, ya que les permite acceder a capas menos politizadas de la población y genera conversación en redes sociales. Llama la atención el caso del líder populista italiano Matteo Salvini, que se pasa casi una hora haciéndose selfies con los simpatizantes al final de cada mitin. Esas fotos se reenvían por Whatsapp y tienen un efecto multiplicador entre los contactos de los asistentes.
La consultora Nagore de los Ríos animó a los consultores a establecer alianzas con científicos de datos. Eso sí, siempre que la política se priorice sobre los algoritmos, que “nos ayudan, pero no deben guiar los valores o la estrategia política”.
‘Soy mayor, no idiota’: una campaña ejemplar
El VI congreso internacional de ACOP en Valencia se clausuró con una entrevista entre la presidenta saliente, Verónica Fumanal, y el impulsor de la campaña “Soy mayor, no idiota”, el urólogo jubilado Carlos San Juan. Ante la desatención a los mayores por parte de la banca, este médico valenciano de 79 años se propuso dar la batalla para que la banca “cumpla su parte de servicio público”. Aunque sean negocios privados, los bancos son intermediarios imprescindibles en el acceso al dinero de las pensiones públicas, por lo que parte de su actividad ha de regirse por principios ajenos a la maximización de beneficios para atender a una población que siempre será vulnerable ante los imparables avances tecnológicos.
La campaña emprendida por San Juan, vehiculizada a través de la web change.org y cubierta por los principales medios periodísticos, obligó a los políticos y a las entidades financieras a actuar. El veterano médico fijó dos objetivos: 1) el cumplimento de un protocolo, mediante el cual los bancos deben atender a los mayores en un horario razonable, guiándolos en el uso de los cajeros y en la actualización de sus libretas y 2) la aprobación de una Ley de Autoridad de Defensa del Cliente Financiero que permita una resolución ágil de las reclamaciones de los usuarios ante los bancos.
La iniciativa de San Juan se reveló como un ejemplo de buena práctica en comunicación política: el lema es sencillo y sonoro “Soy mayor, no idiota”, su portavoz tiene grandes dotes de comunicación (San Juan se expresa con claridad y contundencia) y se dejó asesorar por los responsables de change.org, que supieron vender una causa popular entre los medios de comunicación. San Juan pidió ayuda a los asistentes al congreso: el protocolo es voluntario y la banca dice no tener suficientes empleados para aplicarlo; el anteproyecto de Ley de creación de la Autoridad Independiente de Defensa del Cliente Financiero todo el trámite parlamentario. Pero lo conseguido no es poco: la atención al mayor en situación de vulnerabilidad ya no se ve como una negación de la inexorable digitalización, sino como una obligación de servicio público.
Nuevo Consejo Directivo
Tras la meritoria administración Fumanal, que consiguió mantener a flote la asociación durante la pandemia, toma el relevo un nuevo Consejo Directivo, encabezado por Óscar Álvarez Domínguez como presidente, Paloma Piqueiras Conlledo como vicepresidenta, África Sánchez Carnero como secretaria, Elisa Ruiz Sáez como tesorera y Francisco Seoane Pérez, Carlos Samitier Cauvilla, Ana Salazar Sánchez, Jorge Santiago Barnés y Verónica Fumanal Callau como vocales.
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