De izquierda a derecha: Juan Luis Manfredi, Steven Livingston y Adriana Amado.
En el seno del Trumpismo conviven dos almas, cual Dr. Jekiyll y Mr. Hyde. La parte intelectual viene de la mano de los ‘broligarcas’ como Elon Musk, que quieren vaciar el Estado para poner en práctica su utopía de un solucionismo tecnológico: no hay problema social que no se pueda resolver con la apropiada tecnología. La parte más visceral tiene como ideólogo a Steve Bannon, que representaría a la clase obrera blanca sin formación universitaria. Los aranceles antiglobalización serían más propios de Bannon que de Musk, mientras que el deseo de una tecnomonarquía que dé una respuesta a la crisis de la democracia en Estados Unidos sería el producto de la rama más intelectual del Trumpismo, encabezada por blogueros como Curtis Jarvin, el padrino de una nueva Ilustración Oscura.
Siguiendo la polémica desencadenada tras la publicación por Le Grand Continent de una extensa entrevista con Jarvin, el Círculo de Bellas Artes acogió el pasado 30 de abril de 2025 la celebración de una mesa redonda que reunió al politólogo Steven Livingston, de la George Washington University, y a la comunicóloga Adriana Amado, de la Universidad Camilo José Cela, bajo la moderación del catedrático de periodismo y relaciones internacionales Juan Luis Manfredi, de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Los llamados ‘líderes carismáticos’ pueden ser una cierta novedad en Estados Unidos, pero son la tónica habitual en América Latina desde finales de los noventa, de ahí que en este caso el Sur Global “venga del futuro” y tenga cierta sensación de déjà vu. Así, a decir de Amado, el estilo de gobierno basado en la descalificación de la prensa que ha sido común de Hugo Chávez a esta parte prefigura en cierta manera la era de la posverdad, puesto que inocula en la población la idea de que ya no se puede creer en nada. Lo que se vendió como pensamiento crítico fue en realidad una espiral de cinismo que ha hecho caer los índices de confianza en las instituciones a mínimos históricos. La desconfianza en los políticos se ha extendido a los periodistas y amenaza ahora a los académicos. Ya lo dijo J.D. Vance, el vicepresidente de EE.UU.: “los profesores son el enemigo”.
Amado se pregunta si Trump es causa o consecuencia de la falta de credibilidad en las instituciones. Livingston cree que hay suficientes razones para creer que Trump es una respuesta , una consecuencia de las circunstancias por las que ha pasado Estados Unidos en las últimas décadas. El americano medio está en actitud Joker, quiere que todo vuele por los aires. El 40% no pude afrontar un gasto inesperado de 400 dólares. Las principales causas de quiebra económica están relacionadas con gastos sanitarios y con deudas de la tarjeta de crédito. Trump se presenta como el vengador de la clase media venida a menos.
Lo curioso es que los desheredados del mundo toman como gurús a millonarios como Trump o a apóstoles del anarco-capitalismo como Milei. Amado apuntó que el actual presidente argentino era uno de los autores más populares en al Feria del Libro de Buenos Aires. Curiosamente, los fans que hacían cola para obtener su firma eran jóvenes repartidores de comida a domicilio que aparcaban su bicicleta para conocer a Milei. Se reconocían como la tercera generación de pobres en sus familias. Pero creían firmemente que con Milei podrían llegar a ser millonarios.
Si bien Amado cree que Trump y Milei representan el último coletazo de un sistema que podría regenerarse por una renovada participación ciudadana a través de las nuevas redes de comunicación, Livingston se muestra más pesimista: Estados Unidos estaría camino de convertirse en una democracia ‘iliberal’ como la Hungría de Orbán, la Turquía de Erdogan o la India de Modi. Estos líderes serían una respuesta al ‘malestar espiritual’ de la clase media precarizada, que ha perdido esperanza y autoestima. Si uno presta atención a los pilares de toda democracia liberal, advierte Livingston, en Estados Unidos todos empiezan a flaquear: la independencia judicial, las garantías procesales, la libertad de prensa y de cátedra… ya se ven síntomas de lo que Timothy Snyder llama ‘obediencia anticipatoria’, típica de los países que se asoman al abismo del fascismo.
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