sábado, noviembre 28, 2015

Las cinco lecciones del debate de la Carlos III


Dice El Mundo en su portada de este sábado que el debate organizado por la Asociación Demos en la Universidad Carlos III que enfrentó a Iglesias y a Rivera (Sánchez y Rajoy declinaron ir) ha marcado “un punto de inflexión en la historia de los debates en España”. Es cierto. He aquí las claves:

1.- No hace falta cronómetro. Cuando la voluntad de los organizadores y del moderador es la de ser justos y propiciar un debate dinámico y equilibrado, nadie se va a molestar por tener tres segundos de más o de menos. En el debate de este viernes no hubo cronómetro y nadie considera que la administración de los tiempos fuese injusta. Había una organización mínimamente pactada (cinco minutos de introducción, un minuto para finalizar, dos minutos de introducción para cada bloque: economía, sanidad y pensiones, educación y reforma democrática). Y ya está.

2.- El moderador fue un auténtico moderador. El periodista de Onda Cero Carlos Alsina supo pedir brevedad en las exposiciones y animó a una contrarréplica en cada argumento. Actuó como buen periodista al pedir a los candidatos una explicación sobre las diferencias entre la renta básica y el complemento salarial. Sabiamente, optó por dar voz al público cuando vio que el debate entre candidatos se comía la posibilidad de participación de la audiencia. Alsina hizo dos preguntas clave ligadas a la actualidad del momento: 1) ¿Existen guerras justas? (en referencia a la conveniencia de intervenir en Siria) y 2) ¿Debe el Gobierno rescatar a Abengoa? (en pre-concurso de acreedores, la noticia acababa de saltar el día anterior). Preguntas acertadas en su formulación que nadie consideró fuera de lugar pese a salirse del programa pactado.

3.- Vuelve la retórica. La capacidad para saber expresarse es un arma poderosísima y peligrosa. Que se lo pregunten a Pizarro, que perdió un debate con un Solbes de zorrería desconocida. A Rivera se le nota su formación en las ligas de debate: sus puntos argumentales no son más de tres (frente a las interminables listas de Iglesias) y el final, con la cita de Suárez (hacer normal en las instituciones lo que es normal en la calle) estaba muy bien preparado. Iglesias también tenía bien trabajadas sus frases-titular: “muchas gracias, 1978, hola 2016” (reforma frente a ruptura, quién lo diría) y “cortar el agua al pez” en vez de “dar una patada al avispero” en referencia a la necesidad de priorizar el corte de la financiación de los terroristas frente a nuevos bombardeos.

4.- La universidad como foro político idóneo. Estamos acostumbrados a que las universidades norteamericanas se ofrezcan como las sedes de los debates presidenciales, pero el debate de este viernes en la Carlos III fue el primero en sede universitaria en la historia de la democracia española. No por casualidad los propios universitarios provocaron el principal motivo de guasa en el debate (sobre si los candidatos han leído o no a Kant) y le otorgaron a la convocatoria un tono festivo y jovial, pero al mismo tiempo serio y comprometido.

5.- La sociedad civil toma protagonismo. Los politólogos suelen decir que los partidos políticos pertenecen más a las instituciones que a la sociedad civil. Hasta ahora, era cierto. Pero el hecho de que este debate haya sido organizado por una asociación universitaria es elocuente. La realización fue sobria pero efectiva. No hicieron falta grandes despliegues técnicos. Había ilusión y ganas. Seguramente los debates que faltan contarán con mucho más presupuesto, pero carecerán de la energía y la espontaneidad del de la Carlos III. Los universitarios han hecho historia y han puesto a la clase política en el brete de intentar estar a su altura. La Fundación Encuentro se preguntaba hace años en la portada de uno de sus libros si existía sociedad civil en España. Ahora no hay duda. La hay. Está pidiendo paso.

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martes, noviembre 24, 2015

La clave del 20D es la brecha generacional


“There’s a whole generation with a new explanation” rezaba el himno hippy de Scott McKenzie. Los periodistas Juan Luis Sánchez (eldiario.es) y María Ramírez (El Español), así como el politólogo del CSIC Pepe Fernández Albertos, siguieron la letra de la famosa canción al avanzar las claves de las elecciones generales del 20D en la mesa redonda “Medios de comunicación y cambio político”, organizada por la asociación Demos en la Universidad Carlos III de Madrid el martes, 24 de noviembre de 2015.

Juan Luis Sánchez no tiene dudas de que el aspecto generacional es el más relevante a la hora de analizar los inminentes comicios: “Hay una fractura generacional electoral entre los jóvenes de entre 18 y 35 años, que se decantan mayoritariamente por Ciudadanos y Podemos, y las franjas de edad más altas, que todavía confían en PP y PSOE”. Según Sánchez, el 50% de los votantes de PP y PSOE no tienen e-mail, por lo que su capacidad de reforzar el voto o de ganar adeptos a través de Internet es más bien limitada. “Desde eldiario.es nos dirigimos a la población más conectada, que es la que más apuesta por un cambio en la forma de hacer política”. Sánchez sitúa el punto de inflexión en el 15M: “Lo que pasó en el 15M cambió la socialización de la política. El 15M cambió todas las instituciones, entre ellas los medios de comunicación”. La nueva generación de votantes tiene su reflejo, a decir de Sánchez, en una nueva generación de politólogos y periodistas.

El politólogo Pepe Fernández Albertos ahondó en el argumento de la brecha generacional. Siguiendo una expresión acuñada por la socióloga Belén Barreiro, Fernández Albertos habló de dos Españas, una analógica y otra digital. El último barómetro del CIS revela que los jóvenes se diferencian de los mayores de 65 en sus canales de información política: los primeros tienen Internet como referencia primordial, mientras que para los mayores la televisión sigue siendo todavía su principal fuente. A juicio del politólogo del CSIC, la crisis ha generado mayores niveles de interés en la política. Las tradicionales preguntas sobre eficacia y cinismo político revelan que los jóvenes son menos cínicos que sus padres. Fernández Albertos cifró en tres las características del nuevo sistema mediático: 1) es más plural, la agenda ya no la controlan unos pocos medios; 2) es más atomizado, el consumo de información es diferente en cada persona (el famoso ‘daily me’), una ‘exposición selectiva’ que puede dificultar la capacidad para comprender al otro; 3) es más polarizado, en parte por las necesidades de financiación de los nuevos medios, que necesitan lectores cómplices (suscriptores). “Esta polarización”, defiende, “puede implicar una pérdida de espacios de discurso y consenso”.

Para María Ramírez, el nacimiento de El Español ocurre en el mismo contexto en el que nacen partidos como Podemos y Ciudadanos. “A pesar del desencanto que ha traído la crisis, también ha habido más interés en informarse, en ser activos y cambiar las cosas”. Además del contexto socio-político, el gran aliado de El Español ha sido, según Ramírez, la tecnología. De la misma manera que formaciones como Podemos se dieron a conocer a través de redes sociales como Facebook, antes de arrancar oficialmente el pasado mes de octubre El Español empezó a ganar presencia pública a través de sus cuentas en redes sociales gratuitas como Twitter, Instagram, o mediante un simple blog de Wordpress.

El politólogo Lluis Orriols, el profesor de la UC3M que moderaba el debate, preguntó si realmente existe una generación 15M. Para el periodista Juan Luis Sánchez, tal generación existe sin lugar a dudas: “la generación 15M se ha socializado en política no a través de los grandes medios, los sindicatos o los partidos tradicionales, sino a través de las manifestaciones contra la guerra de Irak y movimientos como V de Vivienda, Nunca Máis, o la oposición a la Ley Sinde. Esa generación se refugió en la red para debatir sobre los temas que obviaban los grandes medios”. Para el subdirector de eldiario.es, la generación 15M se atrevió con los tabús de la generación de la Transición: no tuvo miedo en poner duda la calidad de la democracia española y arrastró al debate público a las entidades financieras. Según Sánchez, “la generación 15M es la generación más politizada después de la generación de la Transición”.

Desde el público se preguntó sobre los peligros de la política-espectáculo. Fernández Albertos opina que “el hecho de los medios de comunicación reflejen la existencia de conflictos políticos es positivo. Es cierto que deberíamos tener un debate más sensato al estilo del programa La Clave, pero quizá no engancharía tanto a la audiencia como la política-espectáculo. Si al menos ésta nos permite sumar gente al debate político, bienvenida sea”.

El público inquirió sobre la vigencia de los medios tradicionales, que todavía son los más seguidos a través de Internet. Los invitados observaron que medios nativos digitales como El Confidencial ya se han colado entre la lista de los más consultados online. Además, Juan Luis Sánchez apuntó que los grandes medios juegan a incluir todo tipo de contenidos en sus webs, por frívolos que sean, para seguir mostrando abultados datos de audiencia. “Pero eso no los hace más influyentes”, observó. “La competencia en el entorno digital no va sólo de audiencias, sino también sobre socios y suscriptores. La calidad de tu comunidad es la que puede darte prestigio e influencia”. María Ramírez abundó en la misma idea, indicando que los lectores-suscriptores son un puntal para la independencia de los nuevos medios: cuanto más dependas de los lectores y menos de los anunciantes, más fuerte se sentirá el periodista.

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