miércoles, enero 19, 2022

¿Para qué sirve el periodismo?

  

De izquierda a derecha, Martín Caparrós, Adriana Amado y Omar Rincón, en la librería Crazy Mary de Madrid

En psicología se presta mucha atención al autoconcepto: la imagen que tenemos de nosotros mismos (me considero un amigo leal, un gran trabajador, un tipo humilde, etc.) condiciona nuestra actitud ante la vida. De la misma manera, las metáforas con las que se identifica el periodismo nos dicen mucho sobre el autoconcepto favorito de sus practicantes: paladines de la justicia, servidores de lo público, contadores de historias… En su último libro, Las metáforas del periodismo (Ampersand, 2021), la periodista y académica Adriana Amado repasa y critica las imágenes con las que los reporteros gustan de identificarse. A su presentación este martes, 18 de enero de 2022, en la librería Crazy Mary de Madrid, acudieron, además de la autora, el célebre escritor y periodista Martín Caparrós y el periodista y académico Omar Rincón. El libro sirvió como excusa para examinar las transformaciones del periodismo, desde el ocaso de las redacciones a la creciente importancia de la autoría colaborativa y multidisciplinar, pasando por el papel del público y la participación de las audiencias.

Para Omar Rincón, director del Centro de Estudios en Periodismo y de la Maestría en Periodismo de la Universidad de los Andes en Bogotá, el periodismo actual se mueve entre tres metáforas: el ‘periodismo mascota’, que responde a la voz de los amos del poder político o económico; el ‘periodismo caniche’, una expresión tomada del propio Martín Caparrós referida a aquel reporterismo preciosista que “está muy bien escrito pero que no molesta a nadie” y el ‘periodismo oenegero’, concienciado con los derechos humanos, el medio ambiente y las problemáticas que ocupan a las organizaciones caritativas. No obstante, frente a los clásicos dramas de precariedad profesional y la ausencia de un modelo de negocio viable, Rincón sostiene que “el periodismo nunca llegó a tanta gente como ahora”.

Sobre la audiencia del periodismo incidió Martín Caparrós. Recordó un artículo que escribió para el New York Times titulado ‘Contra el público’, en el que señalaba que “las notas más leídas en la prensa online eran las más patéticas”, es decir, las más banales y espectaculares. “Hay un gran hiato entre lo que los periodistas creen importante y lo que la gente lee”, remarcó. Quizá porque todavía piensan que sus lectores siguen siendo una pequeña élite social. “Los grandes diarios se olvidaron de que nunca estuvieron destinados para mucha gente”, apuntó Caparrós, recalcando la paradoja de que El País era mucho más influyente en los años 80, cuando sólo lo compraba uno de cada cien españoles, que en la actualidad, cuando su web recibe más de 20 millones de usuarios únicos al mes.

Adriana Amado sostuvo que la crónica amarilla, los crímenes, siempre fueron el reclamo para luego vender lo serio. “Lo importante y lo interesante no son incompatibles”, afirmó, “quizá fallamos en hacer interesante lo importante”. Pero al periodismo, que siempre se definió por la lógica de la periodicidad de la actualidad, le han salido rivales que disputan su primacía sobre la atención del público. Quizá estemos ante lo que Amado llama “el fin de la prensa generalista de código único”.

Caparrós se erigió como el defensor de un periodismo que, fundamentalmente, hace dos cosas: “contar buenas historias y hacer buenos análisis, dando sentido allí donde hay confusión”. Pero admitió una mutación notoria en el periodismo reciente: el paso de la autoría individual a la grupal. La elaboración de historias multimedia que combinan texto, vídeo e infografías obligan a la colaboración de expertos en distintas disciplinas. Una tendencia que iría en contra de otra que, paradójicamente, triunfa por el narcisismo individual del redactor, el denominado ‘yornalismo’, un término que Omar Rincón atribuyó al periodista Marcelo Franco. La ética del periodista, según Caparrós, dista mucho de la obsesión por el reconocimiento de los influencers. “La función del periodista no es ser recordado, sino contar historias. Es una ética basada en lo que uno hace, no en lo que uno consigue”, sentenció.

El encuentro se cerró con el eterno debate sobre cuál debe ser la formación adecuada para un periodista. Caparrós recordó que se formó como reportero siguiendo “el viejo sistema medieval del aprendiz”, mediante el cual uno llegaba como meritorio adolescente a la fragua y, poco a poco, llegaba a oficial herrero. “Ése fue el sistema de formación del periodismo durante gran parte de su vida”, remarcó. Su gran maestro en la redacción, el legendario Rodolfo Walsh, decía que podía hacer un buen periodista de un delincuente o un pervertido, pero no de un tarado que venga de una escuela de periodismo. Para Caparrós, el problema de las escuelas de periodismo es “que no hay mucho que enseñar”. A un periodista, afirma, no le interesa cómo funciona una imprenta, sino que quiere aprender cosas sobre el mundo.

El libro de Adriana Amado Las metáforas del periodismo: mutaciones y desafíos (Ediciones Ampersand, 2021, tapa blanda, 324 páginas, 18 euros) puede adquirirse en la librería Crazy Mary (c/Echegaray 32, 28014 Madrid, Email: crazymarylibreria@gmail.com, Tel. +34 91 438 4977).


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