Publicado en: La Revista de ACOP, Núm. 8, Septiembre de 2016, p. 55.
Conocí al profesor Barnhurst como alumno suyo en el máster en Comunicación en la Universidad de Illinois en Chicago (del 2004 al 2006), que cursé en virtud de una beca de la Fundación Pedro Barrié de la Maza. Gracias a él aprendí a escribir académicamente –conocida es la verbosidad de la que pecamos los latinos– y a encontrar el principal motivo que anima cualquier investigación: “la contradicción entre lo que todo el mundo dice y lo que tú realmente piensas”, decía. En sus clases de teorías de la comunicación y de investigación en métodos cualitativos aprendí a cuestionar las vacas sagradas de nuestro campo. Accedíamos a los textos originales y los comentábamos en el aula, descubriendo la sorprendente modernidad de las investigaciones de la famosa Escuela de sociología de Chicago, una de sus favoritas. Precisamente, tras leer una magnífica biografía sobre el padre de dicha Escuela, Robert Park (Rolf Lindner, The reportage of urban culture: Robert Park and the Chicago School, Cambridge University Press, 2006), descubrí que los seminarios del profesor Barnhurst eran muy similares a los del propio Robert Park. La clase era una especie de redacción en la que se comentaban las tareas pendientes y pasadas, reflexionando sobre lo ocurrido durante el trabajo de campo en las calles de Chicago.
Kevin Barnhurst era un investigador situado fuera del mainstream. Así, mientras en la investigación en comunicación política predominan los estudios de framing, priming y las encuestas de opinión, Barnhurst destacó por un proyecto multi-nacional y multi-lingüe en el que los jóvenes redactaban breves historias de vida sobre su relación con los medios y la política. Otra de sus marcas características era el establecimiento de conexiones improbables. En el libro The form of news: A history, co-escrito con su colega John Nerone (Guilford Press, 2002), conectaba su pasado como investigador en comunicación visual (uno de sus primeros intereses) con la comunicación política. Establecía una relación entre el aspecto visual de los periódicos y los ideales de esfera pública en cada momento histórico. Lo que para los periodistas representaba un triunfo histórico, la ‘tematización’ y la reducción del número de historias a favor de una mayor profundidad en las mismas, era para Barnhurst un empobrecimiento del animado bazar de los periódicos de antaño, con notas más breves y misceláneas de sucesos. En realidad, con la tematización los periodistas hablaban más entre sí y con las élites, restándole protagonismo a la propia sociedad sobre la que pretendían informar.
Los investigadores españoles y latinos en comunicación política hemos perdido a un gran interlocultor con el mundo anglosajón. En lo personal, he perdido a un gran mentor y amigo. Nos queda el consuelo de su último gran libro, que envió a la imprenta días antes de fallecer: Mister Pulitzer and the spider: Modern news from realism to the digital (University of Illinois Press, 2016), una obra llamada a ser una referencia en la investigación sobre la historia y la sociología del periodismo.
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